ENSAYO: MÉXICO, PAÍS DE SUPERHÉROES

Ante un horizonte como el que vive en estos momentos el pueblo de México, la gente ha vuelto a necesitar de los héroes; la expresión clásica “Y ahora, ¿quién podrá ayudarnos?”, suena en las voces de todos aquellos que viven en la incertidumbre, en la desesperación, en el dolor, en el sentimiento de haber sido traicionados. Muchas marchas han iniciado, la gente busca una verdadera paz con justicia; los sacerdotes hablan de política, religión, fútbol, pero tal parece que la gente ya no confía en ellos; los políticos se presentan como mesías, pero realmente son falsos mesías que intentan destruir a la gente en lugar de ayudarla.

Los intelectuales han hecho las veces de hombres con discursos heroicos; se han comprometido con la sociedad, han escrito libros que sirven como formas de pensamiento opcionales, pero tampoco logran mostrar una salida. Nadie tiene un discurso realista, lleno de preguntas; ninguno se declara ignorante, todos saben algo. Mientras tanto, México es el único que va en decadencia.


Es en este momento en que surgen como salidos de un sueño, creados por la esperanza de millones, por el miedo al futuro, por la decadencia de la razón, por la falta de fe y certezas, por la muerte de muchos dioses, por los fracasos de futbolistas, políticos, intelectuales, sacerdotes, filósofos y teólogos, héroes salidos de los cómics mexicanos; superhéroes 100% mexicanos. Son tres héroes: Chapulín Colorado, Santo, el enmascarado de plata y Kalimán, el hombre increíble. Cada uno con las habilidades que posee ha formado parte del equipo que dará a México la certeza que necesita. No son superhéroes, al estilo de Superman, los X Men, Spider-Man, y otros luchadores extranjeros; son héroes comunes y corrientes que han desarrollo las habilidades de un hombre común y las han puesto al servicio de la gente.


El Chapulín Colorado, con su nobleza, su torpeza, su cobardía, sus defectos, su falta de imaginación, pero con el gran corazón al frente que siempre lo ha caracterizado, ha decidido luchar por México, ha decidido no ser valiente sino a veces vencer su cobardía, intentar ser menos torpe, dejarse llevar menos por sus defectos, intentar poseer un poco de más imaginación. No son grandes poderes, simplemente es una lucha consigo mismo que ha iniciado para poder, de alguna forma, mostrarle a los mexicanos que aun es posible construir otra forma de pensamiento.


Santo, el enmascarado de plata, aporta su habilidad que vimos en el cuadrilátero y en otras tantas de sus aventuras. En esta ocasión no se enfrenta a marcianos, ni a vampiros, ni a momias, ni a otros seres sobrenaturales. Tiene que poner sus habilidades y su tecnología al servicio de todo un país, y luchar contra narcotraficantes, políticos corruptos, un gobierno que se va transformando en tiranía; pero sobre todo, tiene que luchar contra la indiferencia, la falta de fe, la violencia que tal parece habita en el corazón de los mexicanos, contra un corazón humano que ama la corrupción; debe defender a los marginados, a los más pobres, a los migrantes, a los obreros, a los huelguistas, a la sociedad civil que se va conformando. Tiene un gran reto, poner al servicio de la comunidad su intelecto intentando comprender los discursos políticos, debatiendo en lugares públicos, y otros asuntos que conciernen a su inteligencia.


Kalimán, el hombre increíble, tendrá que poner a la disposición de las personas sus poderes mentales, su increíble fuerza, su búsqueda de la verdad, la justicia y la paz. México tiene sus esperanzas puestas en él. Tiene que comprender la mente de los políticos, descubrir los lugares secretos de los narcotraficantes, encontrar a los policías corruptos que se dedican a transar. Pero sobre todo, necesita, junto con sus compañeros, dar certezas, aun sabiendo que, siendo héroe, su condición como tal es de alguien que puede llegar a cometer errores.


Tienen mucho trabajo por hacer. Tienen muchos problemas que resolver. Pero recibirán ayuda de personas como Carlos Monsiváis, el Subcomandante Marcos, varios futbolistas mexicanos, sacerdotes que optan por la teología de liberación. La lucha comienza, el debate está abierto. Pero nuestros héroes no se presentan como partidarios de algún movimiento social, o un partido político, ni de izquierda o derecha, tampoco de algún intelectual. Ellos muestran el compromiso con todos los mexicanos, así que, tanto dialogan con el presidente como con un futbolista, un sacerdote, un intelectual, filósofos, escritores, un vendedor ambulante, de piratería, amas de casa, indígenas, abogados, licenciados, físicos, y todos aquellos que entren en la categoría de mexicanos; publican en diarios, en revistas de políticos, participan en programas televisivos, hablan en radio, sembrando, hablando en Iglesias los domingos, en marchas. Mantienen una participación activa que muestra su compromiso y su heroicidad. Su geografía y su tiempo no son fáciles de ubicar, porque pueden estar en todos lados al mismo tiempo. Esto nos hace pensar que ellos son un grupo social, un grupo de luchadores sociales, un grupo que se ha preparado para participar activamente.


¿Son muchos Kalimán, Chapulín Colorado, Santo? ¿Son un grupo que se hace llamar como se llaman ellos? ¿Son un sindicato enorme que hace ver una omnipresencia y omnisciencia? Nadie lo sabe, pero a nadie le interesa. Las acciones heroicas, y no los héroes, son las que les importan a todos los mexicanos. Pero México no avanza, no sale adelante, no tiene una economía estable y que le gane a otras economías, no es de primer mundo (si acaso existen los diferentes mundos), no ha desaparecido la pobreza, no hay menos transa, no se ha sanado el corazón, sigue siendo un país devastado, aun tiene políticos mediocres, falsos, corruptos, engañadores, aun hay mexicanos que matan mexicanos, aun hay narcotraficantes, niños desaparecidos, muertos, abandonados, violados, mujeres violadas, muertas, sin respeto a sus derechos, desempleadas, abandonadas con embarazo, aun hay hombres machistas, desempleados, agresivos, aun existe lo que existe desde siempre. ¿Dónde y cómo serán héroes estos tres personajes? ¿Cómo salvarán a una nación? ¿Cómo darán una certeza en medio de toda esta incertidumbre? ¿Qué harán para que crean en ellos y los dejen de ver como personajes de programas de televisión, de revistas, de parodias, de películas? ¿Cómo se comprometerán con la gente, con todos, con cada uno?


Tal vez lo que muestra una playera que porta un payaso que va en camino a la basílica de Guadalupe sea cierto; la playera dice “Todos somos el Chapulín Colorado”. ¿Todos somos el Chapulín Colorado, el Santo, Kalimán? ¿Todos somos esos héroes? ¿Es ahí donde ellos se transforman en héroes? ¿Aun pueden traer, estos héroes tan humanos, demasiado humanos, sin grandes poderes sobrenaturales, algún milagro a un país como México? Jesucristo le dijo a su Padre, “Que todos sean uno como Tú y Yo somos Uno”. ¿Es posible que estos tres héroes hagan un milagro como hacer sentir a los mexicanos como si fueran un solo Mexicano, un México, un mismo Corazón, una Nación, un solo Hombre? “Cuando juega la Selección juega todo México”, se escucha en un anuncio de televisión. Y así, estos tres personajes de televisión y cómic mexicano, encarnados por actores reales, se van transformando en símbolos que necesitan ser resucitados, teniendo un reto por delante, México es un país escéptico. Estos personajes de ficción pueden hacer que la realidad sea ficcionalizada y la ficción sea realizada, como nos dijo Michel Foucault. El fluir de la historia, dice Monsiváis, hace que se construyan nuevas formas de lecturas. Estos tres personajes permiten un número infinito de lecturas a un México, a los muchos grupos mexicanos que existen en el interior de un solo México.

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