A pesar de que el concepto de un robot con vida propia es una realidad lejana, la ciencia ficción nos brinda una infinidad de posibilidades para reflexionar sobre la posibilidad de que un robot pueda desarrollar emociones y pasiones humanas como el amor, los celos, la ira y la tristeza. Pero, ¿qué relación tiene esta reflexión sobre los robots con la Torre de Babel? En cierto sentido, la Torre de Babel representa la lucha entre Dios y los hombres, ya que la desobediencia humana llevó a la destrucción del lenguaje original y la creación de un lenguaje artificial. Este nuevo lenguaje permitió una nueva forma de decodificar los pensamientos, palabras y acciones humanas, lo que llevó a una nueva concepción de Dios. En este sentido, el lenguaje y el pensamiento están estrechamente relacionados y cualquier cambio en el lenguaje afecta directamente al pensamiento humano. En la Torre de Babel, los hombres mutaron en otros seres y se transformaron en seres artificiales debido a la destrucción de su lenguaje original. A pesar de que los hombres se extendieron por toda la tierra, la Torre de Babel siguió siendo un punto central en su vida, construyendo y reconstruyéndola una y otra vez, hasta que se transformó en una torre distinta, artificial y llena de colores, sonidos y nuevas estructuras. La Torre de Babel representa nuestra esencia y nuestra forma de ser, nuestra alteridad en este mundo. Somos seres humanos que piensan, sienten, trabajan, hablan, construyen y viven de formas variadas, y nos extendemos en un horizonte casi infinito, explorando lo imposible de contemplar.
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Del hombre superior Friedrich Nietzsche 1 Cuando por primera vez fui a los hombres cometí la tontería propia de los eremitas, la gran tontería: me instalé en el mercado. Y cuando hablaba a todos no habla a nadie. Y por la noche tuve como compañeros a volatineros y cadáveres; y yo mismo era casi un cadáver. Mas a la mañana siguiente llegó a mí una nueva verdad: entonces aprendí a decir «¡Qué me importan el mercado y la plebe y el ruido de la plebe y las largas orejas de la plebe!» Vosotros hombres superiores, aprended esto de mí: en el mercado nadie cree en hombres superiores. Y si queréis hablar allí, ¡bien! Pero la plebe dirá parpadeando «todos somos iguales». «Vosotros hombres superiores, -así dice la plebe parpadeando- no existen hombres superiores, todos somos iguales, el hombre no es más que hombre, ¡ante Dios todos somos iguales!». ¡Ante Dios! - Mas ahora ese Dios ha muerto. Y ante la plebe nosotros no queremos ser iguales. ¡Vosotros hombres superiores, marchaos del mercado! 2 ¡A...
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