POSTULADO 115: LAS ARMAS DEL PARAÍSO



Reflexión a modo de cuento

Quizá este texto sirva de recordatorio del cuento que he querido escribir por mucho tiempo. Estas líneas las he escrito para enviarlas a un viejo lector que ha seguido la evolución de mi escritura por años, y ahora que puedo escribir (hacerlo antes me era imposible porque los tiempos no han permitido que me siente a pensar en la escritura de lo que ahora ya puedo redactar). Escribo acerca de un cuento que llevo ya muchas semanas pensando, que me ayudaría a unir diferentes ideas que tengo al momento de pensar, algunas investigaciones, hojas sueltas, papel, citas, reflexiones. Un mundo de cosas que hasta ahora no he podido unir porque de pronto, ante los ojos de cualquiera, aparecen sueltas, sin unión de ningún tipo, sin poder relacionarse. Pero con el paso del tiempo, las muchas lecturas, los autores, textos que he podido encontrar perdidos en los periódicos, logré una primera idea, y transcribo aquello que me ha ayudado en todo este tiempo, “Una tarde de abril de 1934, Walter Benjamin inició en París –en el café Deux Magots– una lucha radical contra el olvido. Tomó una hoja de papel y empezó a dibujar el esquema gráfico de su vida; en la espontaneidad del fluir de sus recuerdos, se impusieron con la violencia de una iluminación sus relaciones con las otras personas: las conexiones más íntimas y ocultas entre sus amigos y amores, entre sus pasiones y lugares. Esa tarde vio por primera vez el libro de citas que había soñado tanto tiempo, dibujó el mapa de su pasado, se le presentaron uno por uno los libros que más había leído y sus autores, trazó casillas, círculos y árboles genealógicos, líneas y puentes, entradas y salidas. Nunca volvió a tener tan clara esa red de relaciones, ese mapa de su pasado; era un laberinto con entradas y salidas que explicaba muchos capítulos de su vida”. Este fragmento de pensamiento me ha ayudado a pensar en mi cuento, ya que dentro de él he podido encontrar todo un mundo de reflexiones, de ideas, de salidas y entradas, y una de las imágenes que mayor poder ha ejercido sobre mi imaginación ha sido la del laberinto, que encuentro en lo antes descrito. Así que comenzaría explicando que debo la posibilidad de escribir este cuento a la búsqueda de un libro imposible de ser escrito, al pensamiento de un cuento sobre los cuentos, al estilo que fusiona estilos, ya sea el cuento con el ensayo, el poema con la reflexión filosófica, la teología de la ficción y a una imposible ars poetica. En todo momento pienso dentro de él que le escribo a un imposible lector, a un hombre perdido en el tiempo, a una mente sin cuerpo, a los ojos que miran desde ningún lugar, pero sobre todo, intento perderme dentro de sus líneas, imaginar tantas posibilidades de realidad que la suma de todas ellas parece que da como resultado una sola realidad, sin alteraciones, sin posibilidades de más caminos ni de pensamientos mágicos. Es un cuento que habla sobre la creación de los cuentos, y aun cuando en un principio quería escribir algo increíble, lo único que he logrado es algo normal, o tal vez se llegue a descubrir que después de todo nada es normal, pero, ¿quién puede saberlo? Transcribiría aquella frase que rescata Borges, “Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su manos… ¿entonces, qué?”

La primera vez que lo pensé quise hacerlo como poema, pero no era la estructura que buscaba, así que lo borré y traté de ver las posibilidades de que fuera un cuento corto, pero me parece que el título es más profundo de lo que aparenta. Entonces pensé que quizá podría ser un cuento largo, corto, o como fuera, pero que contuviera diversos elementos, como los cuentos fantásticos, además de tener una sensación de leer un cuento corto, y al mismo tiempo, una forma de autobiografía. Así fue que pensé en mi abuelo, Víctor Hernández, y hablar un poco de su religión, además, mencionar que era presbiteriano. El cuento tomó la forma de cuentos de Borges, porque tenía elementos de sus cuentos, como las bibliotecas, los laberintos, los espejos, o el lenguaje. Además, terminaba con una posdata que era como las que Borges mismo escribía. Aunque claro, en nada se compara con la profundidad de los cuentos borgesianos, ya que el que escribí apenas tocaba la superficie de lo que pensaba. Así que sigo buscando el contenido del cuento que estoy escribiendo.

He pensando que tal vez quisiera hablar de algún animal, quizá un perro o un gato, aun cuando Murakami habla constantemente de gatos mágicos, o al menos de personas mágicas que pueden hablar con los gatos. Muchos cuentos contienen animales, y vuelvo a Borges para hablar, ya no de animales normales, sino de animales fantásticos, bestias, bestiarios, o de animales y hombres unidos, como el fantástico Minotauro. Entonces descubro que tal vez no es un animal el que necesito, y comienzo a pensar que tal vez lo que se necesita es pensar en un bestiario pero de palabras, de letras, un bestiario formado por un lenguaje quizá infinito. Podría pensar en esa bestia fabulosa como es el infinito, o el monstruoso laberinto o el terrible libro que repite a la perfección el otro monstruoso ser fantástico que es el mundo. Pero todos estos son conceptos, son palabras que nos sirven de herramientas para pensar la realidad, otro animal fantástico que difícilmente puede ser pensado. Es decir, este bestiario de herramientas conceptuales podría dar una percepción de cuento filosófico al texto que intento escribir.

Este cuento que intento escribir contiene influencias de diversos tipos y además procura ser la parte literaria de aquello que he escrito desde hace más de tres años, y que es la vieja investigación sobre Babel. Para Babel he pensado en los conceptos como cosas que cobran vida casi de forma mágica en la mente de aquel que los contiene. Son herramientas para pensar, para ver más allá de la realidad que tenemos delante de nosotros, son como el telescopio o el microscopio, como el reloj o los lentes, son herramientas para transformar nuestra visión y ampliar el horizonte de nuestros pensamientos.
Cuando escribes un cuento inicias pensando la historia, conformas todo lo que acontecerá, pero procuras no desviarte ya que un cuento es certero, sigue una línea casi recta, desarrolla todo el mundo que estás construyendo, no así las novelas. Pero esto no quiere decir que el cuento sea un trazo cerrado, ya que dentro de él pueden existir momentos mágicos que rompan con la trama, además de que, como lo he experimentado al leer a varios autores, el cuento posmoderno ha dejado la linealidad que era esencial a los cuentos anteriores. Hoy los cuentos rompen muchos esquemas y a veces se vuelven metodologías para sostener ideas. Algunos cuentos son profundos ensayos, o son rompimientos de la barrera de lo real para unir realidad con virtualidad. Un cuento posmoderno es como una realidad virtual, fuera de la realidad virtual que vivimos dentro del ciberespacio. Así, este cuento ha tratado de ser la búsqueda del rompimiento con esa realidad fusionando la ficción con lo real y crear un mundo mágico. He escrito otros cuentos, pero son diferentes a este; aquellos son reflexiones antes de ser verdaderos pensamientos, pero no dejan de ser una colección de pequeños cuentos, de cuentos cortos que se podrían desarrollar en narraciones más profundas.

Entonces me pregunto, de qué trataría este cuento, cuál sería la historia que me llevaría a desarrollarlo, cuáles serían los conceptos que utilizaría, qué personajes estarían escritos y descritos, quién sería el personaje principal, quién escribiría el cuento, en dónde estaría sentado escribiendo el autor. Un cuento no necesariamente tiene que ser escrito por el autor, ya que su vida, plasmada sobre el texto, sería demasiado aburrida. Contar todos los momentos de la niñez, sin el sentido mágico, fantástico o increíble, no harían un buen cuento posmoderno que se cuestionara la realidad que percibe, pero si creamos un autor diferente, sin embargo en plena relación casi simbiótica con quien escribe, y transformamos el mundo que está creando en un mundo fuera del mundo real, con sus propias leyes, con sus propios pensamientos, con su propio bestiario de herramientas conceptuales, con todos los muebles de la casa, es decir, con todos los elementos del mundo, pero dentro de un cuento, entonces formaríamos un pequeño mundo, un pequeño planeta, que giraría en torno a un sol artificial, pero no por eso menos real, y podría llegar a transformarse en un espejo de nuestro mundo.

Hay momentos en los que el escritor plasma su propia profesión (que es la que más conoce) al crear a un personaje, aunque a veces el escritor primero tuvo la formación de ingeniero o de arquitecto o de abogado, entonces puede fácilmente retratar a un arquitecto, a un ingeniero o a un abogado dentro de su cuento. Entonces sabrá plasmar qué palabras va a utilizar, qué lenguaje será el suyo, cuál será su forma de concebir el mundo. Podríamos pensar en un escritor que primero trabajo, por años, en las computadoras, dentro del ciberespacio, dedicándose a la búsqueda de la información, con tendencias a pensar filosóficamente el mundo. Entonces de momento tendremos a un personaje que se sumerge en el mundo de la computación con preguntas profundas sobre el mundo, la realidad, el hombre, la condición humana. Posterior a eso comenzaremos a pensar en qué trabaja y surgirá la idea de que su labor es en las noches, y esto empieza a tener toques de Neo, el personaje de la película The Matrix, pero no es héroe de esta última, sino solamente tiene influencias en el desarrollo de su trabajo.

Luego pensamos en el mundo en que vive, pero partimos de su cuarto, de su computadora, de su música, de sus películas, de sus horarios de salida y entrada a su casa, de sus comidas, de su ropa, de sus gustos, y anotemos un plus al decir que es amante del cine y del arte, además de que posee un gusto por los cómics que cualquiera diría que es una persona obsesiva, porque diríamos que tiene serios problemas con la realidad, ya que cree encontrar un significado social en los cómics, algo así como pensar que existe una relación entre Batman y Superman, o Iron Man y el Capitán América, con el mundo real, donde surgen las polaridades, donde surgen los contrarios, donde existe un mundo dual. Incluso, diríamos, es fanático de la lucha libre y disfruta del espectáculo pensando en los rudos y en los técnicos y en su cuarto tiene posters del Santo y de Blue Demon, como los perfectos absolutos del mundo malo y del mundo bueno. Cualquiera diría, entonces, que este personaje no tiene cosas más importantes que hacer que pensar en su propio mundo subjetivo, pero nadie piensa que estas formas de creer, de pensar, son tan complejas, que afectan directamente su cosmovisión.

Esto da como resultado la lógica de pensar en que sus gustos en cine son las películas de ciencia ficción, dramas psicológicos, cine de lucha libre, películas de superhéroes, incluso las películas policiacas que lo llevan a pensar quién hizo qué y en qué condiciones, para disfrutar la sorpresa de que el bueno era malo, el malo era bueno y entre los dos existía el antihéroe, ni bueno, ni malo, simplemente un personaje interesante que hacía sus propias leyes. Además, su ropa no es elegante, y no usa ropa cara, no tiene un estilo definido, ni sigue las modas; tal vez uno tenis converse, pantalones de mezclilla, playeras con imágenes, gorra, un poco de barba, camisa de manga corta. Fanático de las búsquedas por internet, gusta de descargar libros y cómics. Y en todo esto, existe su pasión por la escritura y sus temas favoritos: filosofía, teología, literatura, cómics, cuentos, ensayos, poemas, y subir la información a sus diferentes blogs, además de que tiene una pasión por coleccionar imágenes de todo tipo. Trabaja por las noches y escucha música electrónica, quizá Paul van Dyk, Paul Oakenfold, Tiësto, Armin van Buuren, pero constantemente regresa a su pasión por el jazz, quizá Bird Parker o Miles Davis.

Ya tenemos a nuestro personaje, que ahora mismo no importa su nombre, y que no queremos revelar su país, y como no manejamos más idiomas que el español, entonces ya saben todos de qué país proviene: México, pero también podría ser un personaje argentino, o colombiano. Pero borraremos su nacionalidad y su nombre para hacerlo más complejo, y así, lo que formaremos será una historia totalmente subjetiva, y podríamos pensar que todo el tiempo en que él hable, su voz podría escucharse como voz en off, al estilo de las películas actuales. Pero su historia no sería detectivesca ni sería de cine noir, simplemente una historia llena de existencia, de percepciones, de preguntas, de cuestionamientos, porque lo que tratamos de escribir es un cuento sobre la búsqueda por el lenguaje.
Al leer todos estos elementos cualquier sabría que tenemos ante nosotros a un personaje de pleno siglo XXI, que ya no tiene mucha relación con los cuentos borgesianos, o con el autor de Rayuela, que incluso no contiene puntos parecidos a los personajes de Benedetti o que se relacionara con algún hombre de Ciencia años de soledad, pero sabemos bien que todo cuento moderno parte de los libros antiguos, sobre todo la influencia que se ha vivido en todo el mundo en cuanto a las lecturas bíblicas, a las lecturas del Quijote, al Bloomsday, a la Iliada y a la Odisea, y contemporáneos, los Cortázar, los Borges, los Umbertos Eco, toda la pléyade de escritores que nos han llenado la mente de imágenes y que a su vez ellos fueron llenados por las imágenes de los libros primeros. Nadie se escapa de la influencia de los autores, porque, como señalaría en algún texto periodístico Saramago, escribir inicia con leer, un buen escritor inicia siendo un buen lector, y Borges se agradaba más de sus muchas lecturas que de sus muchos cuentos.

Imaginemos por un momento que nuestro joven amigo vive, ya no en nuestro año, es decir, en el 2010, como si fuera tiempo real, sino en un año anterior, quizá 2000, como año simbólico de principios de siglo o en años después, como el mítico 2019, año de Blade Runner y de Akira. Podríamos incluso pensarlo en un 1985 alterno, donde el futurismo es al estilo Steampunk y lo que rige la tecnología es la nave de vapor. No deja de ser una historia de ciencia ficción y no deja de existir una profunda relación con la tecnología, aun cuando esta tenga apariencia de tecnología antigua y al mismo tiempo futurista. Entonces nuestro personaje se volvería más complejo, porque, como señalamos, se relaciona con el ciberespacio, y tiene en su cabeza muchas preguntas, muchas dudas, diríamos, existenciales, se cuestiona todo. Pero su relación con la informática, que sería al estilo William Gibson, sería por medio de un ciberespacio metafísico, ontológico, fenomenológico, y la conexión al mismo sería mediante biomicrochips instalados en el cerebro antes de nacer, siendo el ciberespacio, para ese momento, esencial en la vida social, y habitar dentro de él es lo más cercano a afirmar que realmente existe un alma dentro del hombre, aun cuando ésta habite fuera de su cuerpo. Además, abundan la tecnología corporal, la tecnología cyborg, y la carne, para ese momento, es un lujo que solamente algunos poseen, ya que la gran mayoría, por el ambiente en que se vive, han perdido ojos, brazos, piernas, órganos esenciales y son operados a fin de sobrevivir, colocando en sus cuerpos partes robóticas, pero la forma de hacer funcionar todo en ese momento es por medio de esos chips biológicos unidos al cerebro humano. Esto volvería la trama mucho más interesante, ya que las preguntas se llevarían a niveles elevadísimos y se recurriría a la abstracción casi absoluta para responderse la pregunta clásica, quién soy. Todo esto estaría dominado por corporaciones casi infinitas, empresas que regirían el mundo entero, y así entramos de lleno en el ciberpunk. Nuestro héroe, entonces, sería el rebelde, el antihéroe, el personaje que lucharía contra la marginación de los otros, pero construiría completamente sus pensamientos tanto fuera de esos elementos sociales, como dentro de ellos.

Podemos ver la mano cibernética del personaje principal, que ahora comenzaríamos a llamar antihéroe, abrazando un cuerpo femenino bien detallado, con la figura perfecta y un bello rostro, con un cabello oscuro, quebrado, hasta los hombros, tal vez más abajo, con labios perfectamente delineados, una mujer hermosa. Nuestra reflexión giraría en torno a la unión de los contrarios, a la unión de la carne humana con la tecnología, formando el cyborg, pero esto no sería más que la metáfora del mundo del lenguaje, de la unión de aquello que, como diría Foucault, habitaría en el no lugar del lenguaje. Construiríamos, entonces, imágenes metafóricas, poéticas, que serían parte de nuestras herramientas conceptuales. Todo esto es porque cada libro, cada cuento, cada poema, cada ensayo, es una epistemología, una búsqueda de lo que es el mundo, la conformación de un conocimiento acerca de todo lo que nos rodea. Incluso pensar en Superman, en Spiderman, en Hulk, es pensar en el mundo, en el hombre, es pensar en las imposibilidades humanas.

Pero en cuanto a nuestro antihéroe, de dónde proviene, tiene padres, tiene hermanos, tiene amigos, cómo se relaciona con el mundo, qué comida gusta, todo esto es demasiado complicado de resolver, porque vive en un mundo artificial donde, por lógica, las relaciones familiares serían diferentes, donde los valores morales cambiarían, donde vivir es más importante, y preguntarse sobre qué es el hombre cuando se ha unido de forma ontológica a la tecnología es la forma esencial en la que se vive hoy en día. Un mundo fragmentado, un mundo que ha dejado de existir y ya otro mundo se desvanece, un mundo así, definitivamente fragmenta el pensamiento del hombre, cuestiona muchos elementos que se viven en nuestro mundo real, las políticas son diferentes, aun cuando el poder rige más que nunca. Un antihéroe en este mundo es un marginado al volverse antihéroe y es un hombre perseguido, u hombre máquina, que busca sacar de su cerebro el microbiochip para poder construir sus propios pensamientos y ya no tener más los pensamientos que produce la tecnología de las grandes corporaciones que son dueñas de ese mundo. Un hombre así es en extremo complejo, interesante y no pide nada a otros personajes de la historia de la literatura. Un plus: es un hombre culto.

Pero este es un simple ejemplo de cómo construiríamos nuestro cuento, ya sea corto o largo; es un ejemplo de los elementos que utilizaríamos para desarrollar toda la historia. El elemento fantástico sería en sí el mundo mismo en que el personaje estaría viviendo. Pero imaginemos que nuestro personaje no es un antihéroe, sino un hombre normal, o un joven que busca, como ya dijimos, la magia del lenguaje, y entonces visita la biblioteca de su abuelo, como fue el caso del primer cuento que escribí. En esa biblioteca, haciendo eco de la biblioteca fantástica de Borges, La biblioteca de Babel, donde están todos los lenguajes, reales e irreales, el joven encontraría un libro mágico que contiene el mundo real dentro de sus páginas, y que de pronto se cuestiona si ese libro no será el pensamiento mismo de Dios en sus manos, y que ese libro sigue siendo escrito por Dios, y que si se llegara a destruir o que fuera quemado, el mundo desaparecería. Hasta ahora ese mundo fantástico que se está plasmando en el cuento es un mundo real, normal, porque el personaje no está viendo ningún elemento mágico. La sorpresa iniciaría al descubrir que ese libro describe cosas que él conoce, y mayor aun, existe dentro de sus páginas un personaje exactamente como él es. Entonces lo que lee puede ser, y aquí aprovecharíamos para utilizar un primer título, El libro del destino, que es el libro-mente de Dios. Un libro así en el mundo, además de existir en los cuentos de Borges, sería imposible. Entonces el hombre joven comenzaría a ver la mente de Dios en ese libro y se preguntaría qué relación tiene la biblioteca infinita que visita todas las tardes con este libro maravilloso.

Entonces lo que te estoy describiendo es una forma de ars poetica, una construcción de una forma de literatura. Así he iniciado a escribir este cuento, a pensar en esta narración, y te describo el proceso de lo que he pensado. He visitado muchos de los libros de otras bibliotecas, pero antes he leído los libros de mi biblioteca. He buscado los juegos del lenguaje en la poesía de Kerouac, de Blake, de Ginsberg, de Rimbaud, de Vallery; también poesía de Octavio Paz o la que ha traducido José Emilio Pacheco. Pero además, creo que hay juegos del lenguaje en la filosofía, en la teología, en la literatura, y así he visitado los libros de Foucault, de Derrida, de Heidegger, de Nietzsche, de Blanchot, de Lévinas, de Karl Barth y Paul Tillich, de Bultmann, de Juan García Ponce, de Borges, de Cortázar, de García Márquez. Pero hay dos libros que me han influenciado durante toda mi vida y es la Biblia y Don Quijote. Incluso, cuando leí una narración de Sergio Pitol, descubrí con agrado que Monsiváis hablaba sobre la influencia que ha tenido la Biblia en la literatura universal. Pero no sólo esto he revisado, también he contemplado un cuadro de Velázquez, y es Las Meninas, imagen que contiene la forma en que hablamos y pensamos, el ir y venir de la mente y del lenguaje, del pensamiento en relación con el mundo, y me parece que ese cuadro es la primer representación de la realidad virtual. Si hay algo en lo que se han basado los filósofos y teólogos para su escritura es en el arte. El arte, como la biblia o el quijote, ha permitido que se creen muchos de los mejores libros.

Te cuento todo esto para que veas cómo construyo mis pensamientos. Te confesaré que llevo años dedicándome a la filosofía y a la teología, y he tratado de formar una cosmovisión matizada con todos los principios de estas dos áreas del conocimiento, y aun cuando muchos opinan que no tienen relación entre ellas, he descubierto, en más de una ocasión, que su relación es tan profunda, que he llamado a este principio de pensamiento relación orgánica, que es una relación tan compleja, tan interna, que hace las veces de los órganos humanos; esta relación orgánica habita dentro de un cuerpo conformado por diferentes partes. Además, esta relación orgánica, en mi mente, conforma la cosmovisión de la que te hablo, y mi cosmovisión, diría, es de un filósofo y teólogo posmodernista, influenciado por Nietzsche y Juan Calvino. Nietzscheano y foucaultiano por formación intelectual, cristiano evangélico presbiteriano calvinista supralapsariano por formación religiosa. Creyente en Jesucristo por convicción de fe. Quizá aquí, incluso, podría declarar, a modo de confesión de fe, que creo que en toda mi reflexión filosófica y teológica tiene cabida la gracia de Dios, la revelación de Dios en Jesucristo. Y creo todo esto aun cuando no creo en el diablo, en los demonios, en ángeles, en el cielo ni en el infierno, pero creo en Dios, en el hombre, en el mundo y en el lenguaje.

Este cuento que intento escribir, entonces, quizá sería un repaso de mi propia vida, de mi propio ser, de lo que yo soy en cuanto a pensamiento, a reflexión, a cosmovisión, a concepción del mundo. Creo que el mundo lo he concebido de cierta forma que se ha estructurado por todas mis creencias y pensamientos durante años; pienso que las estructuras mentales son formas de construcciones epistemológicas conformadas por los paradigmas que contenemos y que se han formado por las herramientas conceptuales que tenemos en nuestro mundo lingüístico y que nos hace pensar el mundo como lo pensamos. En cuanto al lenguaje, creo que es el único medio que poseemos para poder comunicarnos con el otro, que es el único artefacto que tenemos para poder transportar nuestras ideas al otro y que le necesitamos para poder pensar, es decir, el lenguaje es una caja de herramientas magnífica. Para mí, el mundo es el escenario donde se lleva a cabo la relación con el otro por medio del lenguaje gracias a la construcción del mundo lingüístico que Dios ha creado como horizonte de las concepciones del hombre.

De esta forma, todos mis cuentos, todos mis ensayos, todos mis poemas, todos mis textos, mis escritos en general, giran en torno al otro como elemento de crisis, de conocimiento, de epistemología. Y este cuento no cambia en perspectiva: Dios como punto original de inicio o de partida (Dios como circunferencia infinita y con punto en todo lugar), el otro como crisis epistemológica, el mundo como escenario y el lenguaje como medio para llegar a los tres anteriores. Tal vez ahora mismo no escribo un cuento fantástico, ni mágico, tal vez, simplemente, escribo sobre mi vida, y mis preguntas siguen siendo,

¿Qué son las armas del paraíso, cómo las concibo, cómo las pienso, qué contienen?

Quizá esta pregunta sea como la que me ha intrigado durante años,

¿Qué es Babel?

Y como las tres preguntas epistemológicas que me rigen,

¿En qué se parecen un cuervo y un escritorio? ¿Qué hay en la caja? ¿Dónde está la cometa?

Es momento para detener la escritura de este cuento, pero haré una última confesión: primero pensé que no escribía un cuento fantástico, ahora sé que lo es. Es fantástico porque su contenido lo he pensado por largos años y me ha llevado a preguntarme qué significan aquellas dos palabras que utilizamos, y que una se escribe y pronuncia como realidad y la otra como lenguaje, además, he podido describir dentro de este cuento la construcción de todo mi mundo lingüístico. Todo esto me ha permitido pensar y escribir aquello que es imposible de pensarse: Dios, el hombre, el mundo y la relación orgánica que se da entre ellos a partir del lenguaje. Entonces me detengo por un momento, veo la hoja y la pluma junto a ella, veo la pantalla de la computadora, y en mi mente se forma una imagen donde sigo escribiendo este cuento fantástico mientras continúo cuestionándome qué hay en la caja, dónde está la cometa y en qué se parece un cuervo a un escritorio, entonces observo aquel viejo espejo que tengo frente a mí y descubro que en la superficie tiene escrita la palabra espejo, veo todo a mi alrededor, tomo la pluma entre mis dedos y escribo otra línea, en ese momento me doy cuenta que sigo soñando, sigo teniendo el mismo sueño, una y otra vez, sobre un cuento que he soñado y el lenguaje en él utilizado solo puede existir en un mundo lingüístico que alguien pudiera llegar a imaginar.

Ensayo 

El concepto de las "armas del paraíso" es un tema interesante que ha sido explorado en varias formas en diferentes contextos, desde la religión hasta la literatura, el cine y los videojuegos. A menudo se asocia con un poder divino o sobrenatural que permite a los seres humanos obtener la victoria o la salvación en tiempos de necesidad.

En la religión, las armas del paraíso se han utilizado como un símbolo de la justicia divina, la protección y la victoria en la guerra espiritual contra las fuerzas del mal. Por ejemplo, en la Biblia, se mencionan las "armas de la luz" como una metáfora de la protección divina que se ofrece a los cristianos en la lucha contra las fuerzas del mal.

En la literatura, las armas del paraíso también han sido utilizadas como un tema recurrente. Por ejemplo, en la novela épica "Beowulf", el héroe usa una espada mágica llamada Hrunting para luchar contra el monstruo Grendel y su madre. En la obra de J.R.R. Tolkien "El Señor de los Anillos", la espada mágica Andúril, forjada a partir de los fragmentos de la espada rota de Aragorn, se convierte en un símbolo de la resistencia contra el mal y la restauración de la paz y la justicia en la Tierra Media.

En el cine y los videojuegos, las armas del paraíso se han convertido en un tema popular en la ciencia ficción y la fantasía. Por ejemplo, en la película "Blade Runner", el personaje de Roy Batty utiliza una paloma mecánica para demostrar su habilidad y su poder. En la saga de videojuegos "Halo", el protagonista, el Jefe Maestro, utiliza un arma llamada "el martillo gravitatorio" para luchar contra los alienígenas invasores.

En general, las armas del paraíso son un símbolo poderoso de la esperanza, la justicia y la victoria en la lucha contra las fuerzas del mal. A menudo se ven como un recurso divino o sobrenatural que puede ser utilizado para lograr la victoria en tiempos de necesidad. Ya sea en la religión, la literatura, el cine o los videojuegos, las armas del paraíso continúan siendo un tema popular y fascinante que sigue inspirando a las personas a través de las generaciones.

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