Postulado # 44 Juegos de lenguajes poéticos...

El veredícto de los animales
Bzzzzzz – dijo la mosca en la reunión que habían organizado todos los animales.
Guau guau – ladró el perro, tratando de explicar que la mosca estaba en un error.
Miau miau – el gato estaba de acuerdo con la mosca, pero al mismo tiempo, le convencían las palabras del perro.
Un perico que estaba cerca chifló en la reunión un ejemplo de lo que la mosca trataba de explicar, pero nadie apoyó dicho chiflido.
El guajolote dialogó un momento con la rana y el sapo; la hormiga caminó entre los reunidos, llevando en sus hombros la comida, pero dio su opinión, que era similar a la que, posiblemente, dijo, la oruga tiene en mente.
La reunión estaba animada, todos participaban, las hienas, los lobos, los leones, incluso los cocodrilos habían asistido, y conversaban acerca de todo lo que se estaba proponiendo. Cada uno emitía un pensamiento, cada uno incluso estaba inspirado y trataba de darse a entender de la mejor forma posible. No era necesario, puesto que ahí todos, dijo la serpiente, saben muy bien de qué se trata.
Un armadillo, sonriente, explicó que para poder llegar a ese pensamiento tuvo que atravesar toda una suerte de sucesos en su vida, y que no era fácil dar opiniones, después de que había visto lo que había visto.
La cebra estaba del lado de burro y el caballo, la vaca pensaba que era factible, el rinoceronte al final aceptó que todo era tan asimilable que no sería necesaria una segunda opinión. El cuervo era el más difícil de convencer y aun él estuvo de acuerdo.
En la reunión estaba el kiwi y él señaló que las palabras del hipopótamo eran realmente sabias. El avestruz dejó de esconder la cabeza por un momento y escuchó atenta la conversación. Los borregos apoyaron, lo mismo los colibríes, al igual que las gallinas, también los ratones. Las pulgas saltaban de la felicidad y los ácaros junto con las garrapatas se dieron cuenta que realmente era la mejor forma de arreglar todo. Las palomas, las águilas, los búhos, las cigüeñas, los patos, y todas las aves del mundo, dijeron que era una idea estupenda.
No faltó ningún animal en dar su opinión, todos entendían al animal que estaba junto a ellos. El sonido de todos, estando de acuerdo en el mismo punto, cuando habían comenzado sin estarlo del todo, se lograba escuchar. Changos de todo tipo, gorilas de todos los tamaños, orangutanes de aquí y de allá. Todos, absolutamente todos dijeron que la propuesta era correcta y que su especie apoyaría. Era obvio, era la reunión masiva que por años todos los animales habían planeado. En el mar, desde las ballenas, pasando por los delfines, pulpos y tiburones, podían sentir que por fin, todo en el reino animal sería de un mismo parecer. Era el sueño que había llenado por siempre sus pensamientos.
Acto seguido de este suceso espectacular, el tigre y una comitiva de cada especie de cada animal, dos animales, macho y hembra, se acercaron para hablar con Dios, con los ángeles, con un extraterrestre que estaba entre ellos, con unos seres extraños que nadie jamás había visto y que estaban seguros que eran de otros lugares que no era este mundo, y dieron el veredicto. Los animales dieron sus palabras, explicaron sus teorías, incluso graficaron sus pensamientos, utilizaron conceptos que todos lograron entender, señalaron que todos estaban de acuerdo y esperaron la respuesta de Dios.
Entonces Noé y su familia, es decir, el hombre como conjunto de la humanidad, no pudo subir al Arca; Noé trató de explicar sus razones, pero nadie dejó que dijera ni una palabra. El lenguaje del hombre fue el único que ese día nadie escuchó. Y cuando comenzó a llover, todos los animales, dentro del Arca, contemplaron cómo la especie humana desaparecía para siempre de la faz de la tierra. Desaparecía ella, con su lenguaje, con su mundo lingüístico, con su concepción del mundo, con su humanidad completa, sus sentimientos, con todo lo que hace ser a un hombre lo que es: hombre, un ser humano. Y la voz del hombre jamás se volvió a escuchar en el mundo.

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