Santo vs La cultura popular: la máscara es la prótesis del dios-hombre enmascarado de plata...

Monsiváis termina su crónica-ensayo (La hora de la máscara protagonista), de la siguiente forma, "El Santo: una fábula realista de nuestra cultura urbana; una vida profesional cuya primera razón de ser fue la carencia de rostro; una fama sin rasgos faciales a los cuales adherirse. [...] El pregón de los fanáticos persiste: "¡Santoooo! ¡Santoooo!" En las calles se venden muñecos de plástico". (Los rituales del caos).
Por su parte, Freud nos dice, en una cita que por demás, se ha vuelto un lugar común en algunos ensayos, sobre todo de Ciencias de la Comunicación, "El hombre ha llegado a ser, por así decirlo, un dios con prótesis" (El malestar en la cultura). Y, ¿qué son los luchadores si no dioses urbanos, dioses de la cultura popular, que tienen una prótesis, que es su rostro, que Rorschach, el vigilante-héroe maldito de Watchmen, llama "mi cara"? Y es que cuando el gladiador se ha vuelto una leyenda, un mito urbano, la máscara hace las veces de su rostro, y sin máscara, el hombre vuelve a ser hombre, dejando de ser un símbolo.
Según McLuhan, las tecnologías son extensiones de nosotros mismos, y Freud, justo antes de señalar al hombre como dios con prótesis, habla también de las extensiones humanas como producto de la cultura. Cámaras y ojos se complementan, autos y piernas, máquinas y músculos, lentes extienden la visión; las tecnologías son partes importantes, además de artificiales, de nuestros cuerpos, y esas partes tecnológicas permiten que nuestras debilidades se fortalezcan, siendo así que nos hemos vuelto unas nuevas formas humanas, mitad hombres de carne, mitad hombres de metal, una forma de cyborg, un tecno-humano, androides con una inteligencia casi artificial, y nuestra memoria y pensamiento se encuentran guardados dentro de nuestras computadoras.
Pero todo esto es parte de la cultura popular. Ahí donde Monsiváis habla de muñequitos del Santo en la calle, también podemos decir, y se venden posters, playeras, videojuegos, películas, videos en youtube que muestran fragmentos de todas las películas del enmascarado plateado, o la caricatura de Cartoon Network que actualmente pasa por televisión, "Santo vs. Los Clones". Todas sus películas rescatan, y vuelven de un rigor analítico extraordinario, leyendas antiguas, como la de la llorona, historias mexicanas de tradición oral, literaria y cinematográfica, como las momias de Guanajuato, e incluso se le hace propaganda a las piramides del Sol y de la Luna, como es el caso que vemos en la película, "El tesoro de Moctezuma", también del Santo. Incluso se le hace competencia al cine hollywoodense con sus monstruos, como lo son el Monstruo de Frankenstein, Drácula, Mujeres vampiro, o El Hombre lobo. Todos estos elementos pasan de ser meras leyendas urbanas que los abuelos de los abuelos contaban, generación a generación, para ser parte del guión cinematográfico de las películas del Santo. Ya vemos que se nos dice que incluso en Europa, las películas del enmascarado son cine de arte y se hacen trabajos de verdadera investigación sobre los elementos que las constituyen.
Aun cuando Santo no tiene el mismo valor cultural que Superman o Batman, no por eso deja de ser tan simbólico como lo son aquellos dos superhéroes extranjeros, pero no podemos estar seguros que el Santo hiciera mancuerna con alguno de ellos dos, porque, por un lado, aun cuando Santo es producto 100% Hecho en México, no por eso es su deber con los sistemas gubernamentales, sino con la verdadera justicia, lo que vuelve a Santo un verdadero exponente de una filosofía metafísica bastante compleja, ya que sirve a la justicia desde el ring, sin jamás dejar de meditar cuál es su lugar en la cosmovisión mexicana. Y posiblemente, no podría hacer mancuerna con el encapotado, porque sus métodos -de Batman- para el Santo serían dudosos, porque el luchador mexicano no gustaba de violencia extrema, sino todo con medida, dado que era un deportista. Para Batman, el entrenamiento físico es una forma de mantenerse en buen estado para futuros enfrentamientos contra seres desquiciados; para Santo, el enfrentamiento era el pan de cada día, sin el cual, no podía llamarse a sí mismo luchador, y aun cuando el mundo estuviera en llamas o siendo devorado por algún monstruo gigante, lo primero es lo primero, ir al gimnasio, y saliendo de ahí, ahora sí, su papel de justiciero enmascarado se podía llevar a cabo. ¿O es que contemplo mal al Santo? ¿Es que las veces que lo atacaban marcianos y él se iba a preparar al gimnasio, era precisamente para, como Batman, continuar su lucha por la justicia?
El Santo es demasiado surrealista; todas sus películas son de un corte totalmente abstracto. Eleva a nivel de mito toda su labor, y a pesar de las risas que pudieran ocasionar algunos de sus diálogos con aquellos que interactúa en las escenas, uno no puede apartar la mirada y no puede dejar de tomar notas en el cuaderno de su memoria; no se pueden dejar de reflexionar los simbolismos que se están viendo en la pantalla de la televisión.
¿De dónde vino el Santo? Si hablaramos de su biografía, entonces el mito se volvería de carne, y no es el fin de la literatura. Aun cuando las crónicas intentan ser objetivas en su perspectiva de aquello de lo que hablan, no se alejan nunca de una cierta poesía al narrar los hechos. Todo eso es parte de una mitología que acompaña nuestro pensamiento, y que es necesaria porque profundiza en la realidad. De otra forma, hace tiempo las religiones, la política, nosotros como nación, nuestras leyes, habrían dejado de funcionar, si no fueran sostenidos por los mitos que se han construido sobre todos ellos y todas ellas, y que se reflejan en las palabras que construyen todo nuestro sentido como hombres de México. Posiblemente Santo sea la encarnación de Quetzalcoatl, y el mito del enmascarado de plata aun sea mucho más profundo de lo que hemos captado, porque nos hemos quedado a nivel de la carne, sin ver lo más grandioso del símbolo que representa el gladiador.
La religión se ha desbordado, ahora vive en los estadios de futbol, en las arenas de lucha libre, en las formas de muñecos de plástico de luchadores y balones de futbol de la Selección Mexicana, junto con las playeras del equipo al que le vayamos. Ahora la cultura popular se ha vuelto un lenguaje profundamente interesante, y aun cuando los más cultos nos dijeran que la cultura popular no tiene sentido, simplemente basta con que observemos los movimientos sociales, de, por ejemplo, un rostro enmascarado como el de Marcos para darnos cuenta que la máscara como parte de la cultura popular sigue teniendo sentido. Hoy las nuevas filosofían toman a la cultura popular como elemento importante de análisis, aun cuando estas filosofías se vuelvan filosofías pop.
El Santo se vuelve muñeco de plástico y cómic, playera que portan aquellos que hacen de la lucha libre su forma de vida o los fanáticos que han adherido a su vida la lucha libre; los nombres de los futbolistas mexicanos resuenan en nuestra memoria; las marcas comerciales vuelven personajes de televisión a aquellos que eran personajes de cancha o de arena de luchas; los medios de comunicación siguen siendo extensiones de nosotros mismos; los periódicos dan cuenta de los acontecimientos más importantes dentro de esta aldea global, e internet es una buena forma de técnica de la memoria.
Las imágenes de la lucha libre, con técnicas de Andy Warhol, son símbolos de nuestra cultura popular. Pop arte de la cultura popular.
"Santo era un luchador mexicano que protagonizó muchas películas y que hoy está en la memoria de todo el pueblo de México. Pedro Infante y Santo se dan la mano en el panteón de los dioses populares, dioses urbanos de un México mítico. En la calle no sólo venden muñecos del enmascarado de plata, también venden máscaras, que se han vuelto prótesis de la identidad de los dioses-hombres mexicanos".

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