Periplos por el lenguaje, entrevista sobre "Las invenciones del lenguaje"
PERIPLOS POR EL LENGUAJE
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Entrevista a Víctor Marcos Hernández
Por Arturo Gutiérrez Luna
1.- Quizá este 2012 tenga en Las invenciones del lenguaje, de Víctor Marcos Hernández, una re-invención de las posibilidades creativas. Nos interesa saber: ¿Qué te propones con esta obra?
Bueno, yo no pensaría tanto en reinvención, más bien creo que es una obra que se inserta en una corriente de pensamiento, en una literatura que ya se viene dando, y dentro de eso que ya está, este libro es mi aporte a la discusión literaria que está en boga.
Sin embargo, creo que el hecho de que exista la literatura con sus diferentes autores, pensadores, con sus diferentes géneros, es más que suficiente para tener, siempre, posibilidades creativas.
En cuanto a lo que me propongo, es iniciar una serie de textos que permitan entablar un dialogo con diferentes personas, en diferentes lugares. Por ejemplo, este libro está siendo leído por personas de nivel medio superior, incluso estoy trabajando con algunos de ellos para que escriban sus propios textos y llegar a publicarlos en forma de libros.
Entonces, no es más que un diálogo y no una reinvención lo que tengo en mente.
2.- Cuéntanos, ¿te propones acaso crear una región más transparente con tu “serie textos de Babel”?
Es interesante como le llamas a esto que estoy haciendo, y créeme, es una aspiración que tengo. Crear un mundo autónomo, casi como hiciera Mario Bellatin en su libro Disecado, que por la misma trama, si podemos llamarle así, del libro (el primero, porque el segundo aún no lo inicio), crea un mundo autónomo, una obra que puedo decir que se sostiene en sí misma, y que entrelaza a otros textos, siempre de su autoría, porque bueno, él ha inventado un fantasma, que es su alter ego, y que llama ¿Mi yo?, y que le permite, digamos, “viajar” por su propia literatura.
Me gustaría inventar algo así, que mis libros estuvieran entrelazados, unos con otros dependiendo. Que mis libros apuntaran a un solo libro, y que ya ese libro estuviera en proceso de estarse gestando. De hecho lo tengo en mente.
Te puedo adelantar que este primer libro, Las invenciones del lenguaje, se va a entrelazar con el segundo, El lenguaje de las invenciones, y a su vez, un tercer libro que ya estoy escribiendo, y que lleva por título Coleccionista de ideas en escritura infinita, tiene a un personaje que va a repasar, al estilo del personaje de Bellatin, varios de los puntos que están en los dos primeros libros.
Pero sí, mi intención es escribir una serie de libros que, como dice Steiner, se encuentren bajo la sombra de Babel, y por eso el nombre de la serie, “Textos de Babel”. Te diré que toda mi literatura, la que hago a partir de este primer libro, parte de Babel como fondo de pensamiento, de reflexión y de intención por entender lo que significa ese mito bíblico, y que lo tomo a partir de lo que Derrida dice: el inicio de las muchas voces que desemboca en la deconstrucción.
3.- Me gustaría que me hablaras de la experiencia de escritura de este libro. Tengo entendido que se trata de una experiencia engarzada con otros textos.
Efectivamente, este libro, en su interior, como se puede notar al leerlo, entrelaza, o engarza, como señalas, otros textos, otros libros.
Cuando comencé a escribirlo, estuve meditando cómo estructurarlo, cómo debía ser escrito. Estuve tentado a escribir varios ensayos, por lo menos seis, y presentarlos en forma de libros, pero creo que aún no estoy preparado para presentar ensayos formales, primero debo entender los conceptos que tengo en mente, y escribirlos a modo de microcuentos, que en sí no lo son, más bien lo que hice fueron una serie de microficciones, escribirlos así, pues, me ayuda mucho a aclarar ideas que tengo desde hace tiempo.
En cuanto a mi experiencia de escritura te diré que no soy nuevo escribiendo, no al menos en el sentido literario. Tengo un blog que mantengo desde hace algunos años, y estuve publicando, también hace años, en un suplemento cultural del diario El regional del sur, en la sección “El arte de existir debajo del sol”, donde comencé a ensayar la escritura fragmentaria, intentando escribir textos que no fuesen fáciles de clasificar, porque mezclaba mucho el cuento con el ensayo, y había momentos en que eran reflexiones hechas por mí pero inventaba que habían sido hechas por otra persona. Y también estuve publicando en una revista de turismo, en la sección de reseñas de libros, donde intenté un estilo de reseña-microcuento, ya que iniciaba contando algún suceso que se hubiera llevado a cabo en mi vida, sobre todo fantástico, y luego enlazaba eso con alguna parte del libro que me interesaba comenzar a platicar.
Fue en el suplemento y en la revista donde ya se podían ver la semilla, por llamarle de algún modo, del tipo de escritura que comenzaría a experimentar ahora: breve, llena de ficción, procurando que llegara el punto en que no tuviera una clasificación, llena de digresiones, en una palabra, una escritura fragmentaria, y se muestra ahora en este libro, que está lleno de fragmentos.
4.- ¿Por qué no incluiste un prólogo?
No quería darle la formalidad de un libro realmente serio, y con esto me refiero a anexar índice, títulos de cada cuento, y prólogo. Quise jugar con el libro, que se tuviera la sensación de que leían fragmentos que no requerían un orden para ser leídos, algo como lo que Cortázar hace en Rayuela, ya que te dice que puedes empezar de determinado capítulo, que no es precisamente el primero, o puedes iniciar del primero y leer la obra de forma lineal, y así llegar, o al final del libro, o a la parte donde el autor te dice que esos capítulos son prescindibles.
Quería darle, pues, la libertad al libro de presentarse delante del lector por donde quisiera tomarlo; que el libro le dijera por dónde le gustaría ser leído, así que por eso empecé quitando el prólogo. No quería dejar un instructivo de cómo debían leerlo, cómo era mejor entenderlo, qué significa cada cuento, aunque lo haré en unareedición, que incluirá tanto el primero como el segundo libro, pero porque la idea ya se habrá llevado a cabo, porque debo decir que hay una idea predeterminada al tratar de escribir estos dos primeros libros con títulos semejantes, pero ya la explicaré después.
Ahora, que tengan libertad de leerlo como les plazca no quiere decir que no lo lean en orden, de la primera a la última página, ya que siempre leemos en cierto orden, incluso en lo más básico: leemos de izquierda a derecha porque debemos entender lo que está escrito, claro, en esta cultura, porque en otras, que leen de derecha a izquierda o de arriba hacia abajo, ya es otra forma de entender la lectura, y el mundo de la lectura. Pero al menos, por mi parte, le he quitado todo aquello que, de cierta forma, ata al libro, lo amarra y lo hace entrar en cierto orden, y procuré darle la libertad que él buscaba, y hablo de él, del libro, como un ser vivo, porque su ficción, lo fantástico de su contenido, al final te atrapa y casi sientes que sale de sus páginas.
5.- Una pregunta obligada es: ¿Quién habla y de qué en Las invenciones del lenguaje? Y agregaría: ¿Y por qué hablan los personajes de tu libro?
Responderé en orden.
Quién habla te diría, con un sentido casi foucaultiano, habla el lenguaje mismo. Este libro es sobre el lenguaje, y el lenguaje es el que está hablando. Aunque se lean los cuentos que inicia con “mi hermano y yo”, no quiere decir que seamos realmente mi hermano y yo, no. Ellos son parte del lenguaje que habla. Recordemos que Foucault habla de la escritura de Blanchot, y en ella el filósofo dice que la literatura de escritor tiene un lenguaje que habla, que permanece en el silencio hablando. Foucault, en El pensamiento del afuera, hace unas reflexiones que me gustan mucho, y me sirvieron bastante para entender cómo hacer hablar al lenguaje.
Otro texto, también sobre la literatura de Blanchot, y que se llama precisamente Sobre Maurice Blanchot, pertenece a Lévinas, pero yo tomé la Introducción de José Cuesta, en la parte que dice, “El lenguaje literario es esa zona de sombra en la que desaparece la autocomprensión conceptual y reflexiva del lenguaje, el espacio donde la palabra nunca alcanza la delimitación de lo dicho (nombrado, definido, concebido) y se retira al otro lado de una opacidad que la extrañeza no hace más que señalar”. Estas palabras me significaron mucho al momento de pensar quién hablaría en el libro. Por eso es que te digo que únicamente leemos al lenguaje, y si acaso, imaginamos que lo escuchamos.
Este lenguaje, pues, habla, pero de qué, preguntas. Habla de lo que acontece, de lo que se imagina, de lo que se piensa. Habla de cosas que en algún momento quería escaparse al vuelo y entrar al olvido, y las atrapaba para registrarlas, escribir de ellas, meditarlas, y luego soltarlas, pero ya quedaba la reflexión plasmada. Habla, pues, de lo cotidiano, pero de una forma especial: lo cotidiano lleno de lo fantástico, o lo fantástico desbordado en lo cotidiano.
Pero también te señalo que habla de cosas que suceden en lo que Foucault llamaría, en Las palabras y las cosas, “el no-lugar del lenguaje”. Recordemos que esto lo desarrolla el filósofo al hablar de aquello que recupera de Borges, y que éste último, a su vez, recupera de Wilkins y que se encuentra en “El idioma analítico de John Wilkins”. En su texto, Foucault nos muestra que las cosas son ordenadas de tal forma que lo único que las separa son los incisos, que ese es el orden artificial al momento de escribir, o de enlistar, todo. Y luego, más adelante, habla de “la máquina de coser que se encuentra con el paraguas” en el no-lugar del lenguaje.
Así, este libro habita, por su idea que lo rige, por el lenguaje que habla en él, sin tener una personalidad, un nombre, o un rostro que lo ate, que lo llame al orden, habita, pues, en el no-lugar del lenguaje, lo que llamas “la región más transparente”. Todo lo que está escrito en él, aunque fue tomado muchas veces de sucesos reales, pero, como dice Borges en El aleph, como ya lo he escrito, se ha contaminado de literatura, de falsedad. De este modo, lo que acontece en el libro acontece solamente en él, y fuera de él todo lo que está ahí es imposible.
En el libro los personajes hablan porque el lenguaje que está ahí, y que llamaría ya pensando bien, “lenguaje desatado”, los atraviesa, les da vida, les imprime una voz. Por ejemplo, esos personajes, nuevamente volviendo a ellos, que son “mi hermano y yo”, hablan porque el lenguaje desatado los hace hablar. Pero también habla la mosca, habla Dios, hablan los personajes de cuentos de hadas, hablan los filósofos ya hechos personajes de cuentos. Hablan todos porque el lenguaje desatado los atraviesa y entonces surgen sus palabras. Este lenguaje desatado pero silencioso tiene voz precisamente cuando hay personajes de por medio.
6.- Consideremos el título. ¿Por qué lo llamas: “Las invenciones del lenguaje”?
El título hace referencia a un pensamiento acerca de Foucault.
Recordemos que Nietzsche, en su ensayo Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral, habla de “unos animales inteligentes que inventaron el conocimiento”, y Foucault recupera la imagen en su libro de conferencias Las verdad y las formas jurídicas, y explica lo que quiere decir invención. Bueno, parto de pensar en la invención como forma de ordenar, y con esto me remito nuevamente a Las palabras y las cosas, porque ahí se está mostrando cómo se inventa el orden del conocimiento que llega a consolidarse como saber científico.
Entonces, antes de escribir el libro, me preguntaba, bueno, qué es posible de inventarse, cómo podemos crear todas las cosas que podamos, y entonces pienso que eso se tenía que resolver de modo literario, que debía escribir sobre lo que se puede crear con el lenguaje.
Digamos que es una forma de la concepción de Foucault pero pervertida, desfasada de cómo él la desarrollaría, porque yo trabajé en esta invención desde lo literario, y mayormente desde la ficción. Fue como desviarme de lo que estaba planteando Foucault a partir de Nietzsche, y llevar a cabo mi propia concepción de invención.
Ahora, de cierta forma este libro es un trabajo de búsqueda científica, de cierto orden que encontré hace tiempo en un poema de Elva Macías, en su libro Imagen y semejanza, y el poema se llama “El arca de Noé”. En dicho poema, la escritora nos dice que cuando el arca se iba alejando, Noé estuvo observando largamente aquellos animales que no quisieron subir, y que nosotros ya no llegaríamos a conocer, y luego los enumera, “el unicornio, el ave fénix y el dragón, la arpía, el basilisco, el grifo, el ave roc, pegasos, centauros, sirenas y quimeras…”, y siempre he pensado en el minotauro, que falta en este pequeño poema en prosa.
Pero para este libro, ¿cómo usar este poema? Cuando me hice esta pregunta me di cuenta que estaba frente a un texto que era similar al orden que encontramos en Las palabras y las cosas: se trataba de un orden inventado, un orden que inventaría Noé, que sería parte de los mitos, que se sistematizaría, y entonces, aun siendo ficción, no dejaba de ser un orden científico, o protocientífico. Lo fantástico del asunto, pensé, es que quien recuerda a esos animales fabulosos, quien los piensa y nos los hará conocer, también es mito, también es un personaje de ficción, pero en este caso ficción bíblica. Y ahí fue cuando comencé a pensar en un libro que tratara, de cierta forma, de ordenar cierto conocimiento, pero con un orden artificial, fantástico.
Ya con esto te puedo decir que llamarle “invenciones del lenguaje” implica, por un lado, que en el fondo hay un pensamiento filosófico, que busca ordenar, y que también busca entender cada suceso, como si se tratara de una investigación con lupa y lo que observa se divide en párrafos, y en este caso, la separación entre párrafo y párrafo, como en la lista de Foucault y de Borges, que se hace por incisos, en este caso se hace por asteriscos. Pero a su vez, esta búsqueda cuasicientífica está llena de ficción por el hecho del no-lugar del lenguaje, lo que se puede inventar en ese pequeñísimo lugar.
De cierta forma es como jugar a hacer ciencia ficticia, no ciencia ficción. Como dije en la presentación del libro: “Mi hermano y yo jugábamos a desarmar la realidad”. Son los juegos de la ficción escritos en este libro, y de eso se trata el título.
7.- ¿Por qué escribir este libro?
Escribir este libro nace por una necesidad casi orgánica. Nace por el deseo de entender varios textos que he venido estudiando, y llevarlos a la literatura. Pero también escribirlo es porque sentí que era el momento de echar a andar el proyecto de Babel.
En algún momento pensé que escribir un libro, y que luego un segundo libro se relacionara con el primero, sería como jugar al espejo, pero también como una forma de introducción a cierta palabra que vengo sintiendo desde hace tiempo. Esta palabra fue lo que llevó a que se desatara la escritura y el lenguaje, lo que ya he dicho antes. Entonces era el momento de ensayar en público ciertas ideas.
Además, siento que esta serie de libros que vienen serán mi aporte a las discusiones filosóficas y literarias que andan en el ambiente. Me gusta pensar que mis libros serán completamente posmodernos, y es mi deseo que este primer libro, y el segundo, sean posmodernos, y aunque en su interior tal vez pequé de ingenuo y sentí que estaba desarrollando temas que ya se han pensado a lo largo de la historia, también puedo decir que, con el humor ácido, negro, que señalas en tu reseña, me estoy riendo de la seriedad de los temas. La prueba está en que, como en muchas ocasiones se lee, me río de la concepción del hombre, del sujeto de conocimiento, ¿cómo?, sencillamente al leer el cuento de la mosca: el hombre, que se considera a sí mismo artífice de la verdad absoluta, despierta de soñar que es una mosca, y no se preocupa en lo que conoce sino en quitarse el sabor a carne descompuesta.
Ese es un ejemplo, pero podría dar más, sin embargo, solamente señalo que este libro es un aporte más a todo lo que ya se piensa, pero en este caso, un aporte poético, metafórico, de imágenes literarias.
8.- ¿Cuál es la relación entre poesía y narración en Las invenciones del lenguaje?
Entiendo por poesía el acto de crear, el acto, en este caso, de escribir el libro. Si es así, entonces este libro es totalmente poético, pero, ¿poético en qué sentido? Me enfoco a pensar, completamente, en lo que se llama “ars poetica”, mi forma de escribir, y bueno, lo que he escrito viene de lo que he pensado y decidí hacerlo narrando.
Este libro, aunque contenga microensayos, microcuentos, especies de aforismos, y demás, es un libro de pura narración. Todo lo que ahí está escrito lo he narrado, así es como lo he trabajado.
Ahora, si pensamos en que es poético porque no tiene un rigor académico, porque no tiene citas y todo eso, te diría que sí es poético, pero como ya te he explicado, en su base, en el fondo, el pensamiento que rige para escribirlo, para leerlo y para pensarlo, necesita venir del pensamiento filosófico. Hay muchas cosas en él que no se entienden si no nos vamos a un pensamiento filosófico. Por ejemplo, ¿de dónde surge la idea de pensar que la letra “a” desaparece y se desvanece la persona, el “yo”? Del ensayo de Derrida, La différance, que inicia diciendo, “si vamos a creer al alfabeto, la letra “a” es la primera”, y continúa explicando para mostrar que dicha letra y la pronunciación de la palabra se entrelazan y cambian la esencia del significado. Está incluso el cuento de las moscas, donde un hombre escucha zumbidos y descubre que todo acontece en su cabeza, que las moscas están dentro de él, y la violencia sobre el cuento es que la persona intenta sacar todas las moscas por medio de objetos que mete a través de sus ojos, y aquí ya implica un acto de insania mental, que debo confesar, todo el tiempo pensé en un esquizofrénico, pero no lo digo abiertamente, porque lo dejo dentro de la ficción, para que el lector decida.
Con esto te quiero dar a entender que la poética del libro viene, sí, de la poesía, porque hubo mucho lirismo, y todo esto llevado a la narración, sin embargo, todo el tiempo, como el lenguaje desatado que señalamos, el pensamiento filosófico estuvo presente. Un ejemplo más para terminar con esta respuesta: cuando los dos hermanos van por la calle y uno le dice al otro que en la jaula de la camioneta del circo hay tigres invisibles, que si los puede ver, y el hermano le dice que sí puesto que los tiene dibujados en la mente, que no es necesario que estén en sentido físico, todo el tiempo pensé con ese pequeño fragmento que estábamos ante una microficción que podríamos analizar epistemológicamente, porque tiene el aspecto de lo que el Principito hace con la caja con agujeros que le dibujó el aviador: el niño imagina lo que está dentro de la caja, y lo que imagina es lo que ya conoce, que en este caso es el corderito perfecto, el que buscaba. Este fragmento de El Principito lo he pensado durante mucho tiempo unido a lo que Rousseau cuenta en el Emilio, cuando pone de ejemplo al niño que el papá prueba en el campo, preguntándole, “¿dónde está la cometa de esta sombra que vemos?”, y el niño sin dudar responde que en el cielo. Un autor nos dice que el Emilio trata completamente de enseñar al niño a ver. Siendo así, la respuesta del niño del cuento, sobre los tigres dibujados en su mente, es eso, la forma en que vemos, cómo vemos, cómo imaginamos, cómo pensamos. Por eso ese cuento me fascinó y se presta para análisis epistemológico.
Esta es la forma en que te puedo explicar cómo se entrelaza poesía, narración y filosofía.
9.- Marcos, quisiera pedirte que hicieras el ejercicio de recordar dos o tres imágenes de la escritura que te propones. Me refiero a que evoques para tus lectores aquellos acontecimientos que te hacen escribir.
Iniciaría con una de las imágenes importantes dentro del libro, pero que me provocaron la escritura, desatarla. Incluso está como cuento, y es de cuando éramos niños mis hermanos y yo, y por lo mismo, nos dormían mis papás en una misma cama. Un día, en la mañana, mi hermano despierta, y lógicamente, si estamos dormidos juntos, pues soñamos juntos, y es el momento en que mi hermano le dice a mi mamá que habíamos soñado tigres. Este recuerdo lo tengo muy presente y lo he hecho cuento varias veces, y aquí lo vuelvo a escribir.
Otra imagen es de cuando mi hermano Emmanuel era pequeño y me pregunta que por qué, si soñábamos cosas, no las podíamos traer a la realidad. Fue tan genial la pregunta, que me sorprendió y me puse a pensar una posible respuesta. Entonces me encontré con el microcuento de Monterroso, “El dinosaurio”, y fue como responder a la pregunta de mi hermano.
La siguiente imagen es la de la caja de mi hermano, el cuento final, y esto viene de un suceso de hace años, cuando trabaja en un archivo, y una compañera que hacía su servicio social conmigo vio una caja de archivo muerto e hizo una anotación. Cuando me enseñó lo que había escrito me fascinó la idea. En la parte de la caja que dice “Destrúyase después de:”, ella aumentó la palabra “Hoy”. ¡Eso era tan fantástico! Le dije a mi compañera que sin querer había hecho esa caja, conceptualmente, infinita, eterna, inmortal. Luego con el tiempo le platiqué la idea a mi hermano y le gustó, y fue como comenzamos a pensar en que en esa caja infinita podríamos guardar todo aquello que nos gustara, desde películas hasta palabras o conceptos.
La última imagen es sobre los sueños. En una ocasión tuve un sueño donde veía una Catedral enorme, de varios niveles, y en la planta baja estaba el estudio de Derrida, entonces veía al filósofo sentado en su escritorio, meditando, y yo podía, detrás de su puerta, libreros infinitos, una biblioteca infinita, como la biblioteca de Babel de Borges. Entonces le pedía que me escribiera una frase, y tomó su pluma y comenzó a escribir, luego me dio la hoja y pude leer. Cuando vi la hoja, me sorprendió tanto lo que estaba escrito, pero mucho más que lo pudiera leer, entonces salí corriendo y cuando me desperté seguí corriendo hacia mi mesa de trabajo y apunté la frase: “El Mismo se desvanece en el Otro”. Ese suceso, de correr de mi sueño a correr a mi mesa de trabajo, para apuntar la frase, se volvió mi “flor de Coleridge”, porque había atravesado el umbral, el intersticio entre el sueño y la realidad, y había traído conmigo esa frase, haciéndose real sobre la hoja. Y lo digo en el libro, “de la hoja de mi sueño a la hoja de mi mesa de trabajo”, la flor de Coleridge es la frase de Derrida.
Al pensar en todas estas imágenes se puede ver que ellas fueron las que desataron mi escritura, que a partir de ellas comencé todo el proceso de la invención de este lenguaje, de esto que está escrito aquí. Y es un proceso que ya no se detiene, donde mi escritura se ha desatado, desatando a su vez un lenguaje que escribe desdeahora desde el no-lugar donde habita, esa región más transparente que mencionas.
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