Postulado # 7 Lenguaje en fragmento iii

¿Qué es una fotografía?
¿Qué intentamos guardar tomándonos una fotografía, ya sea solos o con otras personas? ¿Acaso las fotografías serán decirle no al camino implacable del tiempo?
¿Recordamos cada momento, cada acontecimiento, algún cumpleaños? ¿Recordamos la sonrisa de aquella mujer, de aquel hombre, del anciano, del niño? O, ¿es precisamente por el hecho de que no recordamos que tomamos las fotografías? ¿Qué dicen ellas? ¿De qué nos hablan? Es posible que ellas encierren la verdadera esencia de la vida; tal vez son el único retrato que realmente encierra el sentido de lo que llamamos realidad, sea lo que eso signifique.
Nuestra imagen queda atrapada, nuestro recuerdo queda en la mente de aquel que nos amó, de aquellos que nos vieron nacer… de aquellos que nos vieron morir. Amamos y queremos volver eterno ese momento, o mejor dicho, la suma de todos esos momentos.
En la fotografía decimos: “Fui joven, pero he envejecido”. Queremos atrapar el momento en que algún día tuvimos las fuerzas suficientes para creer que podíamos llegar a vivir muchos años, años en los cuales alcanzaríamos nuestras metas, todos los sueños, los anhelos. Pero en algún momento eso se terminó, y solamente queda esa vieja imagen, grabada en aquel papel, y volvemos a pensar en nosotros, “Todo dura un instante. El destino de todas las cosas es terminar algún día, hasta nosotros terminaremos de vivir en este mundo algún día. Todo termina, como el vuelo de un ave, como el día, como la noche… todo termina, hasta el amor”.
¿Qué somos? Pregúntale a una fotografía. Podremos decir, “Aquí sonreía, en aquella lloraba, aquí grité, en esa te besé…”. Entonces, ¿qué somos? ¿Un tejido de momentos, de instantes, de aquello que miramos? Todos necesitamos de la memoria para saber qué somos, quiénes hemos sido, qué seremos. Necesitamos los recuerdos para poder vivir, para saber que todo ocurrió, para saber que nada lo hemos inventado. Aun cuando a veces las imágenes que hemos grabado sean para pensar que alguna vez fuimos felices.
El cigarrillo que un día me fumé, la carta que escribí, el cuento que redacté, la canción que compuse, la fiesta de mi hija, la graduación de mi hijo, la muerte del tío. De deseos estamos tejidos, como tejidos estamos de tiempo; volver a vivir aquello que enumeramos, aquello que nombramos, es parte del deseo que está metido en nuestros huesos. Y es que necesitamos nombrar lo que tocamos, lo que sentimos, necesitamos llamarle de algún modo, pero a veces, para que perdure más, para entenderlo más, le tomamos una foto.
He visto en la calle un número infinito de fotografías. En una pared había una fotografía del Che, en otra estaba un personaje de la política. Paseaba junto a una librería y entré: ahí encontré el tiempo detenido. Libros y fotografías se habían vuelto una sola cosa. Aun payasos estaban retratados. En cada libro habitaban letras, y en cada letra estaba una pasión. Pero en la portada, como si fuera el rostro de aquel libro, estaba el rostro de aquel que permitió que naciera ese libro. Con el tiempo todo moriría, pero esas palabras, y la imagen posiblemente, quedaría para recordarnos la eternidad.

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