Postulado # 54 ars poetica sobre Babel v

Las preguntas de los niños son muy parecidas a las narraciones borgesianas. Recuerdo que mi hermano, cuando era más pequeño, dijo sorprendido, “¿Verdad que soñamos tigres? Ya ves que dormimos juntos”. Mi otro hermano, cuando tenía 7 años, me preguntó un día, “¿Por qué no traemos las cosas que están en nuestra mente cuando soñamos?”. Sueños, únicamente, sin más contenido que el sueño en sí mismo. Sin embargo, el pensamiento mágico de los niños intenta fusionar la ficción con la realidad, siendo la ficción más poderosa que la realidad experimentada.

Si fuera posible que los sueños abandonaran las sombras que habitan dentro de nuestra mente, el mundo sería un lugar mágico, aunque terrible, ¿cuántos sueños son hermosos, cuántos sueños son terribles? Recuerdo que cuando era más niño, viendo las películas del Santo, tuve un sueño donde todos los monstruos que han luchado contra el enmascarado de plata en sus películas, me perseguían, siendo terrible ver el rostro de Drácula, el Hombre lobo, la Momia, y otros tantos personajes terribles buscándome en una casa viejísima de una colonia casi abandonada. Las hojas de los árboles caían sobre la azotea y yo estaba escondido detrás de un tinaco, viendo el horror en los ojos monstruosos. Me escondí hasta que pude perderlos de vista. Al despertar seguía con miedo, porque pensé que vendrían a perseguirme y observé por la ventana la calle que estaba desierta.

Un sueño obsesivo ha sido donde las protagonistas son ranas y tortugas. Recuerdo que desde niño me gustaron tanto las ranas como las tortugas, y que en cierta ocasión mi papá trajo a casa una rana arborícola que, para mí, era la exacta copia, color verde, del Hombre Araña. Verla trepar por la puerta de cristal, subiendo como si escalara, repito, cual Hombre Araña, fue una visión que me impactó. Tal vez ese día comenzaron mis sueños sobre los animales. Cuando tuve en mis manos 4 tortugas, compré un tortuguero, que era un lugar de muerte, porque las 4 tortugas cayeron de espaldas a causa de la rampa que tenían, asfixiándose. Se sabe que las tortugas, puestas de espaldas contra el suelo, mueren asfixiadas irremediablemente. Recuerdo vagamente, cuando leí el libro de Robinson Crusoe, que hay un fragmento de todo el libro donde se describe cómo el náufrago encontró tortugas en la playa, volteándolas para que no se escaparan, porque sería su alimento.

Cuando fui mayor, recuerdo que las Tortugas Ninja fueron una de las caricaturas que más profundo llegó a mi pensamiento. Incluso recuerdo que, sin tener juguetes de estas tortugas, disfrazaba un pequeño Bruce Lee de plástico como una tortuga ninja y pasaba horas jugando sobre el librero. Después comencé a juntar tortugas ninja de todas las formas, que mi papá me regalaba. Un día llegué a contar más de 200 juguetes en una repisa que me hice para ponerlos de adorno. Pero desde niño había comenzado mi colección. Siempre he coleccionado cosas, algún tiempo llaveros, en otra ocasión fotos, antes que todo lo demás, juguetes; siendo mayor comencé a comprar libros de filosofía, literatura y teología.

Algunos juguetes que tenía eran superhéroes de plástico. Superman, Spiderman, Batman, Robin, Hulk, Birdman, Spiderwoman, y muchos otros. Un día a Spiderman se le perdió la raña que tenía en su pecho, y tardé muchos años creyendo que la encontraría en el suelo, así que buscaba por todos lados. En 1985 salió una serie de cómics donde los superhéroes y supervillanos se enfrentaban en un planeta formado por el Eterno; dicha serie fue llamada Guerras Secretas. Fue impactante para mí observar que todos mis superhéroes favoritos estaban unidos en una sola revista y mi pasión por el Universo Marvel creció. Pero no sólo mi pasión, sino que mis sueños se hicieron más profundos. Fue el tiempo en que comencé a soñar que volaba.

Soñar mi primer vuelo ha sido uno de los eventos que más terrible me ha parecido. Fue así. Caminaba cerca de mi casa cuando sentí que una fuerza me tomaba por sorpresa, elevando mis pies hacia el cielo e involuntariamente comencé a dejar el suelo. Intenté, por todos los medios, tomar cualquier cosa que me detuviera, pero fue imposible. Llegó un momento en que salí disparado hacia las alturas, estrellándome con cables y ramas y todo. Fue espantoso ver que nada me detenía y que veía cómo me alejaba de la tierra. Desperté sudando frío.

Cuando soñé, nuevamente, que volaba, esta vez fue más fácil, porque tenía el poder de elevarme y pude flotar sobre el suelo hasta la altura de los postes de luz, que fueron los que detuvieron mi avance por el aire, ya que la electricidad detenía mi cuerpo. El tercer sueño que tuve sobre el poder de volar fue en una montaña con viejas vías de trenes y árboles secos; comencé a volar sobre las vías y seguir todo el trayecto que seguían los trenes, entonces, en un momento, dentro de mi sueño, recordé que en un sueño había visto, dibujado, un árbol seco que sería una forma de estorbo, y todo eso sería cuando lograra volar. Un sueño dentro de mi sueño, eso llega a ser sorprendente. Los sueños, no cabe duda, que han sido inventados por Borges o por un Dios parecido a los dioses de los que habla el autor del aleph, porque se repiten hasta el infinito. Cuando por fin llegué frente al árbol, pude reconocer el déjà vu, y salí volando, rompiendo ramas, el tronco, despedazando el árbol. Romper las ramas del árbol seco y salir volando me lleva a recordar los momentos en que Superman ha volado hasta liberarse de alguna atadura, pero no sólo de Superman, sino de un fragmento del libro Demian, de Hermann Hesse, “El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El dios se llama Abraxas”. Todo es un sueño, todo es recuerdo.

La vida es un recuerdo y un sueño; el presente vuela, como Superman, más rápido que cualquier otra cosa. Nada dura para siempre, todo parece tener caducidad. Se acaba el presente y se guarda en el misterioso pasado. Olvidar es casi una ley, el olvido es la caja fuerte, sin clave para poder abrirla. Del pasado vienen todos los recuerdos, también los sueños, y el futuro está cerrado para poder conocerlo. Soñamos con el futuro, con el pasado, vivimos el presente para seguir recordando y soñando.

Hay muchos sueños en mis recuerdos. Uno de ellos lo tuve al estar aun en el kínder. Estaba en la primaria, subido en una barda, viendo hacia el kínder donde, en la realidad, estudiaba. Vi cuando subí la barda, con dificultades, y me asomé. Después, todo se desvaneció. Pasaron algunos años y ese sueño se hizo realidad. Estando en la primaria, vi a un niño que se asomaba al kínder. Ese niño no era yo. ¿Por qué soñé a otro niño y sentí que era yo? Cuando vi al niño supe que ese era mi sueño. Y como ese sueño, que se repite en algún momento dentro de la vida cotidiana, he tenido muchos durante toda mi vida.

Hoy tengo 30 años y sigo soñando. A veces sueño todas mis obsesiones. En algún momento he soñado que tengo puesta la máscara del Blue Demon y que estoy escribiendo en la computadora, cuando de pronto, en alguna ventana del chat, surge un mensaje que me dice, “es hora de que vayas a luchar”. En alguna otra ocasión he soñado que estoy en mi estudio y tomo algún libro de literatura o filosofía y leo sus páginas. Borges, Derrida, Foucault, cualquier autor, cualquier tema, pero nunca puedo leer lo que dicen sus libros. Son sueños, únicamente, palabras que no se leen, palabras escondidas en las páginas. Libros soñados o imaginados, que nunca dicen sus palabras, que guardan silencio, pero que completan mis sueños.

Conforme pasan los años, los sueños se vuelven más complejos, porque las estructuras mentales se reflejan en ese suceso orgánico. Pero tal vez, de forma mítica, entre la realidad y la fantasía del sueño existe una relación orgánica. Realmente los sueños son un misterio. No logro entenderlos, y tal vez la sabiduría freudiana sea una ficción aun más profunda que el sueño. El psicoanálisis es un lenguaje y puede inventar toda una narración sobre el significado de los sueño. Tal vez los sueños sean simplemente sueños y mi narración sea simplemente literatura.

Tal vez esta narración sea un sueño recordado y sigo soñando que escribo una crónica sobre mis sueños.

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