WALTER BENJAMIN: MAPA DE UNA VIDA



Una tarde de abril de 1934, Walter Benjamin inició en París, en el café Les Deux Magots, un combate contra el olvido. Papel y pluma, sobre la mesa del café dibujó el esquema gráfico de su vida como se marca la traza de una ciudad. Ese mapa, pensaba Benjamin, debe tener la profundidad de un sueño. Todos llevamos dentro una ciudad conocida solo por nosotros. La avenida más grande, la familia; plazas y parques, un gran amor; barrios peligrosos, nuestros demonios - Rafael Pérez Gay 

Una tarde de abril de 1934, Walter Benjamin inició en París ––en el café Deux Magots–– una lucha radical contra el olvido. Tomó una hoja de papel y empezó a dibujar el esquema gráfico de su vida; en la espontaneidad del fluir de sus recuerdos, se impusieron con la violencia de una iluminación sus relaciones con las otras personas: las conexiones más íntimas y ocultas entre sus amigos y amores, entre sus pasiones y lugares. Esa tarde vio por primera vez el libro de citas que había soñado tanto tiempo, dibujó el mapa de su pasado, se le presentaron uno por uno los libros que más había leído y sus autores, trazó casillas, círculos y árboles genealógicos, líneas y puentes, entradas y salidas. Nunca volvió a tener tan clara esa red de relaciones, ese mapa de su pasado; era un laberinto con entradas y salidas que explicaba muchos capítulos de su vida - José María Pérez Gay

Mapa de vida en Walter Benjamin

La figura de Walter Benjamin es fundamental en la filosofía y la cultura del siglo XX. Su obra, que abarcó desde la crítica literaria y artística hasta la reflexión sobre la tecnología y la política, sigue siendo objeto de estudio y admiración. Sin embargo, una de las facetas menos conocidas de Benjamin es su fascinación por los mapas y su importancia en la representación del mundo y la memoria.

En una tarde de abril de 1934, Benjamin tuvo que trazar el mapa de su vida en el café Les Deux Magots de París. Esta acción, aparentemente sencilla, es en realidad una manifestación de su interés por la relación entre el espacio, el tiempo y la memoria. Para Benjamin, el mapa no es solo una representación gráfica de un territorio, sino una herramienta para entender las conexiones entre las experiencias y las personas que habitan ese territorio.

En su esquema gráfico, Benjamin dibuja una ciudad que es a la vez su vida: la avenida más grande representa a su familia, las plazas y los parques a su gran amor, los barrios peligrosos a sus demonios. Cada elemento del mapa tiene una significación simbólica que refleja su experiencia vital. En este sentido, el mapa es una especie de autobiografía, una narración visual que permite al autor reflexionar sobre su pasado y su identidad.

Pero el mapa de Benjamin no es solo una herramienta para la introspección personal. También es una forma de combatir el olvido y la fragmentación de la experiencia humana en la modernidad. En un mundo cada vez más alienante y deshumanizado, Benjamin ve en el mapa una forma de reconectar con nuestras raíces y nuestra identidad. Todos llevamos dentro una ciudad conocida solo por nosotros, y el mapa nos permite explorarla y comprenderla.

La idea de Benjamin del mapa como herramienta para la memoria y la identidad es especialmente relevante en la era digital. En un mundo donde la información se acumula en bases de datos y los recuerdos se almacenan en la nube, es fácil perder de vista nuestra relación con el espacio y el tiempo. Los mapas digitales, que no permiten el explorar el mundo desde cualquier lugar, pueden ser una forma de recuperar esa conexión perdida.

Pero también es importante recordar que el mapa de Benjamin no es solo una representación objetiva de la realidad. Es una construcción subjetiva, que refleja la experiencia personal del autor. En este sentido, el mapa es una obra de arte, una forma de expresión creativa que nos permite explorar nuestra propia subjetividad y nuestra relación con el mundo.

En conclusión, el mapa que Walter Benjamin trazó en el café Les Deux Magots es mucho más que una simple representación gráfica de su vida. Es una herramienta para la introspección personal, la memoria y la identidad, así como una manifestación de su interés por la relación entre el espacio, el tiempo y la experiencia humana. En un mundo cada vez más alienante y fragmentado, el mapa de Benjamin nos invita a explorar nuestra propia ciudad interior ya encontrar la profundidad de un sueño en nuestra propia historia personal.

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