JOYCE AGUILAR: LA DOCENCIA COMO PERSPECTIVA CRÍTICA

Iconos Culturales: Muchas gracias por permitirme entrevistarte Joyce. Llevamos algo de tiempo platicando vía Inbox y me parece interesante todo lo que hemos encontrado como coincidencia: el gusto por las letras, la enseñanza, el interés por la cultura. Pero platícame, háblame de ti, de tu trabajo, de tu formación; contextualiza a quienes van a leerte.

Joyce Aguilar: Gracias a ti por hacerme la invitación. Soy maestra de español en una secundaria de Cd. Altamirano, Guerrero. Acabo de empezar a laborar en la docencia, pero ya he interactuado con adolescentes desde hace un año, aproximadamente. También escribo, sobre todo narrativa, aunque de manera no tan asidua como antes.

IC: ¿Cómo llegó a ti la escritura? ¿Crees que eliges la literatura como medio de expresión o que ella llega a ti?

JA: La escritura llegó a mí desde muy chica. Mis primeros poemas estaban dirigidos a mis papás cuando estaba aprendiendo a escribir. Luego, mi mamá me regaló mi primer diario, hace como 15 años. A partir de ahí empecé a elegir la literatura como una forma de expresarme anónimamente, pues hace apenas 3 o 4 años empecé a mostrar mi trabajo.

IC: Entonces, ¿cómo relacionas tu trabajo como profesora con tu trabajo en la literatura? ¿Qué encuentras en ambos caminos que alimenten tanto uno como otro trabajo?

JA: Tanto la literatura como la docencia exigen una búsqueda constante, una retroalimentación y actualización. Si bien uno puede escribir siempre sobre lo mismo, haciendo alusión una y otra vez a las mismas temáticas, no creo que sea lo adecuado. Para mí, es necesario buscar otros géneros, conocer otros estilos y experimentar en mis escritos los diferentes aportes que cada libro, cada historia me hacen. En la docencia es igual. En cada una de las aulas que he pisado, la heterogeneidad presente me obliga a buscar la manera de hacer que mis enseñanzas no sólo les sean de provecho a unos cuantos, sino que puedan llegar a la mayor parte de los alumnos. Eso es algo bastante complejo, pues mientras en la literatura yo soy quien determina los tiempos y géneros para leer, en educación debo ajustarme al Programa de Español de la SEP, lo que me limita de cierto modo.

IC: ¿Quiénes han sido los autores que han marcado más tu forma de escritura? Porque constantemente veo en tus publicaciones en redes sociales que mencionas algo sobre Poe. Pero platícame tú acerca de eso.

JA: No ha sido solo un autor el que ha influido en mi manera de escribir. Las historias de Poe, por ejemplo, me han ayudado a crear cuentos dentro del género terror. Disfruto mucho la manera en la que narra algunos de los terrores más comunes de las personas; veo reflejados algunos de mis propios miedos en ellas. Otros autores que han marcado mi forma de escritura han sido Miguel de Unamuno, Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, y en menor medida, Juan Rulfo y Elena Garro.

IC: Después de que has leído a todos esos autores, y que por cierto, has terminado tu licenciatura, ¿crees que ya podrías hablar de una metodología al escribir, tanto como escritora como docente?

JA: No, en realidad no tengo una metodología. Sin embargo, la escritura demasiado formal o solemne nunca se me ha dado muy bien, excepto en algunos relatos en los que se requiera para dar mayor veracidad a algunos de mis personajes. Mi estilo es un tanto coloquial, muy subjetivo y con tintes de charla, pues creo que es la manera más sencilla de mis lectores entiendan y se identifiquen con lo que trato de comunicar.

IC: ¿Y eso también lo aplicas en tus clases de la escuela?

JA: Claro. La mejor manera que he encontrado para lograr una interacción verdadera con los estudiantes ha sido esa, hablarles en términos que no les sean ajenos. Yo trabajo con jóvenes entre 14 y 16 años, y a esa edad en lo último que se interesan es en aprender con métodos rígidos. Por ello, el diálogo siempre me ha sido muy útil para abrir un canal de comunicación sin tantas barreras

IC: ¿Has dado algún taller literario alguna vez?

JA: En una ocasión, dentro del aula en la que estaba realizando mis prácticas, en el último año de la carrera, hace aproximadamente un año.

IC: ¿Has asistido con algún tallerista para mejorar tu escritura?

JA: Sí, he tomado algunos talleres, tanto en el Centro de Actualización del Magisterio donde me formé, como en algunas Casas de la Cultura

IC: Con respecto a la educación, literatura y cultura, ¿cuál es tu opinión al respecto?

JA: Tanto la educación, como la literatura y la cultura, tienen una importancia enorme, pues contribuyen al desarrollo integral del individuo. Vivimos en un tiempo en el que es muy difícil conjugarlas sin caer en el tradicionalismo educativo que tanto queremos evitar. Sin embargo, y lo digo desde una perspectiva propia, acercar a los alumnos a la literatura, a la cultura, es un medio de asegurar el éxito de la educación. Lamentablemente he escuchado a muchos profesores decir que la literatura importa, pero que la omiten de sus planificaciones. También argumentan que los estudiantes se aburren, que no son capaces de leer textos complejos o muy extensos y por ende, dejan de lado la promoción de la lectura como medio de aprendizaje y entretenimiento. He visto resultados favorables en mis estudiantes cada vez que leemos cuentos en el salón. Creo que tiene mucho que ver el hecho de que trabajamos con textos cuyo argumento es afín a sus intereses, y que la manera en la que se los leo no es la lectura convencional y monótona. Ellos mismos empiezan a jugar con los tonos y las expresiones mientras leen en voz alta.

IC: Dame tu opinión, ahora, sobre la cultura y las redes sociales

JA: Las redes sociales son un arma de doble filo en manos de los jóvenes. Te pongo un ejemplo. Hace unos meses, en la escuela donde laboró, hubo un caso muy grave de extorsión. A las jovencitas las obligaban a mandar fotos íntimas bajo la amenaza de atentar contra ella si se negaban. Se tomaron medidas y el problema no pasó a mayores. Sin embargo, el peligro sigue latente, pues la mayoría de los estudiantes tienen muchísimos contactos o seguidores en sus perfiles, lo que los convierte en blancos fáciles. No niego que las redes sociales son un gran medio para informarse y hasta para aprender, pero aún no se ha educado a los jóvenes sobre su uso responsable, y por ende, creo que nos hace falta un largo camino para poder decir que se les está dando un buen uso, tanto recreativo como educativo.

IC: ¿Crees que sea necesaria una perspectiva artística en la educación?, es decir, que el arte esté presente en todo momento en la pedagogía. Y no sólo el arte de los artistas y las esculturas y pinturas sino el arte en sí, esa forma artística de enseñar, pensar, escribir.

JA: Definitivamente. Sí caemos en métodos demasiado formales, sin ningún tinte artístico, es muy probable que los estudiantes no se tomen la molestia de poner atención. En la sociedad en que vivimos, lo diferente, novedoso, es lo que realmente logra atrapar, aunque sea por momentos, la mente dispersa de los jóvenes.

IC: ¿Pero hasta dónde es posible tener perspectivas distintas y que esto permita un verdadero aprendizaje y que a la larga también sea factor de mayores capacidades laborales? Esto con respecto a los estudiantes.

JA: Esta pregunta es algo complicada, pues hasta ahora siguen existiendo debates en torno a la mejor manera de llevar a buen término los contenidos del plan de estudios y a la vez, incluir todos esos métodos novedosos que emplean lo digital. A los docentes se nos pide que nuestras clases sean acordes y congruentes con los avances de la tecnología, que sean lúdicas y que integren los temas del currículo. Se escucha un poco complejo y en la práctica lo es más, pues aunque los programas son "flexibles", siempre se nos exige que no dejemos completamente de lado los métodos tradicionales. La educación es contradictoria en determinados momentos y creo que no siempre podemos conjugar esas perspectivas distintas con los métodos de enseñanza. Depende más del tema a impartir, el contexto en donde esté la escuela y el tipo de autoridades que laboren en ella.

IC: Bueno, me refiero al hecho de que lo laboral, es decir, salir de la escuela y encontrar un trabajo, se relaciona directamente con la cuestión pedagógica, el desarrollo académico, ¿o es algo independiente a la institución que sus alumnos encuentren trabajo?

JA: Depende de los temas. Algunos sí van encaminados a preparar al estudiante para poder encontrar un empleo, pero gran parte de los contenidos se imparten con el fin de incrementar su bagaje cultural, algo igualmente importante.

IC: ¿Cuál sería tu crítica a la situación actual que estamos viviendo en la educación?

JA: Vivimos una etapa crítica. Por un lado, la calidad de la educación ha mermado porque aún no terminamos de entender qué es lo que se espera que los estudiantes sepan hacer y cómo deben ser al terminar cada ciclo. Y no porque no entendamos el plan o los programas de estudio, sino porque aún no somos capaces de contextualizar dichos documentos. Cada estado en el país tiene sus necesidades, cada docente tiene algo valioso que aportar, sin embargo, y aunque se supone que somos nosotros quienes diseñamos las clases, debemos apegarnos al currículo, tenemos que seguir evaluando de manera estandarizada. Por otro lado, tenemos la reforma y las próximas evaluaciones, que más parecen medidas punitivas que vehículos para aumentar la calidad en la educación. Un examen estandarizado no mide la capacidad del docente, las personas podemos ser evaluadas con base en una escala, pero eso no garantiza que los resultados sean objetivos ni justos.

IC: Por último, y según lo que se lee en el texto de Davo Valdés: La supervivencia de las humanidades fuera de la academia, ¿crees que las humanidades en verdad deben comenzar su fuga de la academia, donde las tienen acorraladas con tal de responder a las necesidades intrínsecas del ser humano? Es decir, ¿se debe buscar una respuesta fuera de las aulas, en el mundo real?

JA: Tanto la búsqueda de respuestas dentro de las aulas como fuera de ellas es válida, pues los currículos de los diferentes niveles educativos son incapaces de responder la totalidad de las incógnitas que tienen los estudiantes. Por otro lado, a veces es más difícil responder a las necesidades del ser humano fuera de las instituciones. El docente juega un papel muy importante en todo este asunto porque funge como facilitador, como guía capaz de orientar al educando de la manera más adecuada cuando él mismo no sabe qué dirección tomar.

IC: Muchas gracias por tus palabras Joyce. Es agradable leer la forma en que fuiste profundizando cada pregunta. 

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