MICROFICCIÓN: EL DESCUBRIMIENTO DEL ALMA

He quitado un pedazo de la carne y descubrí lo que está oculto; la simple mirada no logra observar que debajo se encuentra un color atractivo, un color que se ilumina con el sol si tomamos las partes y las llevamos hacia el sol. Sí, necesito formar la colección, necesito juntar todos los cortes para saber de qué está constituido. Parece que se forma de elementos muy distintos. La mirada está frente al espejo, y no se reconoce; ya se ve muy diferente a como estaba en un principio. Pero es que lo venció la tentación y tuvo que saberlo. Era una necesidad vital, la respuesta debía salir a flote. Todo indica que lo logró. No se reconoce el rostro, ni siquiera sabe qué es esa forma tan extraña que está enfrente de él, pero sabe que eso es un espejo. Ahí está, mirando como siempre, pero esta vez no se quedará sin saberlo. Y ya lo sabe. ¿De qué está hecho? Tiene que rascar un poco más para descubrir la parte más profunda, y al final, logra quitar todas las capas que estorban. Y mira, mira con detenimiento, mira con asombro y puede observar al hombre reflejado en el espejo que ha quitado toda la piel de su cuerpo con el cuchillo y parece que el color rojo que lo baña se parece al color rojo que está en esas partes que alguien alguna vez le dijo que se llamaban músculos y ahora puede ver que también existía el hueso y el hombre del espejo ya no tiene rostro, no, definitivamente, yo, que estoy del otro lado de ese espejo, no reconozco al hombre que se quitó la carne a pedazos con el cuchillo con el que solía cortar la carne de res que a veces comía en las tardes.

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