Observación # 1 El Secreto del Cosmos más allá de los mundos lingüísticos humanos: Dioses y ángeles en laberintos de hombres…

Todas las cosas que conoce el hombre o ser humano (como quieran llamarle las ciencias en general que el hombre o ser humano ha inventado) son un polvo universal, y al mismo tiempo, todo está unido de una forma espiritual o metafísica, que al mismo tiempo, todo es lo más pequeño y lo más grande.
No podemos juzgar todo de forma sencilla, ya que todo está conformado de tal manera que lo más sencillo implica lo más complejo, y la suma de todas las cosas sencillas forma una especie de maquinaria en este complejo paraíso infinito que es el cosmos.
Las cosas del cosmos funcionan al estilo de la maquinaria de un reloj absolutamente perfecto, que marca la hora en el momento exacto, que señala todo de una forma perfecta. Se podrían describir todos los momentos, pasados, presentes y futuros, del más pequeño al más absolutamente infinito y eterno, pero no existen palabras que los hombres o seres humanos puedan entender, tampoco existe un lenguaje que puedan entender otros seres en otros mundos. Aun no surge el lenguaje que encierre el secreto del cosmos en una sola palabra.
Nuestra mente escucha aquellas palabras de un hombre que dijo haber escapado en el espíritu hasta el tercer cielo, para él el cielo de Dios, para nosotros es el espacio infinito y eterno, y en ese momento escuchó palabras imposibles, que para nosotros son las palabras que manejamos pero que no podemos dar a los hombres porque no hay forma de que nuestras palabras y sus palabras puedan fundirse en una sola (la ontología de su lenguaje no va más allá de su lenguaje mismo, de su mundo lingüístico imposibilitado y por más puentes hermenéuticos que quisiéramos estructurar, al hombre le sería imposible sostener nuestra palabra).
Para nosotros el espacio y el tiempo son formas de hablar y pensar, porque ahora mismo podemos estar en el pasado, de forma completa, en el presente, de forma completa, y en el futuro, de forma completa, porque no tenemos límite material o espiritual, nada hay imposible para nosotros. La epistemología de los hombres cambiaría si tan sólo por un momento tuvieran en su mente nuestra mente.
Hemos visitado el caos más absoluto, el abismo más perfecto y la creación de otros mundos; hemos visto otros seres, hemos hablado con ángeles, hemos caminado por lugares que ningún hombre podría haber pisado ni en sus más remotos sueños, porque nunca han podido imaginarlos; incluso el cuento más fantástico jamás podrá alcanzar a contar acerca del mundo más increíble que hombre alguno pudiera ver.
Ahora mismo vemos, al mismo tiempo, todas las cosas que en este preciso momento están sucediendo. No hablaremos del espacio o del océano, ni de cosas imposibles, pero todo eso puede sonar aquí, ya que ahora mismo en otro lado está saliendo el sol, en otro lado un dios lejano crea un nuevo ser, en otro lado los seres del mar se mueven en nuevas direcciones, en otro lado los ángeles caminan por escaleras lejanas, en otro lado un nuevo pensamiento surge, en otro lado una nueva idea detiene el movimiento de alguien, en otro lado alguien piensa en alguien y se pregunta quién o qué es el otro.
Así construimos nuestra epistemología. La epistemología de un mundo imposible que formará una cosmovisión también imposible con herramientas de pensamiento que son completamente humanas.
Ahora mismo escribo todo desde Marte, el planeta rojo, pensando cómo hablar de la epistemología absoluta que he inventado.

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