ENSAYO: EL TEXTO COMO FICCIÓN
Dentro de la concepción que tenemos acerca del texto, consideramos que este ya no es una unidad, sin cambios, estático en el espacio y el tiempo, con un significado absoluto, encerrado en un mundo aparte del mundo de lo real. El texto, por tanto, no es cerrado, sino abierto, y abierto al horizonte de las múltiples significaciones, abierto en el espacio y en el tiempo, que no tiene un principio fijo y mucho menos un final. Un texto, por tanto, no inicia ni termina.
Pensamos en Foucault al hablarnos del autor del texto. Él menciona, en su libro ¿Qué es un autor? que el escritor de cualquier texto necesita hacerse a un lado para permitir los múltiples significados, y posteriormente hablar de ese mismo autor ya no querrá decir que alguien escribe, sino que es parte de la estructura de la escritura, es decir, el autor se vuelve parte del método de lectura del texto. Para esto diríamos lo siguiente: Umberto Eco ya no es la persona que escribe los libros, sino una cierta perspectiva analítica al lenguaje escrito; decir Monsiváis es hablar de un sistema de lectura por medio de la crónica, con un cierto método analítico; hablar de Bourdieu es hablar de una cierta forma de leer en sentido sociológico; Foucault, Derrida, Heidegger, Lévinas, Nietzsche, Baudrillard, o Borges, son formas metodológicas de lectura a los textos, ellos ya no son autores de carne y hueso, sino parte del texto mismo, son elementos de lectura.
Un texto, desde la perspectiva que tratamos, en su “interior” (si es que existe el interior de un texto, lo cual nos hace pensar, entonces, en un exterior del texto) contiene un conjunto de elementos diferentes, ya sea en palabras que significan, palabras que unen esas palabras que significan, palabras que complementan las dos primeras formas de palabras, es decir, las palabras que “construyen” un texto no van a ser utilizadas del mismo modo, no tendrán el mismo sentido, no hablarán de lo mismo. Esto es lo que nos hace pensar en el texto como una estructura textual más que en texto. Pero, ¿afecta en algo esta serie de diferencias “dentro” del texto? Al contrario de afectar, las diferencias dentro del texto permiten que todo en él llegue a conformar el llamado discurso, que es el momento en que un texto está ordenado de cierta forma para significar y “decir” algo a todos aquellos que lo “escuchan” o lo “piensan”. (Hablar de discurso es hablar de un texto “vivo” en significado, que se dirige a “los otros” que escuchan).
¿En base a qué el texto significa “algo”? ¿Qué es lo que le da el significado que tienen las palabras? ¿Por qué es que una palabra llega a significar? Los significados se “construyen” en base a los contextos mentales o de memoria que “tienen” aquellos que leen. Para que una palabra signifique aquel que lee necesita, primero, saber leer, segundo, saber qué significan las palabras que han “puesto” dentro del texto.
Imaginemos por un momento una situación. Pensemos en una escena posapocalíptica donde toda una generación de seres humanos ha desaparecido con todas sus costumbres, con todas sus formas de pensar, con sus capacidades para leer, conocer, comprender, analizar, es decir, con las capacidades para pensar los textos. Todo esto ha desaparecido, el mundo como era conocido ya no existe, ahora todo está completamente destruido, no existen los hombres, ni la naturaleza, y al decir naturaleza hablamos de animales, bosques, lagos, mares, del mundo que alguna vez fue conocido. Es el final de todo lo existente. Pero existe un libro, el único que ha quedado, y por azares del destino, ha quedado un pequeño niño, tan joven que sus padres no le pudieron enseñar a pensar los textos, y ese único libro no dice nada para él, no tiene un significado en cuanto a lo que está escrito en él, sin embargo, es una herramienta en todos los sentidos de la palabra: con él juega, trabaja, duerme, incluso de escalera lo llega a utilizar. Y así, el niño solamente come lo que ha quedado en ciertos lugares, se viste con la ropa que tenía, pero el libro nunca lo lee. Nadie más ha quedado en este paraje desértico, ese niño es el único ser vivo sobre la tierra, nadie con quién comunicarse, poco a poco su lenguaje se ha perdido, y un día, sin explicación alguna, el niño muere. El libro queda en un rincón, nadie lo leerá jamás, y lo que está escrito, aunque significaba algo para alguien, no tiene más sentido de existir, porque no existen ya aquellos que le daban el significado a esas palabras, no existe ya nadie de aquellos que construían discursos con el fin de decirse algo entre ellos. ¿Qué libro era? La Biblia: sus parábolas, sus fábulas, sus cuentos, sus narraciones, sus historias, sus biografías, sus epístolas ya no tienen ningún sentido de ser porque ya nadie las puede leer e interpretar. Esto sería el fin de la escritura, porque fue el fin del hombre que lee, el fin del hombre que interpreta. De esta forma pensamos en esto: no existe la metafísica de la escritura, no existe un significado de cosas que nadie ve, no existe un mundo metafísico que encierra un mundo aparte de este, y no existe porque nadie lo puede leer, y si existe, es porque el hombre existe y lo lee y lo piensa y le da el sentido, y esto casi es un acto de fe en la escritura, y la fe, como sabemos, es subjetiva: no todo existe simplemente por tener fe. Este sería el fin de la escritura metafísica, no sería ya más que un objeto que hacemos significar de modo arbitrario.
De esta forma, con este pequeño texto, lo que intentamos explicar, lo que queremos decir, es que el texto no es algo ya dado, fijo, tejido de forma casi preexistente, sino algo artificial, ordenado de forma arbitraria, con significados aleatorios, en movimiento. A eso se refiere Octavio Paz cuando habla de una poesía en movimiento, una poesía que no está encerrada en algún tipo geográfico. La escritura es artificial porque se encuentra en movimiento, estructurándose, desestructurándose, reestructurándose. Ya decir texto es pensar en escritura, y decir escritura es que alguien ha fabricado, construido, estructurado dicho texto.
El texto es la ficción nietzscheana, la verdad ficticia, la construcción de alguien más. Un texto es y significa porque alguien así lo ha querido…
Pensamos en Foucault al hablarnos del autor del texto. Él menciona, en su libro ¿Qué es un autor? que el escritor de cualquier texto necesita hacerse a un lado para permitir los múltiples significados, y posteriormente hablar de ese mismo autor ya no querrá decir que alguien escribe, sino que es parte de la estructura de la escritura, es decir, el autor se vuelve parte del método de lectura del texto. Para esto diríamos lo siguiente: Umberto Eco ya no es la persona que escribe los libros, sino una cierta perspectiva analítica al lenguaje escrito; decir Monsiváis es hablar de un sistema de lectura por medio de la crónica, con un cierto método analítico; hablar de Bourdieu es hablar de una cierta forma de leer en sentido sociológico; Foucault, Derrida, Heidegger, Lévinas, Nietzsche, Baudrillard, o Borges, son formas metodológicas de lectura a los textos, ellos ya no son autores de carne y hueso, sino parte del texto mismo, son elementos de lectura.
Un texto, desde la perspectiva que tratamos, en su “interior” (si es que existe el interior de un texto, lo cual nos hace pensar, entonces, en un exterior del texto) contiene un conjunto de elementos diferentes, ya sea en palabras que significan, palabras que unen esas palabras que significan, palabras que complementan las dos primeras formas de palabras, es decir, las palabras que “construyen” un texto no van a ser utilizadas del mismo modo, no tendrán el mismo sentido, no hablarán de lo mismo. Esto es lo que nos hace pensar en el texto como una estructura textual más que en texto. Pero, ¿afecta en algo esta serie de diferencias “dentro” del texto? Al contrario de afectar, las diferencias dentro del texto permiten que todo en él llegue a conformar el llamado discurso, que es el momento en que un texto está ordenado de cierta forma para significar y “decir” algo a todos aquellos que lo “escuchan” o lo “piensan”. (Hablar de discurso es hablar de un texto “vivo” en significado, que se dirige a “los otros” que escuchan).
¿En base a qué el texto significa “algo”? ¿Qué es lo que le da el significado que tienen las palabras? ¿Por qué es que una palabra llega a significar? Los significados se “construyen” en base a los contextos mentales o de memoria que “tienen” aquellos que leen. Para que una palabra signifique aquel que lee necesita, primero, saber leer, segundo, saber qué significan las palabras que han “puesto” dentro del texto.
Imaginemos por un momento una situación. Pensemos en una escena posapocalíptica donde toda una generación de seres humanos ha desaparecido con todas sus costumbres, con todas sus formas de pensar, con sus capacidades para leer, conocer, comprender, analizar, es decir, con las capacidades para pensar los textos. Todo esto ha desaparecido, el mundo como era conocido ya no existe, ahora todo está completamente destruido, no existen los hombres, ni la naturaleza, y al decir naturaleza hablamos de animales, bosques, lagos, mares, del mundo que alguna vez fue conocido. Es el final de todo lo existente. Pero existe un libro, el único que ha quedado, y por azares del destino, ha quedado un pequeño niño, tan joven que sus padres no le pudieron enseñar a pensar los textos, y ese único libro no dice nada para él, no tiene un significado en cuanto a lo que está escrito en él, sin embargo, es una herramienta en todos los sentidos de la palabra: con él juega, trabaja, duerme, incluso de escalera lo llega a utilizar. Y así, el niño solamente come lo que ha quedado en ciertos lugares, se viste con la ropa que tenía, pero el libro nunca lo lee. Nadie más ha quedado en este paraje desértico, ese niño es el único ser vivo sobre la tierra, nadie con quién comunicarse, poco a poco su lenguaje se ha perdido, y un día, sin explicación alguna, el niño muere. El libro queda en un rincón, nadie lo leerá jamás, y lo que está escrito, aunque significaba algo para alguien, no tiene más sentido de existir, porque no existen ya aquellos que le daban el significado a esas palabras, no existe ya nadie de aquellos que construían discursos con el fin de decirse algo entre ellos. ¿Qué libro era? La Biblia: sus parábolas, sus fábulas, sus cuentos, sus narraciones, sus historias, sus biografías, sus epístolas ya no tienen ningún sentido de ser porque ya nadie las puede leer e interpretar. Esto sería el fin de la escritura, porque fue el fin del hombre que lee, el fin del hombre que interpreta. De esta forma pensamos en esto: no existe la metafísica de la escritura, no existe un significado de cosas que nadie ve, no existe un mundo metafísico que encierra un mundo aparte de este, y no existe porque nadie lo puede leer, y si existe, es porque el hombre existe y lo lee y lo piensa y le da el sentido, y esto casi es un acto de fe en la escritura, y la fe, como sabemos, es subjetiva: no todo existe simplemente por tener fe. Este sería el fin de la escritura metafísica, no sería ya más que un objeto que hacemos significar de modo arbitrario.
De esta forma, con este pequeño texto, lo que intentamos explicar, lo que queremos decir, es que el texto no es algo ya dado, fijo, tejido de forma casi preexistente, sino algo artificial, ordenado de forma arbitraria, con significados aleatorios, en movimiento. A eso se refiere Octavio Paz cuando habla de una poesía en movimiento, una poesía que no está encerrada en algún tipo geográfico. La escritura es artificial porque se encuentra en movimiento, estructurándose, desestructurándose, reestructurándose. Ya decir texto es pensar en escritura, y decir escritura es que alguien ha fabricado, construido, estructurado dicho texto.
El texto es la ficción nietzscheana, la verdad ficticia, la construcción de alguien más. Un texto es y significa porque alguien así lo ha querido…
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