Cuento del personaje principal...

La historia trata de un personaje que lee cómics y ve películas de ciencia-ficción, además de ser la ciencia ficción su lectura de cada día.
Cada día sale a trabajar, regresa a casa, come, escribe un poco y se duerme. Nunca hace nada diferente. No busca salir ni conocer personas que le ayuden, porque realmente no necesita ayuda; él es feliz como es.
Pero todo el día se la pasa dibujando superhéroes, personajes extraños, mundos bizarros, y la excusa es: "un hombre que puede volar, que lleva sus calzones por fuera, que tiene superfuerza y vista de rayos x, naturalmente tiene que ser un demente". Pero le encantan los personajes de cómics y ciencia-ficción. Vive con el sueño de que realmente llegue a verse, un día, que un superhombre de masas ha despertado de entre la masa y se ha elevado al nivel de Mesías. Pero sigue trabajando.
¿De qué trabaja este personaje? Se dedica a dibujar cómics. Vaya, menuda locura para alguien que hace los dibujos para las grandes empresas.
Un día se mira al espejo y descubre que tiene un superpoder como cualquier otro personaje de cuentos: la supernormalidad que casi raya en el aburrimiento. Y esa idea se le clava en la mente, así que ese día sale al trabajo más feliz que nunca, porque ahora sabe que es especial.
¡La supernormalidad! Ese tenía que ser un regalo divino. ¿Quién, en su sano juicio, no podría encontrar la mano de Dios en este don? ¡Vaya! Un don, un verdadero don. El don de la normalidad, y comenzó a comprender.
Ahora se daba cuenta por qué su vida era tan aburrida, y siempre había combatido contra el aburrimiento; mal hecho: el aburrimiento era parte de sus atributos. Después había luchado, toda su vida, contra el cansancio crónico. Eran sus más grandes atributos, el aburrimiento y el cansancio crónico, e intentaba deshacerse de ellos. Entonces en la tarde salió a comprar un libro. Un texto sobre genética y evolución. Necesitaba comprender su poder, ese poder que había estado ahí, oculto, escondido en lo más recóndito de su mente, y que ahora salía, al hacerse conciente de su propia capacidad. Su gran poder, recordó, necesitaba tener una gran responsabilidad, y cumplir casi estóicamente con esos dones. Así que ahora, en lugar de luchar contra el cansancio crónico y el aburrimiento, ahora era feliz viviendo con esos dos atributos, y no trataba de detenerse. Veía como regalo divino que las horas pasaran tan cortas y que su desesperación naciera.
Estuvo leyendo toda la tarde el libro que había comprado, y encontró que sus poderes le traían dolores de cabeza, desesperación, ansiedad, vómitos, y ganas enormes de aventarse al vacío, subir a un edificio y arrojarse. ¡Vaya! Es supercomplejo mi superpoder. ¿Cómo usarlo para el bien común? No, no había que usarlo. Usarlo para todos implicaba tal actividad, que iba en contra de su atributo, el cansancio común.
Pero tambíén encontró que los poderes, o superpoderes, evolucionan en nuevas capacidades. Así que pensó que en un tiempo más podría volar, correr a supervelocidad, tener superinteligencia, superfuerza, y todo lo que puede hacer a un hombre un verdadero superhéroe. Así que espero.
Pero la oportunidad no se hizo esperar. Descubrió que alguien tenía necesidad. Todo fue muy rápido, y él descubrió su heroicidad de una forma extraña.
El edificio es alto, y solamente se llega, o volando, o subiendo por las escaleras. Así que decidió subir las escaleras. La mujer estaba por lanzarse al vacío.
Él llegó e intentó agarrarla, pero le era imposible, porque la mujer se alejaba. Pero él se mantenía en su posición de ser un superhéroe, así que elevó una oración. Pidió que sus poderes evolucionaran a la capacidad de volar y que en ese momento pudiera rescatar a la mujer. Terminó la oración, dió gracias a Dios porque sabía que siempre lo escuchaba, y se puso una máscara. Corrió hasta donde estaba la mujer, la abrazó y los dos salieron disparados al vacío.
Se elevaron, comenzaron a flotar en el aire, y debajo de la máscara, él sonreía, porque sabía que la mano de Dios los estaba sosteniendo y que ahora mismo podría emprender el vuelo hasta el cielo y salvar a la mujer. Seguían flotando, se detuvo el tiempo, los segundos no avanzaron más. La mujer miraba el edificio, el más alto de la Ciudad, y estaba extrañada de ver a un hombre enmascarada queriendo volar. Se dio cuenta que volaba, que seguía volando, que sus pies estaban sostenidos en el aire. En ese momento sintió alivio.
Sí, había volado; ahora todo era diferente. Vio por debajo de ella la Ciudad. Él la seguía abrazando, y la abrazó, la abrazó, hasta que cruzó la otra azotea del edificio vecino, y el vuelo siguió y siguió. Él estaba satisfecho porque los superhéroes existían realmente. Incluso pensó en su nombre. Ya no era normal, supernormal, ahora volaba como ese personaje de los cuentos que dibujó. Ahora volaba y una voz de alegría salió de su garganta. Y esa voz se prolongó, y se prolongó, y se estiró en el espacio y el tiempo y comenzó a escucharse más velóz todo, y muchas personas abajo se sorprendieron de la velocidad que habían adquirido, y ahora todos gritaban por la sorpresa. Y el grito sonó y sonó y sonó, y la velocidad se hizo sentir.
Sí, el hombre voló, le pidió a Dios volar, y Dios le concedió, por unos segundos, romper la ley de gravedad. Pero sólo unos segundos. Después de todo, Dios no cumple caprichos.
"¿Qué ves en esta imagen?" "El vuelo de dos aves" "¿Y en esta otra?" "La máscara" "¿Y aquí?" "Un hombre que voló por un milisegundo" "¿Qué significa para ti ese vuelo?" "Esperanza" "¿De qué?" "De que un día sanaré de mi locura. En verdad, doctor, ¿estoy loco? Fijese que yo no me siento loco, incluso le puedo decir que el otro día volé... Sí, como lo oye, volé. Pero bueno, no duró mucho... ¿habré soñado...?"

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