RECUERDOS, CUENTOS Y VIDA




Vimos la camioneta de un circo con su jaula detrás. “Esos que llevan allí son tigres, leones, osos, jirafas, y algunos elefantes, ¿los puedes ver?”, le pregunto a mi hermano. “Sí, los puedo ver, ¡y son enormes!” – “¿Cómo es que los puedes ver si son invisibles?” – “Es muy sencillo: puedo ver a todos los animales que quieras, imaginarios o reales, porque los tengo dibujados en mi mente”.

Luego llegamos a la biblioteca, que tenía escrito en su puerta “Biblioteca de Babel”, y fuimos a buscar la Enciclopedia de cosas imposibles. Preguntamos por el tomo XV. “Lo siento – nos dijo un anciano y ciego bibliotecario – solamente contamos con catorce tomos impresos. Nunca nadie me había mencionado el tomo XV”. Cuando nos alejamos le dije a mi hermano, “¿Viste quién era el bibliotecario?” – “Sí, lleva muchos años aquí”, a lo que sólo pude expresar “¡Vaya!” Luego escuchamos una voz detrás de nosotros, “Esperen, creo saber qué es lo que buscan”. Nos llevó a una sala iluminada por una luz tan maravillosa, con paredes pintadas de un blanco de tal pureza que parecía que no había nada más que el puro espacio sin final. “Aquí está, el tomo XV” – “¿En dónde está?” – “Aquí, es este cuarto. Aquí están todos los libros no escritos, los no pensados y los que nadie ha imaginado ni nombrado. ¿Han escuchado hablar del filósofo que menciona que lo que no puedes pensar no lo puedes nombrar? Bueno, él fue el arquitecto de esta idea, junto conmigo”. Cuando volteamos a ver al bibliotecario había desaparecido – o eso pensamos –, y solamente pudimos escuchar su voz – “Ahora están dentro del libro. Ahora son una palabra dibujada dentro de los límites de su página. Ahora están en la biblioteca de Babel. Por fin lo Mismo se desvanece en lo Otro. A eso se refería el filósofo en su Catedral hace tantos años”. Ante tal maravilla sólo pude comenzar a llorar – ante aquello que es inefable el único lenguaje posible son aquellas lágrimas que se derraman y se pierden bajo la lluvia como el recuerdo en el tiempo.

Ante semejante sueño me desperté llorando. El recuerdo de todo aquello me entristecía y al mismo tiempo me llenaba de felicidad. Por lo que había sucedido y por la infancia ya lejana pero jamás olvidada. Sorprendido, sobre mi mesa, estaban dos libros que había soñado: El lenguaje de las invenciones y Las invenciones del lenguaje. Pero ahora iniciábamos una nueva aventura.

Recordé el cuento de Calvin y Hobbes: “Hobbes, viejo amigo: el mundo frente a nosotros se ha tornado blanco: ¡Es una nueva oportunidad para comenzar todo de nuevo!” Los viejos momentos eran la vida que estaba guardada en el recuerdo.

Salí de casa y frente a mí estaba un largo y fantástico santuario, y en él, a lo lejos, me saludaban los nuevos personajes: las mellizas ancianas, el astronauta perdido, el hombre que podía ver a través de las hormigas y el cazador de zombis. Tomé las botas que me caracterizaban, el pantalón de mezclilla y la playera gris, me vestí para iniciar una nueva historia y di el primer paso. Aunque envejecía, el juego de la escritura, es decir, el juego de espejos del sí mismo al transformarse en otro, me hacía sentir joven nuevamente. Y al comenzar a caminar, ya no iba solo: a mi lado, cercana, iba mi esposa, y junto a nosotros, ya joven, iba mi hermano. Este era un nuevo mundo literario y debíamos combatir en él con todo el conocimiento que ya habíamos adquirido.

Aquí iniciaba nuestra historia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

ENSAYO: ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA, DEL HOMBRE SUPERIOR, NIETZSCHE