Postulado # 57 ars poetica sobre Babel viii

Se supone que el ensayo es un género literario, y también filosófico, completamente libre, sin las ataduras de los textos académicos y científicos, aunque puede ser un error de percepción y una mala lectura de aquellas personas que han escrito sobre dicho género. Puede ser, también, un género híbrido, que suma la filosofía con la literatura, y aun más, podría sumarse la teología, por su forma libre de escribir.

Pensemos, y mientras tanto, yo diré, pienso, el ensayo también se puede escribir en tiempos, ya sea pasado, presente y futuro, y en primera, segunda y tercera persona; podríamos pensar, y yo podría pensar, que incluso su libertad permite unir la ficción con la realidad, la fantasía con el mundo real, el mundo virtual con el mundo real, y tener en la misma hoja la unión de lo real y lo virtual, siendo una forma de ciberespacio, porque en ese momento, dentro del papel, de sus cuatro lados, digamos, el cuadrilátero del papel, la realidad virtual existe. Recuerdo que Monsiváis habla acerca de que en la lucha libre se sube al ring lo real y se une con el espectáculo; sé que esa cita, lo más seguro, es que se encuentre mal escrita y en ningún momento se haya dicho nada del espectáculo sobre el ring, que se una la fantasía con la realidad sobre los encordados, pero si somos fieles a la memoria, sea esta mala o buena, permaneceremos pensando lo que recordamos. A veces, el recuerdo, al perder su sentido total, se enriquece de un modo poético, porque es posible que una cita, sin importar el autor, se enriquezca gracias al olvido.

Puedo recordar que en el año de 1985 comencé a juntar cuentos, historietas, cómics, o lo que hoy se llama, novela gráfica. Mi visita al mundo fantástico de los superhéroes fue por medio de Spiderman, Wolverine, Thor, Hulk, y otros tantos que ahora he vuelto a leer gracias a mi hermano, que tiene siete años. Pero en ese año yo no tenía a alguien que me dijera, “este superhéroe es mejor que este otro”, o que me señalaran las virtudes de un Superman, o que me dijeran que Spiderman había adquirido sus poderes a partir de la picadura de una araña radioactiva, aunque doy por descontado que todo niño, de un modo o de otro, lo sabía, o lo debía saber. Por decirlo de algún modo, este fue uno de mis primeros acercamientos a la literatura, y aunque algunos podrían decir que los cómics no son literatura, creo que tendrían que pensar dos veces esa opinión, porque hay tanta fantasía, tanta imaginación, tanta inventiva en cada cuento, en cada capítulo, que uno realmente termina transformando su percepción de la realidad, y el mundo no es el mismo si se tiene en la mente el poder de un Superman, la inteligencia de un Batman, la forma de pelear de un Wolverine, o la duda existencial de un Spiderman. Cada superhéroe es la unión de la fantasía con la realidad, y bueno, todo en ellos es literatura, ficción, pensamiento, mito, porque ellos son esos antiguos dioses y héroes griegos que leemos en la Ilíada o la Odisea. Pero, por ejemplo, en México, ¿no es un sueño parecido al de aquellos que leímos a todo ese panteón de superhumanos el hecho de ver las películas de lucha libre, que de las representativas de este género, son las de Santo, el enmascarado de plata, o las de Blue Demon, el demonio azul? Los cómics mexicanos, que tenían entre ellos a la Familia Burrón, a Santo y Blue Demon, a Kalimán, a Karmatrón, y en algún momento al grupo musical infantil Parchis, tienen un corte similar a los cómics de superhéroes, con la diferencia de que en el arte secuencial de México no existen los supervillanos ni las aventuras de un Hulk.

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