AFHIT HERNÁNDEZ: LA POESÍA SALVARÁ TU MUNDO
Iconos Culturales: En este caso, como ya te comenté, es la revista digital, “Iconos Culturales”, y consideramos que tú eres un icono cultural dentro de la poesía, y queremos que nos contextualices dentro de tu trabajo, cuál sería tu perspectiva, cómo comenzaste, platícanos acerca de todo eso.
Afhit Hernández:Muchas gracias primero porque lo que me dicen, por este honor, porque no me considero icono cultural de Cuernavaca en poesía, porque tengo pocos libros publicados. Hay gente que ha trabajado mucho más y que tiene presencia constante, porque tienen coloquios, y van a encuentros de poesía, y yo en ese sentido he estado un poco inactivo porque estoy trabajando en otros aspectos. Lo que me interesaba más era desarrollar la parte académica, terminar mis estudios y el doctorado, pero espero ya dedicarme otra vez a la poesía con el esmero que se le tiene que dedicar. Eso es algo que le admiro mucho a los jóvenes de ahorita, que son completamente capaces de autopublicarse, de crear sus propias editoriales, como Zetina, como Sergio David Lara, como Lucero García Flores, que se mueven y publican y hacen cosas de mucha calidad y muy padre, ¡yo quisiera tener esa energía y publicar un poco más de lo que he hecho! Yo solamente tengo tres libros propios publicados. Me acerqué a esto de la poesía porque estudié Letras en la UAEM. Siempre supe que lo que tenía que estudiar era Letras, una de esas cosas raras; dije “yo voy a estudiar Letras”. Mi mamá, fíjate, cuando yo estaba en la Preparatoria, me luxé un tendón, y era la época en que tenías que hacer tus trámites para entrar a la Universidad, y mi mamá fue la que vino en lugar mío, y le rogaba al cielo que no se fuera a equivocar y que pusiera Letras, porque dije “espero no me meta en otra cosa”; ya después, todo cojo, vine al examen y todo el asunto, y yo estaba medio preocupado porque mi mamá me metió en la Facultad de Humanidades, y yo decía, con todo el desconocimiento del mundo, “¡Esto no es Letras!”, pero ya después te das cuenta que Humanidades es la Licenciatura que abarca todas estas áreas. Hice mi especialidad en Letras, luego estudié la Maestría en Letras y luego el Doctorado en Letras y siempre mi línea de investigación ha sido la poesía, y yo creo que de ahí empezó a surgir el hecho de escribir. Yo creo un poco como Octavio Paz, que uno se acerca a la poesía buscando cosas, pero en realidad uno y las trae adentro. Eso es lo que yo creo. Por supuesto que cuando empiezas a escribir y empiezas a leer tiene que ver con tu familia; yo creo que es muy importante que en la casa hay libros, sin importar el nivel socioeconómico, y sin importar que los papás sean lectores o no. Yo voy a hacer una confesión, que espero mi mamá no se enoje, pero mi mamá no es lectora; incluso mi papá era más lector que mi mamá. Mi mamá es maestra de primaria y leía lo que tenía que leer de su trabajo, pero al que yo veía leer por placer, que se acostaba a leer porque quería leer, era a mi papá, y pues leía como de esas novelitas eróticas y el Libro Vaquero y esas cosas; yo veía a mi papá leer, pero algo que le agradezco a mi mamá, aunque no fuera lectora, es que tenía la casa plagada de libros, y yo era el que los hojeaba; de las enciclopedias copiaba los dibujitos, es decir, yo creo que es muy importante que los niños tengan acceso a los libros siempre; que las familias tengan acceso a los libros; que los libros estén allí, aunque sea para ser hojeados; alguna vez en la vida vas a agarrar uno y lo leerás, y encontrarás cosas, y así encontré la poesía. Cuando iba a la prepa, el primer poeta que me presentaron, formalmente, académicamente, fue Miguel Hernández; fue un maestro de Preparatoria el que me regaló un libro de Miguel Hernández. De hecho no me lo regaló a mí, se lo regaló a mi prima, y mi prima me lo regaló a mí. Era “Perito en lunas”. Es un libro extraordinario. Y recuerdo que traía también los sonetos de Miguel Hernández, y fue en la prepa donde escribí mi primer soneto, con métrica y todo.
IC: ¿Empiezas, entonces, a escribir en Preparatoria?
AH: Sí; digamos que escribí mi primer poema en la prepa, formalmente.
IC: ¿Y a escribir informalmente?
AH: Informalmente… todos escribimos cosas de vez en cuando.
IC: ¿Pero siempre has sido escritor de una o de otra forma?
AH: Yo creo que sí. Mi mamá tenía una máquina de escribir en su casa – como maestra tenía que tener su máquina de escribir –, entonces un día fuimos al centro de Tlaquiltenango, de donde yo soy y había allí una feria, que ahorita que lo pienso era una feria muy cruel, pero bueno, era lo que había en aquel entonces y lo tomo con esa filosofía. Era una pequeña feria donde anunciaban a una niña que convivía con serpientes, “¡Conozcan a no sé quién, la niña que vive con serpientes!”, y yo quería ir, y mi mamá me pagó y subí; literalmente era un tráiler donde tú lo rodeabas en una tarimita y veías hacia abajo y ahí estaba, en verdad, un montón de pobres serpientes, seguramente entre muertas de hambre y espantadísimas, o mutiladas, o qué se yo, y ahí estaba, efectivamente, una niña, de mi edad – yo iba como en tercero de primaria –, entonces me sorprendió mucho ver a la niña como de mi edad; no era lo que yo esperaba, porque en fotos la niña brillaba, y cuando la vi ahí estaba toda sucia y desencantada; y tú veías, una víbora que iba subiendo y ella la bajaba y la azotaba, y me acuerdo que se llamaba Amy, “Amy y las serpientes”; entonces, yo, con la máquina de escribir, cuando llegué a la casa, quería escribir un cuento que llamara “Amy y las serpientes”. Y empecé a escribir. Pero nunca lo acabé. Eso me da mucha luz porque me da a entender que sí, que desde siempre quise escribir. Recuerdo todas esas cosas y pienso “Pobre niña, pobres serpientes, pobre todo”. Pero esas son las cosas que te acercan. Por supuesto, ya formalmente, volverte lector y encuentras la lectura que te gusta, tus poetas que consideras fundamentales, tus escritores que no puedes dejar, el arte también. Siempre he estado muy apegado al arte por alguna razón, y hay mucha poesía en el arte.
IC: Nos decías que Maestría y Doctorado, ¿en dónde los estudiaste?
AH: La licenciatura la hice en la UAEM, Licenciatura en Humanidades, y te pedían que escogieras una especialidad, entre Literatura, Filosofía, Antropología e Historia, y yo escogí la especialidad en Literatura; hice la Maestría en Literatura en el CIDHEM; la Tesis de Licenciatura la hice sobre Thomas Segovia; la Tesis de Maestría también fue sobre poesía, sobre Luis Cernuda, que es uno de los poetas que yo considero fundamentales. El Doctorado lo hice en la UNAM, en el Posgrado en Letras Mexicanas, y también lo hice sobre poesía mística mexicana del siglo XX, específicamente sobre Elsa Cross, que es otra de las poetas que a mí me deslumbró, una poeta viva. La conocía en la Maestría; me dio clases y me deslumbró; no hay otra palabra, hay un deslumbramiento que ni me da vergüenza decir ni nada, y a partir de ahí comencé a escribir.
IC: ¿Consideras que todo lo que es poesía, aparte de que es trabajo, también es revelación?
AH: Sí y no. El mundo está revelado ya. Sería muy injusto que yo dijera que la poesía es revelación exclusiva, porque no toda la gente lee poesía. Y sí, toda la gente tiene revelaciones. Por supuesto que la poesía es una revelación, pero el mundo mismo es una revelación, y la poesía es el mundo mismo. Si me permiten la ligera crítica, yo creo que el problema de la poesía actual, si es que tiene algún problema, y no es la poesía sino los poetas, es que viven muy adentro del mundo académico, retórico, de la poesía. Se leen entre ellos.
IC: ¿Como que se quedan en un círculo y de ahí ya no salen?
AH: ¡Exacto! No lo pude haber dicho mejor. Y de repente es muy difícil acceder a ese círculo. Es muy difícil. La gente es muy abierta, es absolutamente capaz de entender y de sentir, pero a veces es tan complicado, y muchos de nosotros mismos, con nuestras ínfulas, se vuelve más complicado aún. Yo tengo una certeza muy clara: a la poesía hay que acercarse con infinito amor y humildad.
Y lo que estoy escribiendo ahorita yo creo que tiene que ver un poco más con eso, con acercar la poesía a la gente, que no significa popularizarla, o abaratarla, o lo que ustedes quieran. Simplemente hay que hacer una poesía accesible para todos, sin que pierda la calidad, sin que pierda su calidad de poesía. Porque sí he leído a Hölderlin, a Rilke... pero también es necesario que la gente se recupere con la poesía, más allá de la rima y de lo que la gente tiene en la cabeza de lo que es la poesía, que es la rimita y el sonsonete.
IC: ¿Crees que la poesía salvará al mundo?
AH: La poesía salvará ¡tu mundo!, no el mundo. Y yo creo que con eso es suficiente. Sí así lo decides. Yo tengo una visión muy romántica de poesía. Debo admitirlo. Del romanticismo alemán. Alemán específicamente. Ni siquiera del francés. El alemán duro y grueso, del siglo XIX. Yo sí creo que la poesía es un fenómeno que no necesariamente está en un poema, sino que se puede encontrar en otros aspectos de la vida, en otros lugares, como en una pintura, o en una película, o en un beso, o en un plato que te gusta, o en un reencuentro. Eso es la poesía. Que les digo es una visión muy romántica, porque ya con las nuevas tendencias, el posmodernismo, que la poesía es lenguaje, entonces vienen todas estas escuelas contemporáneas que dicen que no nos mintamos, que la poesía es lenguaje, es retórica, y que ya hay que entenderla así.
IC: No te consideras un poeta posmoderno, supongo.
AH: No. Soy muy clásico. No te puedo mentir, ya que lo que he escrito está allí, y cualquiera que me lee sí se da cuenta que no busco ni innovación ni experimentación. Tengo cosas que sí pueden ser un poco extrañas, pero ya me desembaracé de eso. Mi primer libro sí es un poco más experimental, porque había una corriente y tú sientes que tienes que seguir. Desembarazándose de todo eso, y encontrando lo que tú quieres decir, lo haces con tu propia voz. Yo soy más clásico; me alimento de poetas clásicos que tienen más de dosmil años de muertos. Píndaro me encanta, Safo también. Hay un librito que se llama Cantos de los oasis del Hoggar, que lo leo con recurrencia y me parece bellísimo. Mussa-ag-Amastán se llama el poeta. Cavir me parece bellísimo. Leo las tragedias griegas, me fascinan. Lo clásico es lo que a mí me llama mucho la atención, y actualmente estoy leyendo poesía Hindú del siglo XII, del siglo IX, y me parecen bellísimos.
Claro, los poetas contemporáneos sí se leen entre ellos, y conocen lo que está surgiendo, y quién se gana el Nobel. Y está bien porque eso profesionaliza la poesía, como acto, pero la verdad me interesa poco. Los premios y las publicaciones. Que tal vez por eso estoy tan fuera de todo eso. Las presentaciones de poesía en las que yo estoy lo agradezco porque me invitaron, porque voy a leer y a compartir. En las que yo no estoy pues escucho, y me gusta escuchar. Pero de repente digo, “Dios mío, ¿qué hago aquí?”.
IC: Ahora que está muy en boga lo de las competencias. ¿Crees que la poesía estaría en peligro? Mencionando tú, “profesionalizar la poesía”, imaginé qué sucedería si en la Reforma Educativa se exigiera hacer un poema, cuando, precisamente como mencionas, tu romanticismo te lleva a arrancarle las palabras a la realidad o a la irrealidad o a la metafísica.
AH: El problema no está en la poesía sino en la literatura misma. La enseñanza de la literatura en general es lo que nos deberíamos cuestionar, no nada más el hecho de la poesía. Las reformas en la educación, que estoy tan embebido en eso, no porque yo quiera sino porque es mi chamba, las tengo yo muy claras, es decir, estos esfuerzos de reorientar la educación contemporánea, no está descubriendo ningún hilo negro con esto de las competencias. Cuando alguien llega a la educación de manera entregada y amorosa, las competencias se desarrollaban aunque no hubiera teóricos sobre las competencias, hace 50 años. Yo los considero a ustedes casos de éxito de la educación mexicana. Tampoco que esté todo tan mal. Y el problema de cómo enseñamos la literatura aquí en México eso es diferente. Ya sea por competencias o no, o por lo que ustedes quieran, es otra cosa. Yo creo que enseñamos la literatura para memorizar. No estoy diciendo nada de “¡qué gran idea!”, pero hay que tener consciencia de eso; cuando en realidad se debe enseñar la literatura para tener un punto de comparación de tu vida misma. La literatura existe, y se debe enseñar en la Secundaria, en la Preparatoria, en la Universidad, para que el niño, el adolescente, o el joven, construyan su mundo interno, y lo construya bien. El problema es que más bien reducimos la literatura a datística. Apréndete el año, el autor, el libro, la corriente a la que pertenece, características de la corriente, y todo termina siendo memoria, cuando más bien se debe entender que Caperucita roja es una gran metáfora sobre la iniciación de la mujer; por eso lleva una capa roja, porque es símbolo de la menstruación, y ya está lista para salir al mundo, por eso su mamá la manda, y va a ver a su abuela, que es una anciana, lo que indica que le está enseñando a que llegue a la vejez, y que se cuide de los lobos. Y por eso tiene tantas versiones, y en algunas se la comen y se acabó, y en otras se salva y en otras aprende y crece, y en otras las salva un hombre, el Cazador, que es una visión muy machista, y en otras Caperucita es más niña; en unas culturas es más infantil, es otras es más adolescente, lo que demuestra también que la cultura ha sido muy laxa también con esto de las relaciones infantiles. Eso es lo que tiene que entender el muchacho, y eso le va a dar perspectiva interna, y lejos de la moral. Porque luego la literatura se ha ocupado como vehículo para enseñar valores. Imagina un cuento para enseñar ecología. Está muy bien, que enseñen ecología con lo que quieran; no es que yo esté en contra de la enseñanza de la ecología. Pero la verdadera literatura no necesita ser vehículo de nada.
IC: ¿Crees que se ha perdido esa forma de hacer poesía, como desde los niños? Porque bueno, en mi época todavía te enseñaban como cierta poesía, que tú hasta la fecha recuerdas, que a la fecha en los niños yo ya no lo he escuchado.
AH: Yo creo que eso ocurre porque estamos muy globalizados.
IC: Cuando yo iba a la primaria ibas hasta cantando las canciones que te enseñaban, pero ahorita ni un niño lo hace.
AH: Yo recuerdo que en la primaria leíamos a Gabriela Mistral, por ejemplo; las canciones de Gabriela Mistral. Seguramente deben estar ahí en el libro., en los libros de la SEP, pero tienes razón, a mí también me parece que lo han minimizado.
IC: Sí, porque si te das cuenta antes la “A” te la cantaban, y ahora la “A” simplemente es la “A” y se acabó. No te dan aquello que te permitía ir más allá de la letra.
AH: No hay música, no hay poesía.
IC: Siento que es lo que se ha perdido muchísimo en todos los aspectos.
AH: Hay muchos que se dedican a la poesía, y es algo que me sorprende. Bueno, me sorprende y no, porque sé que talento siempre hay en todos lados, pero sí hay muchos jóvenes que vienen bien fuerte, y que son extraordinarios y que yo les auguro todo lo mejor, y que les va a ir muy bien. Cuando yo estudiaba, poetas así que me parecían extraordinarios eran mis compañeros. El primero, en todas mis listas, es Félix Vergara; Félix es un extraordinario poeta y extraordinario cuentista. Como cuentista es más que revelador, es extraordinario. Elizabeth Delgado, una poeta que sobre lo único que yo puedo sentir por ella es respeto; una gran lectora la Dra. Elizabeth Delgado. Carlos Castañeda, a él lo conocí después; es un poeta muy melancólico, muy clásico también, fíjate, hablando de posmodernidad. Ellos son como la escuela media, porque antes estaban los grandes maestros para mí, que los conocía después, que son Socorro Venegas, que también es cuentista, pero son los escritores de Morelos. Ahorita hay una generación de jóvenes que sí están súper desarrollados, que te sorprendes. Sergio David Lara, por ejemplo. A Sergio le di clases en la preparatoria y un día me mostró sus sonetos, y le dije “¿Cuántos años tienes chamaco?”, y me dice que 16, pues me sorprendí. Y ahora sigue y lleva los mismos libros publicados que yo, o lleva 4, o 3, no sé bien, pero extraordinarios. Su novia, Ana Velarde, también es muy buena poeta, y tiene un rollo místico entre sus líneas, es decir, sus versos van por ahí. Lucero García Flores también es buenísima, y a ella le di clases también. Y no porque les diera clases sino porque he tenido contacto con ellos y he visto cómo se han desarrollado como poetas y me quedo sorprendido, y valen mucho la pena.
IC: ¿Estos son los poetas actuales?
AH: Son los actuales, que seguramente se me escapan muchísimos, porque conozco más. Diana Higuera es poco conocida, pero acaba de publicar su primer libro; es buenísima la chica. Y por supuesto, la referencia total en la poesía en Morelos es Alma Karla Sandoval. Yo creo que nada más por cantidad, dejando de lado la calidad, que es por supuesto innegable, pero nada más por cantidad, Alma Karla nos lleva mucha ventaja. Lleva 8 o 9 libros publicados. Se fue a China, a un viaje escolar acompañando a unos estudiantes del Tecnológico ¡y regresó con un poemario!, que se lo publicaron en España, y se llama – el título es precioso –, Beijin entonces. Y su último libro, el que acaba de publicar apenas, su título es todavía más bonito: Vaga forma de acercarse a la luz para quemarla. Seguramente esas son las revelaciones a las que te refieres. ¿A poco no es una belleza el título? Ahora, yo creo que, todos estos poetas contemporáneos, están haciendo su lucha y todos tienen caminos diferentes; yo por eso ni me quejo, porque yo sé que el camino que me toca simplemente me toca y ya, es decir, el tiempo revelará lo que tenga que revelar. Tengo ahorita un libro sin publicar, que estoy pensado qué voy a hacer con él, porque estoy un poco inseguro. Es un libro sobre la infancia, pero siento que le falta trabajo. Se lo di a leer a la misma Alma Karla y me dijo que era bello pero que le faltaba trabajo; se lo di a leer a Kenia Cano, que me faltó mencionarla como otra gran referencia de aquí de Morelos.
IC: ¿Kenia Cano es de los poetas medios?
AH: Es de los medios… si no es que de los primeros. Tendría que ir con Socorro Venegas. Kenia Cano es una verdadera revelación, es maravillosa. Le di a leer mi libro también a Kenia Cano, y le gustó, pero me dijo que le faltaba trabajo. Entonces sí estoy muy inseguro. Tengo que trabajarlo más. Se lo di a leer a Elsa Cross y aún no me dice nada.
IC: Muchas gracias por tus palabras Afhit. Siempre con una enseñanza en todo lo que comentas.
Comentarios
Publicar un comentario