Postulado # 50 ars poetica sobre Babel i
La escritura ha sido para mí una necesidad orgánica, siempre presente en mi vida, a cada momento, y si no es una escritura sobre el papel, es una escritura en la mente, pues cuando menos lo espero, estoy pensando en alguna línea que escribí momentos antes, o en un párrafo que inventaré momentos después. Pienso que los mejores textos, los mejores títulos para ensayos, los mejores temas, han surgido cuando no he llevado pluma y papel, y es en ese momento en que encuentro que toda esa idea se borrará en el tiempo y desaparecerá de mi memoria para siempre. Hay ensayos que intenté escribir y llegar a casa a transcribirlos, y en el trayecto había olvidado de qué se trataban, o simplemente pensaba alguna línea, y al llegar a escribirla, intentar ensayar con ella, había olvidado todo. Pienso que la única amenaza para la memoria es el olvido.
Pero no todo es tragedia al escribir, ni todo es olvido. También olvidar es un juego, una necesidad, una vitalidad, porque si recordáramos todo, tal como hiciera Funes el memorioso, aquel superhombre borgesiano, nuestra vida sería una cadena de tragedias, asesinatos y suicidios. Así que olvidar es sano, y procuro olvidar muchas veces. Y en este caso específico, olvidar me permite inventar, porque puedo inventar todos aquellos textos que he olvidado. Pienso, ¿de qué trataba aquel poema que venía pensando en el camino? ¿Cómo empecé ese ensayo sobre todas las cosas en sentido infinito? ¿Es que ese cuento que pensaba era de terror, de magia, fantástico o ciencia ficción? Preguntas así me hacen pensar que esos textos imaginados eran interesantes o pobres en su desarrollo, pero no dejan de ser textos o ensayos virtuales. De cierta forma, la realidad virtual la vivo en ese momento, cuando invento, o reinvento esos ensayos.
En algún momento de todo el desarrollo de este trabajo llegué a pensar en algunos personajes. Pensé en un doctor, el Dr. Prometeuss, imaginé que él era uno de los escritores de alguno de estos trabajos; pensé insertarlo en el texto como un personaje casi novelesco que hablaba como mi alter ego, pero, ¿qué impacto puede tener su nombre? ¿Puede ser que llegara a quedarse en la memoria de los lectores de todas las épocas tal como sucedió con Don Quijote, que incluso es más famoso que su autor y que uno se llega a preguntar, “¿fue Don Quijote quien inventó a Cervantes o fue Cervantes el escritor del Quijote?” y que revolucionara la escritura? Pienso que no, incluso creerlo es demasiado pretencioso.
De cierta forma, cada texto que hacen, cada cuento, cada historia que tejen, cada poema, lleva entrelazada parte de la vida del que escribe; puedo decir, cada cuento lleva parte del pensamiento del autor. En este ensayo encuentro que cada página tiene mi presencia, mi pensamiento, mi forma de hablar, de escribir. Mi maestra, aquella que me enseño una forma diferente de pensar, siempre me decía, “pero si todo esto salió de su cabeza, no lo puede negar”. Nadie puede negar que ese escrito es suyo, porque es demasiado personal. Son sus intereses, sus obsesiones, sus gustos, sus sentimientos, sus deseos, incluso alguna mujer que les haya gustado o amado está inserta en cada línea y ella es cada línea, cada pensamiento, cada idea, o incluso cada concepto la significa a ella. En este caso, ¿qué es lo que motiva a mi pensamiento, a mi memoria, a que trabajen horas extras tratando de descifrar una idea, deconstruir un sueño, imaginar un libro, dormir entre las páginas?
Escribo este ensayo sabiendo que dentro de cada página estoy yo. ¿Puede escribirse un libro estando dentro de él, entre sus líneas, sus páginas, los borrones y las manchas? Ya dijimos que sí, pero era necesario preguntar, para seguir escribiendo, y veo que en muchos pensamiento, yo soy el personaje principal de lo que se escribe, incluso mi ser es de letra y lenguaje y formas e imágenes; todo en mí no es otra cosa que texto. Soy una carta escrita con una tinta difícil de borrar. Pero al mismo tiempo soy un silencio que habla con un lenguaje más allá de la comprensión misma. Puedo ser llamado Don Quijote o cualquier otro personaje, porque soy letra, palabra, lenguaje, idea. Soy ficción, literatura, verdad posible que se vuelve ficción absoluta, infinita. Este es el sentido poético para explicar que todo en él pertenece a mi pensamiento. No las ideas, esas son de sus autores, sino la forma en que son tratadas, el modo, el título, la manera en que hablo de ellas. Repeticiones, ensayos, búsquedas de la belleza literaria, filosófica e incluso teológica.
¿Qué intereses se muestran en este trabajo? Todos aquellos que hasta la fecha me han dirigido en el pensamiento. Ahí está alguna línea que se percibe de ciencia ficción, ahí se muestra algo sobre cine, más adelante encuentro filosofía o teología o literatura, pero todo este trabajo es de filosofía, teología y literatura, entonces, ¿en qué sentido encuentro de ellas? Cuando hablo de los autores, de sus libros, alguna cita. Hay inventos, poemas, cómics, hablo acerca del ciberespacio, de los sueños, de los pensamientos, de las ideas, de otros libros, de la Biblia, de todo lo que me ha gustado por años. Dios, la religión, las ideas que he encontrado aquí y allá. Incluso hay partes de algunos libros que he tenido que encontrar en otros lugares, que emprendí viajes para poder llegar a ellos porque no los pude ubicar en las librerías de mi lugar. Kant y el ornitorrinco, de Umberto Eco, fue un libro que encontré en la biblioteca de la UNAM una tarde que decidí viajar al DF. Con Juan Villoro, creo que siempre escribimos sobre nuestros efectos personales:
"Antes de pasar a los ensayos, quisiera recordar una escena sobre la perturbadora fuerza de las cosas nimias que definen a los hombres. En Si esto es un hombre, Primo Levi refiere la historia de un campo de concentración donde se comunica que, al día siguiente, los presos serán conducidos a las cámaras de gases. ¿A qué se dedican los prisioneros en su última noche? Pelean, se burlan unos de otros, conspiran, hacen el amor. Las mujeres descubren que aún les quedan tareas pendientes y pasan horas lavando camisas y calcetines. Al otro día, cuando el tren llega por los condenados, la ropa está perfectamente tendida.
"Nada destruye los efectos personales."
Principalmente, este trabajo está hecho a partir de dos intereses profundamente impactantes para mí, y son Babel y el lenguaje, todos los demás devienen de ellos. Encuentro en ellos tal profundidad, tal sentido de comprensión, tal invención de la realidad misma, que no puedo dejar de pensar que este ensayo es un intento por abarcar toda la realidad. Voltear a ver a la Torre de Babel, ese relato mítico del Génesis bíblico, puede darnos un doble sentido: por un lado se partiría de la idea de que antes de Babel el mundo entero estaba unificado, y de hecho lo dice en la Biblia, “En aquel tiempo todo el mundo hablaba el mismo idioma. En ese entonces se hablaba un solo idioma en toda la tierra. Era la tierra toda de una sola lengua y de unas mismas palabras. No tenía entonces la tierra más que un solo lenguaje, y unos mismos vocablos. Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras”. Todos tenían el mismo idioma, una sola lengua y unas mismas palabras, unos mismos vocablos, las mismas palabras, de forma concreta, el mismo lenguaje y el mismo pensamiento. Pensar en este mito me hace darme cuenta de que, en algún momento, no en sentido real o histórico, sino en sentido metafórico, poético, todos se entendían en este mundo, la unión de su pensamiento, la comprensión mutua, permitía vivir como un mismo hombre; pero una vez más decimos, Babel es un mito, un metadiscurso donde existía un metalenguaje.
Pero no todo es tragedia al escribir, ni todo es olvido. También olvidar es un juego, una necesidad, una vitalidad, porque si recordáramos todo, tal como hiciera Funes el memorioso, aquel superhombre borgesiano, nuestra vida sería una cadena de tragedias, asesinatos y suicidios. Así que olvidar es sano, y procuro olvidar muchas veces. Y en este caso específico, olvidar me permite inventar, porque puedo inventar todos aquellos textos que he olvidado. Pienso, ¿de qué trataba aquel poema que venía pensando en el camino? ¿Cómo empecé ese ensayo sobre todas las cosas en sentido infinito? ¿Es que ese cuento que pensaba era de terror, de magia, fantástico o ciencia ficción? Preguntas así me hacen pensar que esos textos imaginados eran interesantes o pobres en su desarrollo, pero no dejan de ser textos o ensayos virtuales. De cierta forma, la realidad virtual la vivo en ese momento, cuando invento, o reinvento esos ensayos.
En algún momento de todo el desarrollo de este trabajo llegué a pensar en algunos personajes. Pensé en un doctor, el Dr. Prometeuss, imaginé que él era uno de los escritores de alguno de estos trabajos; pensé insertarlo en el texto como un personaje casi novelesco que hablaba como mi alter ego, pero, ¿qué impacto puede tener su nombre? ¿Puede ser que llegara a quedarse en la memoria de los lectores de todas las épocas tal como sucedió con Don Quijote, que incluso es más famoso que su autor y que uno se llega a preguntar, “¿fue Don Quijote quien inventó a Cervantes o fue Cervantes el escritor del Quijote?” y que revolucionara la escritura? Pienso que no, incluso creerlo es demasiado pretencioso.
De cierta forma, cada texto que hacen, cada cuento, cada historia que tejen, cada poema, lleva entrelazada parte de la vida del que escribe; puedo decir, cada cuento lleva parte del pensamiento del autor. En este ensayo encuentro que cada página tiene mi presencia, mi pensamiento, mi forma de hablar, de escribir. Mi maestra, aquella que me enseño una forma diferente de pensar, siempre me decía, “pero si todo esto salió de su cabeza, no lo puede negar”. Nadie puede negar que ese escrito es suyo, porque es demasiado personal. Son sus intereses, sus obsesiones, sus gustos, sus sentimientos, sus deseos, incluso alguna mujer que les haya gustado o amado está inserta en cada línea y ella es cada línea, cada pensamiento, cada idea, o incluso cada concepto la significa a ella. En este caso, ¿qué es lo que motiva a mi pensamiento, a mi memoria, a que trabajen horas extras tratando de descifrar una idea, deconstruir un sueño, imaginar un libro, dormir entre las páginas?
Escribo este ensayo sabiendo que dentro de cada página estoy yo. ¿Puede escribirse un libro estando dentro de él, entre sus líneas, sus páginas, los borrones y las manchas? Ya dijimos que sí, pero era necesario preguntar, para seguir escribiendo, y veo que en muchos pensamiento, yo soy el personaje principal de lo que se escribe, incluso mi ser es de letra y lenguaje y formas e imágenes; todo en mí no es otra cosa que texto. Soy una carta escrita con una tinta difícil de borrar. Pero al mismo tiempo soy un silencio que habla con un lenguaje más allá de la comprensión misma. Puedo ser llamado Don Quijote o cualquier otro personaje, porque soy letra, palabra, lenguaje, idea. Soy ficción, literatura, verdad posible que se vuelve ficción absoluta, infinita. Este es el sentido poético para explicar que todo en él pertenece a mi pensamiento. No las ideas, esas son de sus autores, sino la forma en que son tratadas, el modo, el título, la manera en que hablo de ellas. Repeticiones, ensayos, búsquedas de la belleza literaria, filosófica e incluso teológica.
¿Qué intereses se muestran en este trabajo? Todos aquellos que hasta la fecha me han dirigido en el pensamiento. Ahí está alguna línea que se percibe de ciencia ficción, ahí se muestra algo sobre cine, más adelante encuentro filosofía o teología o literatura, pero todo este trabajo es de filosofía, teología y literatura, entonces, ¿en qué sentido encuentro de ellas? Cuando hablo de los autores, de sus libros, alguna cita. Hay inventos, poemas, cómics, hablo acerca del ciberespacio, de los sueños, de los pensamientos, de las ideas, de otros libros, de la Biblia, de todo lo que me ha gustado por años. Dios, la religión, las ideas que he encontrado aquí y allá. Incluso hay partes de algunos libros que he tenido que encontrar en otros lugares, que emprendí viajes para poder llegar a ellos porque no los pude ubicar en las librerías de mi lugar. Kant y el ornitorrinco, de Umberto Eco, fue un libro que encontré en la biblioteca de la UNAM una tarde que decidí viajar al DF. Con Juan Villoro, creo que siempre escribimos sobre nuestros efectos personales:
"Antes de pasar a los ensayos, quisiera recordar una escena sobre la perturbadora fuerza de las cosas nimias que definen a los hombres. En Si esto es un hombre, Primo Levi refiere la historia de un campo de concentración donde se comunica que, al día siguiente, los presos serán conducidos a las cámaras de gases. ¿A qué se dedican los prisioneros en su última noche? Pelean, se burlan unos de otros, conspiran, hacen el amor. Las mujeres descubren que aún les quedan tareas pendientes y pasan horas lavando camisas y calcetines. Al otro día, cuando el tren llega por los condenados, la ropa está perfectamente tendida.
"Nada destruye los efectos personales."
Principalmente, este trabajo está hecho a partir de dos intereses profundamente impactantes para mí, y son Babel y el lenguaje, todos los demás devienen de ellos. Encuentro en ellos tal profundidad, tal sentido de comprensión, tal invención de la realidad misma, que no puedo dejar de pensar que este ensayo es un intento por abarcar toda la realidad. Voltear a ver a la Torre de Babel, ese relato mítico del Génesis bíblico, puede darnos un doble sentido: por un lado se partiría de la idea de que antes de Babel el mundo entero estaba unificado, y de hecho lo dice en la Biblia, “En aquel tiempo todo el mundo hablaba el mismo idioma. En ese entonces se hablaba un solo idioma en toda la tierra. Era la tierra toda de una sola lengua y de unas mismas palabras. No tenía entonces la tierra más que un solo lenguaje, y unos mismos vocablos. Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras”. Todos tenían el mismo idioma, una sola lengua y unas mismas palabras, unos mismos vocablos, las mismas palabras, de forma concreta, el mismo lenguaje y el mismo pensamiento. Pensar en este mito me hace darme cuenta de que, en algún momento, no en sentido real o histórico, sino en sentido metafórico, poético, todos se entendían en este mundo, la unión de su pensamiento, la comprensión mutua, permitía vivir como un mismo hombre; pero una vez más decimos, Babel es un mito, un metadiscurso donde existía un metalenguaje.
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