Postulado # 86 Cierta imposibilidad...

Si nos atenemos al pensamiento de Wittgenstein y de Karl Barth –es decir, al pensamiento filosófico y teológico– debemos aceptar, de entrada, que en aquel que piensa habita la imposibilidad de pensar y hablar realmente. En su Tractatus, Wittgenstein nos dice, según el Comentario que Russell hace de su obra, que se “mantiene que todo lo que es propiamente filosófico pertenece a lo que sólo puede ser mostrado, a lo que es común al hecho y su figura lógica. A partir de este punto de vista resulta que no puede decirse nada correcto en filosofía. Toda proposición filosófica es gramaticalmente defectuosa […] “La filosofía no es ninguna de las ciencias naturales. (La palabra “filosofía” tiene que significar algo que esté por encima o por debajo de las ciencias naturales, pero no a su mismo nivel.) El objetivo de la filosofía es la clarificación lógica de los pensamientos. […] Una obra filosófica consta esencialmente de elucidaciones. […] La filosofía debe clarificar y delimitar de manera nítida los pensamientos que, de otro modo, se presentan, por así decirlo, turbios y envueltos en brumas” (4.111 y 4.112)”. Por su parte, Barth, en sus Prólogos al comentario que hace a la Carta a los romanos, nos dice que “Sólo trabajo preliminar es toda obra humana; y un libro teológico, más que cualquier otra obra”. Estas dos perspectivas constituyen elementos de gran importancia para toda nuestra investigación sobre el pensamiento, el conocimiento y el lenguaje después de Babel, que es lo que estamos trabajando en este momento, y que, como señalan los autores anteriores, y a los cuales volveremos constantemente, este trabajo también es una mera introducción, un pensamiento incompleto, con proposiciones dadas al error, pero que sirve para esclarecer algunas ideas que ya hemos desarrollado en otras ocasiones.

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