Postulado # 38

A partir de Babel, en nuestros mundos lingüísticos se manifiesta la huella del Otro en el rostro del otro. El otro es lenguaje porque puede ser comprendido, de esa forma, el otro, en su rostro, diríamos que es lenguaje. El rostro es lenguaje y de este modo, entonces, el rostro es comprendido, pero ya comprender, comenzar a comprender es pensar al otro. Pero el pensamiento hacia el otro se vuelve infinito, porque el rostro del otro es habitado por la huella del Otro. Dios viene entonces al pensamiento, aun cuando el pensamiento no puede alcanzar a pensarlo, no pueda comprenderlo. Así, Dios se manifiesta en el rostro del otro para ser comprendido. La huella del Otro en el rostro del otro se manifiesta en Jesucristo. Desde la aparición de Jesucristo ante nuestros ojos Dios como huella, la huella del Otro, se hizo comprensible, es decir, pensable, porque de otra forma, la huella del Otro jamás podría haber sido comprendida, pensada, conocida; el rostro del otro, entonces, se encuentra dentro del horizonte de nuestro mundo lingüístico. Decimos, pues, como afirmación: La huella del Otro en el rostro del otro se manifiesta en el horizonte de nuestro mundo lingüístico...

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