FOUCAULT Y BATMAN: PRINCIPIOS DE ANÁLISIS

ASILO ARKHAM PARA CRIMINALES DEMENTES
METÁFORA DE LA PRISIÓN INFINITA
Víctor Marcos Hernández Pérez

"Quien entra por esta puerta,
debe dejar toda esperanza"
Dante Alighieri, Divina Comedia,


Voy a hablar de un superhéroe, de un filósofo y de otros elementos, pero sobre todo del filósofo y del superhéroe. Al filósofo ya se le conoce, y también al superhéroe. Son personajes importantes; uno, el filósofo, es real, o fue real, el superhéroe es imaginario, es simbólico, es ficción. Pero como sabemos, no siempre la ficción es falsa. La ficción tiene una fuerte carga de verdad. En el caso del filósofo, él mismo llegó a aceptar que todo aquello que llegó a escribir es ficción realizable; la realidad se ficcionaliza, la ficción se realiza, sería una forma de expresarlo, tal como él lo hubiera expresado. El filósofo tiene un nombre, y un lugar geográfico, y un pensamiento bien específico. El superhéroe también. Michel Foucault y Batman son los dos personajes de los que hablaré en este momento. No todo Foucault, no todo Batman; sería imposible abarcar tanto a uno como al otro. Y lo correcto sería decir, vamos a hablar de ciertos elementos en Foucault y en Batman. Pero, ¿qué tiene que hacer Foucault con Batman en el mismo texto? ¿No se supone que hablar de Foucault requiere cierto rigor filosófico, y hablar de Batman, de un personaje de cómics, sería algo así como intentar hacer riguroso un tema imposible de hacer riguroso? Cualquiera diría que es un error grave, otros dirían que es un error menor, y algunos más, los más rigurosos, bien podrían decir que es una clara falta de comprensión filosófica. No importa. Creo que es posible hablar de ambos personajes, y hablar de ellos sin agotarlos. Pero, ¿qué tienen en común estos dos personajes? Posiblemente nada, y eso puede que sea lo que permite un acercamiento. Tal vez sea lo incoherente, y sin rigor, de tratar temas tan disparejos, lo que nos permita llegar a encontrar cierto rigor, cierta similitud y cierta coherencia. Y si no se logra dicho objetivo, al menos podremos decir que la idea de juntar a Batman y a Foucault es seductora.

"... el Asilo Arkham para Criminales dementes es un lugar de corredores tenebrosos y sombras opresivas. Una casa salida de un mal sueño. Un acertijo de piedra y madera, que siempre ha estado sin resolver. Durante años, los enemigos de Batman, dementes y deformes, han estado prisioneros dentro de estos muros claustrofóbicos. En celdas acolchonadas y sótanos oscuros, se han cobijado y hecho planes, mientras sueñan con el día en que se han de levantar para dominar al mundo de la razón". (Grant Morrison y Dave McKean, Asilo Arkham, una casa seria sobre una tierra seria)

En las narraciones de Borges, existen pasadizos, corredores, cuartos, que su número es infinito. Son lugares imaginarios que pueden espantar a la razón; se vuelven monstruos de la razón que están dispuestos a horrorizar a todos aquellos que se atrevan a mirarlos por un momento. Los espejos están acomodados de tal forma que el pasaje se repite infinidad de veces, y el rostro se multiplica (por algo, en algún lugar se lee que los espejos son horribles porque multiplican a los hombres). En el espejo, la maldad se multiplica; la enfermedad crece hasta límites inimaginables; la demencia se vuelve una metafísica torcida. "El universo... se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales..." (Borges, La Biblioteca de Babel).
"La imagen del absurdo de la vida y del desconcierto del hombre frente a él. Se ha dicho que el laberinto ha simbolizado siempre la inseguridad del hombre en el mundo y sus intentos por controlar o poseer su propio destino" (Myrta Sessarego, Borges y el laberinto). Por eso, en el mito griego, el Minotauro era ese monstruo, mitad hombre y mitad bestia, que se tragaba a todos aquellos que eran depositados en el laberinto; así está el sin-sentido, tragando a todo aquel que esté en este mundo. El Minotauro le dice a Teseo, "...sólo hay un medio para matar los monstruos: aceptarlos" (Julio Cortázar, Los reyes). Así es como se ve la prisión, la cárcel, "que otros llaman el laberinto - que otros llaman el universo" (para pensar en Borges), como un corredor infinito, de "galerías hexagonales" infinitas.
En el asilo Arkham para Criminales dementes, lugar ficticio dentro de la mitología del cómic, Batman ha encerrado a un gran número de personajes demenciales; enfermos mentales, violadores, pedófilos, asesinos, incluso podemos pensar en blasfemos, esquizofrénicos paranoicos, pueden estar también narcotraficantes, abogados corruptos, policías, y todos aquellos seres perversos que uno se pudiera imaginar.

"En aquella época se encerraba sin discriminación alguna a los viejos, discapacitados, a la gente que no podía o no quería trabajar, a los homosexuales, a los enfermos mentales, a los padres dilapidarios, a los hijos pródigos: se los encerraba a todos juntos en el mismo lugar" (Michel Foucault, citado por Francois Boullant, en Michel Foucault y las prisiones).

Como vemos, señalando la cita anterior, en el asilo Arkham están encerrados todos los criminales dementes, juntos, en el mismo espacio, en el mismo lugar. Es una prisión infinita, porque se pierde en los corredores de la mente, la locura, el crimen, una maldad casi metafísica. La prisión que representa este asilo es una metáfora de las prisiones.

"El panóptico de Bentham", "... en la periferia, una construcción en forma de anillo; en el centro, una torre, ésta, con anchas ventanas que se abren en la cara interior del anillo. La construcción periférica está dividida en celdas, cada una de las cuales atraviesa toda la anchura de la construcción. Tienen dos ventanas, una que da al interior, correspondiente a las ventanas de la torre, y la otra, que da al exterior, permite que la luz atraviese la celda de una parte a otra. Basta entonces situar un vigilante en la torre central y encerrar en cada celda a un loco, un enfermo, un condenado, un obrero o un escolar. Por el efecto de la contraluz, se pueden percibir desde la torre, recortándose perfectamente sobre la luz, las pequeñas siluetas cautivas en las celdas de la periferia. Tantos pequeños teatros como celdas, en los que cada actor está solo, perfectamente individualizado y constantemente visible. El dispositivo panóptico dispone unas unidades espaciales que permiten ver sin cesar y reconocer al punto. En suma, se invierte el principio del calabozo; o más bien de sus tres funciones - encerrar, privar de luz y ocultar -; no se conserva más que la primera y se suprimen las otras dos. La plena luz y la mirada de un vigilante captan mejor que la sombra, que en último término protegía. La visibilidad es una trampa" (Michel Foucault, Vigilar y castigar, pags. 203, 204).

En los diarios del Dr. Arkham no hay registros de las medidas ni del número de los cuartos que existen en la casa-asilo, únicamente vemos algunas palabras sobre esta "enorme casa", "Durante la larga enfermedad de mi madre, la casa parecía enorme, terriblemente real, tanto que yo me sentía como un fantasma en sus corredores... Como hijo único, he heredado la casa y el gran terreno a su alrededor...". La enorme casa del Dr. Arkham, pensemos, podría tener la forma que el panóptico, descrito por Foucault, tiene: un lugar de vigilancia las 24 horas del día; más luz que sombras; cada preso-paciente se encuentra en su celda, separado de otro por paredes. Pero el Asilo Arkham es una metáfora de la locura, un lugar de ficción, inventado por la mente enferma del Dr. Arkham, que también puede ser visto como una invención de la mente enferma de Batman. Es por eso que en el Asilo vemos espejos, pasadizos, escritos, y en todo momento, pasando por la oscuridad del lugar, la figura de Batman, enfrentando a todos los criminales dementes.
(Si nos quedamos con la metáfora del laberinto, y la aplicamos a la cárcel, al asilo para criminales dementes, y la podemos llamar prisión infinita, y si contemplamos esta prisión como laberinto, y retornamos a algunos textos, entonces podemos ver lo siguiente, "Si la cosmovisión borgiana nos propone "el mundo como un libro infinito" del que el hombre es a la vez autor y protagonista, de ella se desprende la idea clave de que los posibles caminos que se entrecruzan en este "libro" forman un laberinto" (Myrta Sessarego, Ibid.) La prisión infinita, que se puede llamar el laberinto, el libro o el universo, es el lugar en que habita el hombre, y nosotros, los hombres, "somos versículos o palabras o letras de un libro mágico, y ese libro incesante es la única cosa que hay en el mundo: es, mejor dicho, el mundo"; es en esta imagen que describe Borges donde podríamos decir que en el asilo para criminales dementes, es un gran libro, y cada demente, cada criminal, es una letra, palabra o versículo, un texto para ser escrito y leído. Cuando Batman habla con Joker, el primero le dice, "¡Joker! ¿Estás ahí? ¿Qué quieres?... No me hagas perder el tiempo, Joker. Dime lo que quieres", y el Joker le contesta, "Creo que puedes adivinarlo... Te queremos a ti... Aquí, con nosotros en el manicomio. Donde perteneces". Luego sigue un diálogo entre el Comisionado Gordon y Batman. Gordon: "¿Estás bien? Sabes que no tienes por qué ir. Déjame organizar un grupo de rescate", Batman: "No. Es algo que debo hacer", Gordon: "Mira, puedo entender si tienes miedo. Arkham tiene una reputación...", Batman lo interrumpe: "¿Miedo? Batman no le teme a nada. Pero yo sí tengo miedo. Temo que Joker tenga razón respecto a mí. A veces yo... cuestiono la racionalidad de mis actos. Y temo que al atravesar las rejas de ese asilo... cuando entre a Arkham y las puertas se cierren tras de mí... sea como llegar a casa" (Grant Morris y Dave McKean, Asilo Arkham...) ¿Cuál es el miedo de Batman? ¿La locura, a descubrirse un criminal demente como todos aquellos a los que ha encerrado? ¿Encontrarse de frente con su propio laberinto, con su destino? Veamos lo que se nos dice sobre el laberinto en Borges: "... el símbolo del laberinto representa la aparición del caos, la pérdida del hombre en un interminable ir y venir, locura que se configura como el máximo exponente del sin sentido;... es símbolo de soledad, de angustia, de muerte;... el laberinto se abre y se acerca a nuestro existir como un entramado de posibilidades, en el que la perplejidad y la esperanza atraen a la búsqueda de un hombre que se sabe perdido, pero también carente, es decir, que intuye que algo le falta, y quizá porque lo intuye es porque alguna vez lo tuvo" (Norma Garza Saldívar, Borges: la huella del minotauro). Batman tiene miedo de esa escritura en que se puede convertir; teme que él mismo sea descrito, leído como un demente y un criminal. El asilo se aparece ante él como el caos, como la locura, y ya de hecho es locura, como ese entramado de posibilidades, posibilidades infinitas. Para observar completamente el temor de Batman, veamos un fragmento de Octavio Paz, "La soledad, el sentirse y el saberse solo, desprendido del mundo y ajeno a sí mismo, separado de sí... Todos los hombres, en algún momento de su vida, se sienten solos; y más: todos los hombres están solos. Vivir, es separarnos del que fuimos para internarnos en el que vamos a ser, futuro extraño siempre... El hombre es el único ser que se siente solo y el único que es búsqueda de otro" (Octavio Paz, El laberinto de la soledad). Y por último, tenemos el fragmento de Esther Seligson, "Y el hombre se sentó a orillas del camino y lloró. Bajo el cielo rutilante de estrellas se cimbró la espada del guardián nocturno. Ningún soplo de consolación le fue enviado. Ahí estaba, atónito, solo bajo la inmensidad y con la inmensidad a sus pies... Supo que se hallaba en ninguna parte y que había perdido el sitio donde antes se encontrara. Y cuando se levantó la niebla del primero amanecer, se perfiló en el horizonte el caracol de la errancia. Oculto en el ojo de la noche, la luz se descubría poniendo en marcha al tiempo... El mundo se abría en haces de espera, y como esa apertura el hombre nacía llevando en sí un espacio silencioso, solitario, solidario, y una carencia" (Esther Seligson, La morada en el tiempo). ¿Qué representan, en cuanto a nuestra perspectiva sobre Batman, las anteriores citas? Aquella condición en que se encuentra Batman, porque no es Batman quien tiene miedo ("¿Miedo? Batman no le teme a nada"), sino el hombre detrás de la máscara de Batman ("Pero yo sí tengo miedo"). Tiene ese miedo terrible, que lo paraliza, al entrar en Arkham ("... cuando entre a Arkham y las puertas se cierren tras de mí... sea como llegar a casa"). Teme ese camino que surge ante él (el "laberinto representa la aparición del caos... el laberinto se abre y se acerca a nuestro existir..."), porque Arkham-laberinto es esa aparición del caos, y ese caos se acerca a la existencia de Batman; teme a la locura ("A veces yo... cuestiono la racionalidad de mis actos"), teme a lo que representa el Joker ("Temo que Joker tenga razón respecto de mí..."). Batman, pues, está encerrado en ese laberinto de soledad, en ese laberinto infinito, en la prisión infinita ("Te queremos a ti... Aquí, con nosotros, en el manicomio. Donde perteneces"). Ese miedo lo lleva a lo que nos dice Seligson, "Ahí estaba, atónito, solo bajo la inmensidad y con la inmensidad a sus pies... Supo que se hallaba en ninguna parte...", y en ninguna parte permanecería. Así que, desde el principio de la existencia de Batman, lo que movió al hombre tras de la máscara fue la soledad, la carencia. Luchar contra aquello que temía: la locura, el crimen. "Vivir, es separarnos del que fuimos para internarnos en el que vamos a ser, futuro extraño siempre... El hombre es el único ser que se siente solo y el único que es búsqueda de otro" (Octavio Paz, Ibid.), y, ¿cuál es ese otro que busca el hombre? ¿Cuál es ese otro, que es futuro extraño, al que lo espera delante, por el que se separa de sí, del que fue? "Padre... estoy aterrado, temí morir esta noche. He tratado de ser paciente, he tratado de esperar... Pero tengo que saber... ¿Cómo, padre? ¿Cómo debo hacerlo? ¿Cómo podría infundirles temor?... De pronto, un ruído extraño llegó sin aviso... Rompió el ventanal de tu estudio, ahora mío y entró... Ya lo había visto antes en algún lugar... De niño me asustaba mucho. Me atemorizaba. Sí, padre. Yo seré un Hombre-Muerciélago" (Frank Miller y David Mazzuchelli, Batman: Year one). "Debo ser una criatura. Debo ser una criatura de la noche. Mami murió. Papi murió. Brucie murió. Seré un Murciélago" (Grant Morris y Dave McKean, Ibid.). En estas líneas podemos contemplar ese separarse de sí, del que fue, y esa búsqueda de otro, cuando el hombre decide transformarse, inventarse a sí mismo, como un Hombre-Murciélago, un Batman. La transmutación de su propio ser en otro ser, un ser más allá de su debilidad, de su propia humanidad, un ser que por su misma fortaleza deja al descubierto su situación de humano, demasiado humano, un momento en el que su naturaleza natural se eleva hasta formar una segunda naturaleza. Para explicar lo anterior, veamos algunas palabras de Eduardo Scheffler, "La máscara es un elemento clave de la mitología universal. Durante milenios, los seres humanos la hemos utilizado para convertirnos en algo que no somos... (Batman) es quizás uno de los superhéroes más complejos que hemos visto en pantalla. Su vocación heroica no surge por bondad; es su sed de venganza la que lo lleva a adopar una nueva identidad para combatir el crimen... utiliza una máscara con la que deja de ser él para transformarse en Batman... se abre una puerta detrás de la cual aparece la máscara del héroe. Intacta. Vacía. Pero lista para ser utilizada. Sagrada... se escuchan los pensamientos de un hombre atormentado que busca su propia libertad por medio de la transfiguración... Dice Christian Bale, actor que encarnó a Batman en Batman inicia, "Sentí que todo en Bruce Wayne debía transformarse... Me parecía que si sólo era Bruce vestido de Batman iba a ser un poco ridículo... por eso incluso la voz debía ser bestial. El primer día que me puse el traje me sentí como una pantera, como un animal salvaje... como un depredador" (Eduardo Scheffler, Identidad del héroe, en Cine Premiere). El hombre que porta a Batman es aquel que teme, no es Batman el que teme, sino el hombre, por su saberse frágil, "saberse solo"; pero como dice, en algún lugar, sobre el Quijote, "no es valiente, sino que a veces vence su cobardía")
Volviendo a la prisión. Veamos lo que nos dice Foucault,

"La prisión es el único lugar en el que el poder puede manifestarse de forma desnuda, en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como poder moral. [...] Esto es lo que es fascinante en las prisiones, que por una vez el poder no se oculta, no se enmascara, se muestra como tiranía llevada hasta los más ínfimos detalles, poder cínico y al mismo tiempo puro, enteramente "justificado" ya que puede formularse enteramente en el interior de una moral que enmarca su ejercicio: su tiranía salvaje aparece entonces como dominación serena del Bien sobre el Mal, del orden sobre el desorden" (Michel Foucault, "Los intelectuales y el poder", citado por Nelson Minello Martini, A modo de silabario. Para leer a Michel Foucault).
La cita nos habla de la prisión como parte de un poder excesivo, un poder que llega a límites incomprensibles, porque es un poder desnudo, que se muestra tal como es. Pero, ¿qué es el poder? Desde una teoría foucaultiana, nosotros diríamos lo siguiente sobre el poder, o, mejor dicho, las relaciones de poder.
En la lógica foucaultiana hay algunos elementos que son importantes señalar, como es el caso de la anatomopolítica o anatomía política, o la biopolítica y el biopoder. La anatomía política funciona como un mecanismo de poder o mecánica del poder, que va a explorar, desarticular y recomponer el cuerpo humano en diferentes puntos, como sea la educación, el aumento de las aptitudes, arrancándole las fuerzas (vitales), en definitiva, utilizando el cuerpo humano. Este mecanismo del poder es una fabricación por medio de una multiplicidad de procesos que convergen y dibujan una metodología. En cuanto al bipoder, está constituído de técnicas que nos llevan a la metodología que nos encontramos en la anatomía política, es decir, una metodología para utilizar el cuerpo humano como máquina. Esta metodología podría ser llamada procedimiento de poder. En este caso, el biopoder es parte de las "herramientas", o técnicas de poder, que se utiliza para la biopolítica. La biopolítica va a tomar a la población como problema político, científico, biológico y de poder. La población se vuelve un elemento político. El biopoder hace uso de las técnicas de poder que surgen de diferentes instituciones, pero es la biopolítica la que vuelve todo este poder en una estrategia de poder político. Como vemos, la anatomía política se mueve en el biopoder que a su vez es sostenido por la biopolítica. Biopolítica, biopoder, anatomía política es igual a pensar el poder sobre la vida, el poder sobre los hombres como seres vivientes, como pertenecientes a una especie. Es transformar la perspectiva de lo viviente como una especie de máquina-viviente, un robot-humano, un tecno-humano. Pero para que funcione esta anatomía política, el biopoder necesita estar constituído de dispositivos. Los dispositivos son una red establecida entre diferentes elementos, y diferentes entre sí. Cada elemento está vinculado, de tal forma que esta vinculación es el dispositivo. Y como en los anteriores conceptos, el dispositivo está dispuesto de modo estratégico. El dispositivo está "acomodado" en las capas sociales de tal forma que existe una manipulación de fuerzas, manipulación que es llevada a cabo de forma racional, concertada. Todo esto, la anatomía política, el biopoder, la biopolítica, el dispositivo, está formando lo que se podría llamar las relaciones de poder. El poder existe únicamente en acción. El poder no pertenece a nadie específico, sino que son las estrategias que se llevan a cabo dentro del tejido social. Estas estrategias son lo que ya hemos señalado, los mecanismos de poder, o la mecánica de poder. El poder se mueve de tal forma, que podríamos decir con Foucault, atraviesa los cuerpos, transforma la vida de los hombres, produce, es decir, estas estrategias son positivas.
Hasta aquí el resumen de lo que son estos conceptos. Veamos lo que nos dicen algunos autores. El poder

"... no es tanto una propiedad como una estrategia, y sus efectos no son atribuibles a una apropiación, "sino a disposiciones, maniobras, tácticas, técnicas, funcionamientos"; "se ejerce más que se posee, no es el privilegio adquirido o conservado de la clase dominante, sino el efecto de conjunto de sus posiciones estratégicas" (Gilles Deleuze, Foucault, pag. 51).

Además, "El poder más que reprimir "produce realidad", y más que ideologizar, más que abstraer u ocultar, produce verdad" (Gilles Deleuze, Ibid., pag. 55). Y Foucault nos dirá lo siguiente, "las prácticas sociales (vemos las estrategias de los mecanismos de poder dentro de estas prácticas sociales) pueden llegar a engendrar dominios de saber que no sólo hacen que aparezcan nuevos objetos, conceptos y técnicas, sino que hacen nacer además formas totalmente nuevas de sujetos y sujetos de conocimiento" (Michel Foucault, La verdad y las formas jurídicas, pag. 14) ¿Cuál es el sentido de las anteriores citas? Veamos.
El poder es una estrategia que se lleva a cabo en el tejido social; estas estrategias producen objetos, conceptos, nuevas formas de sujetos de conocimiento. Las relaciones de poder están de tal forma dispuestas que podríamos decir, estamos ante una gran maquinaria social, una hiper-estructura. Dentro de esta hiper-estructura, el hombre es inventado, una y otra vez; las prácticas sociales engendran el dominio de saber que constituye al hombre. La anatomía política se va constituyendo por diferentes elementos, lo que Althusser llamaría Aparatos Ideológicos del Estado, aunque no podemos decir que sea retomado este concepto por Foucault, nos podría mostrar los aparatos en que las estrategias se van engendrando. Los micropoderes, según Héctor Ceballos Garibay, que constituyen la sociedad son: la familia, la escuela, los hospitales, la Iglesia, la cárcel (Héctor Ceballos Garibay, Foucault y el poder, pag. 45). Es por medio de estos micropoderes que las estrategias se vuelven efectivas, atravesando todo el ser del hombre, espíritu, alma, cuerpo, mente, fuerza de trabajo. Son estas estrategias, estos mecanismos de poder, los que producen saberes, y es aquí donde surge un sujeto de conocimiento, o mejor dicho, donde se fabrica o inventa un sujeto: el delincuente.
"... el delincuente delata su lugar de nacimiento: esa segunda mitad del siglo XVIII, cuando se transforma en el enemigo público" (Francois Boullant, Ibid., pag. 78). El delincuente es el enemigo público número 1 de la sociedad, por tanto, como tal, la prisión es el medio para encerrarlo y defender a la sociedad. Pensando de este modo, y volviendo al mundo de Batman, surge una pregunta, ¿por qué encierran al Joker? ¿Por qué llega a existir el Asilo Arkham para criminales dementes? Antes de responder estas preguntas, veamos más sobre el delincuente

"... el delincuente es un producto de la institución. Palabra preciosa que expresa un doble sentido: la prisión engendra una fabricación propiamente social y una fabricación más específicamente cognitiva de la delincuencia. [...]... el delincuente es el producto artificial de la técnica penitenciaria y de su correlato criminológico. La cárcel es el laboratorio donde se elabora la delincuencia" (Francois Boullant, Ibid.)

La prisión o cárcel…

"concierne a lo visible: no sólo pretende hacer ver el crimen y el criminal, sino que ella misma constituye una visibilidad, antes de ser una figura de piedra es un régimen de luz, se define por el "Panoptismo", es decir, por un agenciamiento visual y un medio luminoso en el que el vigilante puede verlo todo sin ser visto, y los detenidos ser vistos en cada instante sin que vean..." (Gilles Deleuze, Ibid., pag. 58)

Podríamos decir, entonces, que la prisión o cárcel, es el lugar en que la ficción llamada delincuente toma su forma última. Como vimos, la prisión es el teatro donde el poder se muestra desnudo, tal como es, e intenta "reformar" y "reeducar" a los "detenidos". Es el lugar por excelencia donde los cuerpos, el alma, lo que el hombre es, se vuelve una máquina completa; es una fábrica de criminales. La cárcel intenta "controlar y manipular el soma y la subjetividad de los detenidos..." (Héctor Ceballos Garibay, Ibid. pag. 97). Vuelve la pregunta, ¿por qué encierran al Joker? ¿Por qué existe el asilo Arkham?
Las posibles respuestas:
1) porque el Joker se ha vuelto el enemigo público de la sociedad que Batman defiende;
2) porque en una sociedad donde el hombre es visto como una máquina, y tratado de esa forma, donde, por medio de estrategias, inventan o fabrican nuevos sujetos de conocimiento, en una sociedad en que el hombre necesita estar adaptado al sistema en que vive, el Joker es un "anormal", un "homosexual", un "criminal demente", un "engranaje descompuesto" de la gran máquina;
3) porque al ser los elementos de una sociedad conformada por los micropoderes como la familia, la Iglesia, la escuela, etc., el Joker ha violado, blasfemado, asesinado, y ya no son esos micropoderes los que necesitan rescatar o salvar su alma, sino que necesita entrar a un mecanismo de poder disciplinario en extremo.
Siendo así, logramos comprender el sentido del nombre, "Asilo Arkham para criminales dementes": "La noción de peligrosidad -aquella peligrosidad intrínseca a la "naturaleza" del Joker- se asegura un papel de primer plano en las elaboraciones teóricas del siglo XIX, en la intersección de la psiquiatría y la criminología, del asilo y la cárcel. Esa noción es mixta: el individuo peligroso es al mismo tiempo enfermo y criminal, sin ser por completo ni una ni la otra cosa... un individuo sólo es peligroso porque está enfermo" (Francois Boullant, Ibid. pag. 79, 81), y como tal, necesita ser tratado y castigado, necesita ser medicado, pero también necesita ser disciplinado. Aquí vemos esa expresión de por qué es un asilo para "criminales dementes".
Del diario del Dr. Amadeus Arkham: "Trabajo en el hospital psiquiátrico estatal. Hoy me han transferido un paciente de la penitenciaría de Metrópolis. Se llama Martin Hawkins. "Mad Dog" Hawkins. [...] Tras dos horas, lo regresan a la penitenciaría en espera de su juicio. ¿Cuántos más como él debe haber? Hombres cuyo único crimen es su enfermedad mental, atrapados en un sistema penal, sin esperanza de tratamiento" (Grant Morris y Dave McKean, Ibid.). Aquí, mediante la lógica que venimos manejando, vamos a encontrar a ese "criminal demente" que necesita ser medicado y castigado. El trabajo en el hospital psiquiátrico y la transferencia de un paciente de la penitenciaría. Arkhma es un lugar de vigilancia y castigo, de hospital y cárcel. Y más adelante vuelve a decir el Dr. Arkham, "Le digo a mi querida Constance y a la pequeña Harriet que iremos a vivir a mi casa en Ciudad Gótica, para convertirla en una instalación para tratamiento de enfermos mentales. [...] Traeré la luz a los corredores tenebrosos de mi niñez. Abriré las puertas cerradas y llenaré los cuartos vacíos. Y, sobre todo, pondré una imagen del triunfo de la razón sobre la irracionalidad" (Ibid.). Hasta aquí el hospital para dementes, ahora veamos la prisión para los criminales, "Debo contener a las presencias que rondan por estos cuartos y escaleras estrechas. Las rodearé con barras, muros y cercas electrificadas, y oraré para que nunca se liberen". Hasta aquí vemos las dos perspectivas: la cura y el castigo. Ambas funcionan para sanar, curar, salvar al delincuente. Pero hay algo más profundo en esta lucha de Arkham/Batman por encerrar a los delincuentes.
Batman llega al lugar de los espejos, dentro del Asilo Arkham, y toca uno de ellos; se escucha "¡Brilla, brilla, murcielaguito!", en ese momento su imagen se refleja infinitamente, y comienza a surgir un hombre que está dentro del espejo: El Sombrerero loco. "¡Quisiera saber cómo eres!", ¿acaso no sabe cómo es Batman? ¿Acaso sus enemigos no saben cómo es él en realidad? ¿Qué es lo que oculta Batman, que sus enemigos desean conocer? "Me alegra que pudieras venir - le dice el Sombrerero - Tengo muchas cosas que decirte. Ahora debes sentirte indefenso, supongo. Esta casa... hace cosas con la mente". Le dice todo eso mientras se encuentra fumando Hachís. Cuando exhala el humo de su pipa, podemos ver el rostro, drogado, del Sombrerero, y después cuestionarse a sí mismo frente al Hombre-Murciélago, "¿Dónde estaba? ¿Dónde estoy? ¿Dónde estaré?... Ah, sí. El desorden aparente del universo sólo es un orden mayor e implica un orden más allá de nuestra comprensión", no podríamos decir, por las imágenes ahí mostradas, que fuera un riguroso filosofar sobre la existencia del Universo y de uno mismo dentro de él, tampoco podemos decir que sea el efecto de la droga que está consumiendo este personaje, más bien diríamos que es parte de toda la "demencia" de que es presa. Lo podemos confirmar en las siguientes palabras, "Por eso me interesan... los niños. Todos están locos, ¿sabes? Y cada uno lleva un adulto implícito. El orden sale del caos. ¿O es de la otra manera? Conocerlos es conocerme. En especial a las niñas. Niñas rubias. ¡Perritas irreverentes! Oh, Dios. ¡Dios, ayúdanos!" La enfermedad que "mora" en el Sombrerero, su pedofília hacia las niñas, especialmente las rubias, nos muestra la demencia de este personaje. El Sombrerero loco, que en realidad es el Dr. Jervis Tetch, toma su "apodo" del "Sombrerero loco", de Alicia en el país de las maravillas; este personaje es un "peligro" para la sociedad, "un individuo sólo es peligroso porque está enfermo" (Francois Boullant, Michel Foucault y las prisiones, pag. 81), entonces Batman tiene que encerrarlo en el Asilo Arkham, porque Batman se dedica a "defender la sociedad". "A veces... a veces creo que el asilo es una cabeza. Estamos dentro de una gran cabeza, y existimos porque nos sueña - vuelve a decir el Sombrerero -. Quizás es tu cabeza, Batman. Y Arkham es un espejo. Nosotros somos tú". La voz se vuelve a plasmar en lo que podríamos llamar "voz escrita en off" al final, cuando Batman queda, una vez más, frente al espejo que lo refleja infinitamente, y las últimas palabras del personaje loco se escuchan ya sin aparecer él mismo. Ahora vemos que la historia se entremezcla con las páginas del diario del Dr. Arkham, cuando leemos, "Hago el recorrido de los corredores entre tres y cuatro de la mañana. Visito a menudo el cuarto secreto, para mantener al día mi diario. La rutina es importante. Una buena rutina aparta la mente de imágenes morbosas. A veces estoy seguro de oír risas histéricas, provenientes de una celda que yo sé que está vacía. Cubro con cinta el espejo en mi estudio. Las risas cesan. Regreso a mi recorrido de costumbre. Mis movimientos a lo largo de la casa, han llegado a ser tan formales como los de ballet. Siento que formo parte esencial de un proceso biológico incomprensible. La casa es un organismo, hambriento de locura. Es el laberinto que sueña. Y yo estoy perdido". Estas letras encierran la terrible locura, el terror ante una mente que posiblemente está enferma, y el personaje que le recuerda que posiblemente ellos sean locos que reflejan su locura. El asilo es la gran cabeza de Batman que sueña con los criminales dementes, ellos son su reflejo, Arkham es el reflejo de la locura de Batman, ellos son los sueños de Batman, sueños llenos de locura, porque Batman está loco. Y ahora Arkham ve al asilo como un organismo hambriento, un laberinto que sueña, y vemos, en un poema de Borges, el sueño que se sueña a sí mismo, "Quizá no tuve ayer, quizá no he nacido./ Acaso sueño haber soñado. /... Seguiré soñando a Descartes y a la fe de sus padres" (Jorge Luis Borges, Descartes). El "laberinto que sueña" es la locura, la mente que sueña a los criminales. "... el símbolo del laberinto representa la aparición del caos, la pérdida del hombre en un interminable ir y venir, locura que se configura como el máximo exponente del sin sentido..." (Norma Garza Saldívar, Borges: La huella del minotauro, pags. 5, 6), ese laberinto que es sin sentido, locura que sueña a la locura, es decir, locura reflejada, como vemos en otros poemas de Borges, "... sigo el odiado/ camino de monótonas paredes/ que es mi destino.../ Sé que en la sombra hay Otro, cuya suerte/ es fatigar las largas soledades/ que tejen y destejen este Hades/ y ansiar mi sangre y devorar mi muerte" (Jorge Luis Borges, El laberinto), y "No habrá nunca una puerta. Estás adentro/ y el alcázar abarca el universo/ y no tiene ni anverso ni reverso/ ni externo muro ni secreto centro.../ Es de hierro tu destino..." (Jorge Luis Borges, Laberinto).
El laberinto que sueña es la mente de Batman. Todo el asilo es la construcción de Arkhma/Batman. Ciudad Gótica y el Asilo Arkham son el sueño trazado, el laberinto de la mente perturbada de Batman. Un sueño. “¿Es esta tu historia, Bruce? Tú pudiste ser ese niño muerto, hace muchos años. Y en tu interior, crees que tal vez debió ser así… que debiste morir al lado de tu padre y de tu madre… No, Bruce. Escucha. Escucha. Puedes oírme. Puedes sentirme. Yo circulo dentro de la sangre de tus venas. Yo soy esa cosa que recorre tu columna, cuando sientes frío. Sí puedes sentirme, Bruce. Trata de sentirme… y de recordar. Trata de recordar. Cuando tus ojos observaban a los desamparados, a los desgraciados, a las víctimas humilladas de la inhumanidad… La angustia, la pena y el disgusto tal vez eran tuyos… y también la venganza… Pero la justicia era mía. La sangre del niño era tu sangre, Bruce… Pero su corazón era mío. Nativos y viajeros por igual, cuando acuden a mí, son de mi propiedad. Juegan en mis parques, bailan en mis calles. E incluso, a veces, pretenden ser nosotros. Conozco tus pensamientos, Bruce. Mientras yaces ahí, esos momentos en que observaste los ojos del cadáver del niño que pudo, o más bien que debió haber sido tú, todos estos años. Pero entonces tú no moriste y acudiste a mí. Entonces yo te necesitaba, Bruce, como te necesito ahora. Ahora te necesito más que nunca. De seguro… sí me reconoces. Tú estás conmigo… y yo estoy contigo casi toda la noche. Me reconoces por el sonido que hago al correr… al latir en tus venas. Escucha. Escucha. Ciudad… Gótica… Nosotros, Bruce… Nosotros somos Batman” (Batman en Blanco y negro, Kent Williams, “Los ojos de un niño muerto”). Esta párrafo, aunque es extenso, es necesario para comprender la forma en que el Asilo Arkham y Ciudad Gótica son Batman, son parte de su ser. Volvamos a Borges. Alberto Constante dice lo siguiente,
“… Borges, el personaje fue haciéndose una historia dentro de otra historia, una biografía dentro de una ficción o una ficción dentro de una biografía. Tal vez fue sólo el dibujo o el trazo de la infinita variedad del mundo que perfila los rasgos del rostro de aquel dibujante en el encuentro con sus fantasmas, mitos, figuras, sueños y rememoraciones de lejanas batallas” (“El otro, el mismo Borges”, en Alberto Constante, La obscenidad de lo transparente). Esta cita de Constante nos lleva de la mano a ciertos textos de Borges. “Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias… de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto traza la imagen de su cara”, y un poema, “Ante la cal de la pared que nada / nos veda imaginar como infinita / un hombre se ha sentado y premedita / trazar con rigurosa pincelada / en la blanca pared el mundo entero: / puertas, balanzas, tártaros…/ bibliotecas, laberintos…/ el infinito, el cero. / Puebla de formas la pared. La suerte, / que de curiosos dones no es avara, / le permite dar fin a su porfía. / En el preciso instante de la muerte / descubre que esa vasta algarabía / de líneas es la imagen de su cara”. Todos estos fragmentos nos sirven para ver que realmente Arkham y Ciudad Gótica son la creación de la mente de Batman. Hasta ahora él ha soñado a los criminales dementes. Ellos son sus sueños, su mente más perturbada. Espantapájaros, Joker, Pingüino, Acertijo, Gatubela, Sombrerero loco; todos ellos. Pero tal vez en el asilo-prisión, que se vuelve infinito, se encuentren todos aquellos personajes desquiciados, aquellos que sabemos, a lo largo de la historia, que Batman habría encerrado: el Marqués de Sade, Nietzsche, Foucault, Kafka, Cortázar, Hannibal Lecter; y otros personajes más. Pero todos ellos serían encerrados, ya no en un sentido real, sino porque el Asilo Arkham es el reflejo de la locura del mundo.
Lo que vemos es la lucha de Arkham/Batman contra su propia locura; el orden, las estrategias, la disciplina que se encuentra administrada por un poder capilar inmerso en los tejidos sociales, son la forma en que aquellos que se mantienen sumergidos en las relaciones de poder, seres anónimos, porque el poder no tiene rostro sino simplemente existe la sombra de su acción, se podrán defender. Defender la sociedad es la forma de defenderse ellos mismos. Batman, sus enemigos, el Asilo Arkham, es la gran metáfora de todo lo que hemos escrito y citado de Foucault. Es la gran metáfora del poder infinito controlando a todos aquellos “malvados” en una prisión infinita. Es por eso que vemos a un Batman temeroso de descubrirse enfermo, temeroso de ser, él mismo, el loco, el asesino, el criminal, y sean, todos aquellos encerrados, su simple reflejo.
Ya casi al final, encontramos el siguiente diálogo entre Batman y Joker:
Batman: “Son libres. Todos son libres”.
Joker: “Oh, eso ya lo sabemos. Pero, ¿y tú qué?”
Cuando termina esa noche, el Joker acompaña hasta la puerta a Batman, para despedirlo, y le dice lo siguiente: “Disfruta tu vida afuera. En el asilo”.
El blanco tiene unas gotas de negro, la locura tiene un poco de razón, la puerta se abre y el afuera se muestra un poco. Dice Julio Cortázar, “… algo viviente camina en círculo dentro de la cabeza…”

Pd. Otra historia sobre el Asilo Arkham. Batman llega hasta el Asilo Arkham. La noche continúa su camino y todos los criminales dementes salen a cazar al murciélago. Pasan las horas y nada se escucha ya dentro del lugar. Las ratas corren por los pisos; los animales misteriosos y nocturnos llenan el lugar. Un nuevo preso ha llegado a la última sala, al cuarto más oscuro. Conectado con cables a diferentes monitores, pueden verse sus pensamientos; todos ellos, como si fuesen un infinito aleph, uno tras de otro, y ninguno sobrepuesto en el otro. Joker lo mira enternecido y sonríe. Un monitor tiene la imagen de un murciélago. El preso, que también es paciente del asilo, balbucea un nombre, que se escucha en una voz casi apagada: “Bat… man, Bat… man, Bat… man…”. Acto seguido, el preso-paciente agacha su rostro, su mirada se cierra y una lágrima nace de sus ojos, recorrer sus mejillas y muere en sus labios, de donde fluye una pequeña línea de saliva. Los sedantes lo tranquilizan hasta que se duerme. Joker le toca el hombro y le susurra, “¿Sientes cómoda tu casa, murcielaguito?” Por fin la noche se ha vengado del día, la luz se ha apagado, la locura se ha levantado para dominar el mundo de la razón y la oscuridad reinará por mil generaciones.


Comentarios

Entradas populares de este blog

ENSAYO: ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA, DEL HOMBRE SUPERIOR, NIETZSCHE