ENSAYO: LA IMAGINACIÓN DE CORTÁZAR IMAGINANDO

Este es Julio Cortázar, en el momento en que piensa en un nuevo cuento. Piensa en los cronopios, o en los famas, o en los esperanzas, o en cualquier otro personaje; puede ser Teseo o el Minotauro, o algún lugar que se encuentra del otro lado. Puede ser cualquier cosa, y al mirarla, sabemos que cambiará todo lo común para transformarlo en algo tal vez aterrador, angustiante, en otro aspecto que no es precisamente el que conocemos. Piensa en cómo bañar la realidad de esa atmósfera inquietante. ¿Qué escribir? ¿Qué pensar? ¿Cómo pensarlo? Escribir en primera persona o en segunda o en tercera, y ¿si escribe en una persona totalmente distinta? ¿Qué persona sería? Los monstruos de Cortázar se necesitan aceptar, porque no hay otra forma en que uno se pueda deshacer de ellos. Puede ser un bestiario que termine devorando a alguna persona. O puede ser un caracol que tenga la mano de alguien más. Porque del otro lado logramos escuchar la voz de alguien que está ausente. Una puerta condenada que divida la otra puerta, donde se escuche el llanto del niño que ya no se encuentra al otro lado. O el rostro de aquel que se mira a sí mismo a través del cristal. O las dos manos que se dibujan, una a la otra, una real y la otra ficticia, pero ¿cuál es la real y cuál es la ficticia? Y ya de momento vemos a una mujer que camina al encuentro de otra mujer y al final, al separarse, logramos ver que la primer mujer ya no es la primera sino la segunda y que el rostro de la otra es otro rostro.

Y bueno, ¿qué más se puede decir cuando Cortázar está pensando? Puede ser que una línea se convierte en un círculo, o que el círculo tenga rostro de cuadrado, o que el triángulo esté llenando con su presencia todas las figuras geométricas...

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