EL MONJE HACKER DJ
Mientras hacía clic en su teclado, su mente se llenaba de ritmos y sonidos que crearían la música perfecta para la noche. A pesar de que su vida como monje parecía opuesta a la de un DJ, él encontraba la misma paz y concentración en ambas actividades.
Finalmente, terminó su sesión de DJ y se levantó de su escritorio para vestirse con su túnica de monje. Con una sonrisa, salió de su celda monástica y se dirigió al club, donde la multitud lo esperaba ansiosa.
Con su laptop en mano, el monje subió al escenario y empezó a mezclar sus canciones, transportando a la multitud a otra dimensión. Su habilidad para hackear se traducía en su capacidad para mezclar y crear una experiencia única para la audiencia.
La noche avanzaba, y el monje se movía al ritmo de su música, siendo un hacker y DJ al mismo tiempo. Y cuando llegó el momento de terminar su set, la multitud lo ovacionó y aplaudió.
El monje bajó del escenario, sonriendo, sabiendo que había logrado algo especial. Después de todo, no hay nada más satisfactorio que combinar dos pasiones aparentemente opuestas y crear algo completamente único.
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