ENSAYO: LA FE Y LA VERDAD

Se nos dice, "Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres": de entrada preguntaríamos, ¿existe la verdad, existe la verdad verdadera? ¿Existen diferentes verdades? ¿De qué nos habla la cita bíblica cuando menciona que el conocer la verdad es el inicio de la libertad? En algún momento alguien ha mencionado que la verdad es terrible, que saber la verdad va más allá de cualquier situación tranquila, que incluso para el pensamiento la verdad es algo que no inspira a vivir tranquilos en este mundo. Preguntaríamos de nuevo: ¿cómo se relaciona la verdad con la fe? Se supone que la verdad está en Jesucristo, que la verdad es Cristo mismo, que Dios es verdad y por tanto Jesucristo es verdad: el Verbo es verdadero, ¿verdadero Verbo o la verdad está en el Verbo? La verdad, nos dice Heidegger, es aquello que está desoculto, y que podemos ver a cara descubierta, que no hay engaño en eso, y que puede ser mostrado, manifestado, y así, lo verdadero de Dios fue manifestado por el Verbo, y de hecho, esto significa que el Verbo ha manifestado, en su palabra, lo que es de Dios, y a Dios en relación con nosotros. Esta es la verdad. Pero ¿qué sucede cuando la verdad es terrible, cuando carcome la conciencia y las entrañas, y se agolpa en el alma como si fueran miles de garras y colmillos y nos partiera desde dentro? La verdad no es hermosa, no es bella, no es dulce: "Entonces comí el libro, y era dulce en mi boca pero amargó mi vientre", porque la verdad puede ser agradable en el sentido de conocerla, saberla, pero es terriblemente amarga al vientre, es decir, al ser.

¿De qué nos hace libres el conocer la verdad? ¿Podemos decir que hay libertad al conocer la situación del mundo? Pensemos en los periodistas, que son, posiblemente, los que más cercanos están a la verdad por su misma condición de investigadores. Pensemos en las muertes que se han dado en este tiempo, y en otros tiempos, por el hecho de conocer la verdad. Pensemos en lo terrible que es conocer una verdad, es decir, desocultar una palabra, conocer el secreto, porque hay secretos terribles. Pensemos en aquello que escribió Derrida al hablar de Abraham: el secreto de Abraham a Isaac era terrible, e incluso Derrida, siguiendo a Kiekergaard, habla de eso que vio, de reojo, Isaac, y que continuó guardando el secreto por lo terrible que era. Pensemos en Dios mismo y en cómo permanece en secreto, en lo terrible que es que permanezca en secreto, y el mejor testigo de esto es Jesús: Jesús manifestó al Padre por su palabra, pero su palabra quedó en silencio en su muerte: la resurrección, creer en ella, es un acto de fe, y Jesús mismo necesitaba de la fe para saber que él era el Cristo, y saber que Dios era su Padre.

Entonces, cuando leemos Hebreos 11 y nos habla de los hombres de fe, de los hombres en quienes Dios se manifestó, podemos percibir que ellos tenían un secreto en el mundo, que manifestaron, y este manifestar era hablar la verdad, hablar de la verdad, y el mundo no resistió a la verdad y los mató: estos hombres, los hombres de fe, tenía el secreto de Dios que hicieron verdad, y la verdad era terrible. De esta forma, ante lo terrible de la verdad, casi podríamos decir, lo mortal de la verdad, lo único que puede sostener al hombre es la fe: La verdad nos deja vacíos porque es terrible, dolorosa, amarga, pero es la fe la que nos sostiene hasta el final.

Wikileaks en españos nos dice que en estos tiempos de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario: pienso que la verdad, decir la verdad, es un acto de desmantelamiento a todos los sistemas que los hombres quieren petrificar en el espacio y el tiempo. Conocer la verdad llega a ser muerte y libertad, la fe llega a ser lo único que nos sostiene.

Conocer la verdad nos hará libres, pero hace falta la fe para sostenernos. Es por eso que la libertad, en este mundo y para este mundo, es casi imposible de que exista...

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