ENSAYO: DECONSTRUCCIÓN DEL SUPERHOMBRE VIRTUAL
Algo viviente camina en círculo dentro de la cabeza
Julio Cortázar, Cefalea
Giovanni Sartori tiene un párrafo que se puede rescatar:
… la televisión está produciendo una permutación, una metamorfosis, que revierte en la naturaleza misma del homo sapiens. La televisión no es sólo instrumento de comunicación; es también, a la vez, paideía (de origen griego, denomina el proceso de formación del adolescente –pais, paidós. En su ya clásico estudio Verner Jaeger (1946) extiende el significado del término a toda la formación del hombre), un instrumento “antropogenético”, un medium que genera un nuevo ánthropos, un nuevo tipo de ser humano (pag. 40, Homo Videns)
Pero nosotros afirmaríamos que no es la televisión la que está formando ese nuevo tipo de ser humano. Encontramos otros textos, y aun, el mismo texto de Sartori nos da la perspectiva para que veamos esa nueva mutación humana.
Sartori dice lo siguiente:
Lo que hace único al homo sapiens es su capacidad simbólica; lo que indujo a Ernst Cassirer a definir al hombre como un “animal simbólico”. Cassirer lo explica así: “El hombre no vive en un universo puramente físico sino en un universo simbólico. Lengua, mito, arte y religión.” (…) animal symbolicum comprende todas las formas de la vida cultural del hombre. Y la capacidad simbólica de los seres humanos se despliega en el lenguaje, en la capacidad de comunicar mediante una articulación de sonidos y signos “significantes”, provistos de significado. (…) la diferencia fundamental es que el hombre posee un lenguaje capaz de hablar de sí mismo. El hombre reflexiona sobre lo que dice. (…) El lenguaje no es sólo un instrumento del comunicar, sino también del pensar (pags. 27-29, Ibid.)
Ahora mostramos lo que se encuentra en los demás textos.
Nos dice el texto anterior que “la capacidad simbólica de los seres humanos se despliega en el lenguaje”, y más adelante señala, “el hombre posee un lenguaje capaz de hablar de sí mismo”, y luego, “El lenguaje no es sólo un instrumento del comunicar, sino también del pensar”. Con estas tres líneas dentro del texto, comprendemos la perspectiva de Sartori: el lenguaje es lo que nos permite hacer abstracción, y la abstracción más profunda es hacia el “sí mismo”, la reflexión en torno de “mí mismo”. El lenguaje no sólo es instrumento del habla, sino del pensar mismo. Sin el lenguaje no logramos captar las cosas, ni logramos comunicarnos, y mucho menos, logramos conformar un pensamiento.
A partir de esto, es como comprenderemos, de mejor forma, lo que las siguientes citas nos quieren mostrar.
1. Las máquinas son nuestros verdaderos madres y padres intelectuales: construyen los patrones mentales y manuales con los cuales estructuramos el lenguaje. (Poética PC, Heriberto Yépez)
2. Las tecnologías electrónicas han modificado nuestras formas de vivir y de entender el mundo. El arte no podía quedarse al margen de las profundas transformaciones que ha experimentado la cultura en sus relaciones con lo digital, lo virtual y todos aquellos conceptos nacidos de la relación del hombre con las máquinas contemporáneas. (Arte y electrónica)
3. En el campo teórico, Lev Manovich ha llegado a una idea radical para el mundo del arte: la era digital está creando una nueva forma de belleza basada más en el flujo de información que en la forma. (La era digital)
4. La computadora ha cambiado no sólo el arte, sino también nuestro modo de relacionarnos con el mundo. (De Edison al arte electrónico)
¿Cuál es el centro de estas cuatro ideas? Que la tecnología, específicamente la computadora, está cambiando la forma en que estructuramos nuestros pensamientos. Es cierto que la televisión dio al ser humano una nueva perspectiva, pero la opinión de Sartori es de 1997, contra las cuatro formas de pensamiento sobre la tecnología computacional, que son de 2002. ¿Qué se quiere dar a entender con esta afirmación sobre fechas? Que la perspectiva, en cinco años, cambia mucho, sobre todo en la era digital, donde lo virtual domina el horizonte humano, y el ciberespacio es esa otra realidad, alternativa, en la que los niños, jóvenes y adultos conviven con otras personas. Pero mayor aun, los cambios en cuanto a lo computacional, y lo virtual, metafóricamente, pueden ser vistos como cambios o nuevas transformaciones tecnológicas que devienen en velocidad luz.
Para Sartori es la televisión, pero para nosotros es la computadora, y más aun, conectada a Internet, la que “está produciendo una permutación, una metamorfosis…”, es la que “genera un nuevo ánthropos, un nuevo tipo de ser humano”.
Desde que Nietzsche afirmó que “Dios ha muerto”, comenzó un cambio radical en toda la perspectiva que el ser humano tenía sobre el hombre. Comenzaba una nueva era en cuanto a la reflexión, se modificaba nuestra “forma de vivir y entender el mundo”. Pero es que Nietzsche, según Deleuze, no hablaba en sí de la muerte de Dios, sino “Lo que le interesa es la muerte del hombre”. (Foucault, Gilles Deleuze, pag. 167). Algún tiempo después, Foucault plantea lo siguiente:
…el hombre no es el problema más antiguo, ni el más constante que se haya planteado el saber humano. Al tomar una cronología relativamente breve y un corte geográfico restringido… puede estarse seguro de que el hombre es una invención reciente. (…) El hombre es una invención cuya fecha reciente muestra con toda facilidad la arqueología de nuestro pensamiento. (…) Si esas disposiciones desaparecieran tal como aparecieron, si, por cualquier acontecimiento cuya posibilidad podemos cuando mucho presentir, pero cuya forma y promesa no conocemos por ahora, oscilaran, como lo hizo, a fines del siglo XVIII el suelo del pensamiento clásico, entonces podría apostarse a que el hombre se borraría, como en los límites del mar un rostro de arena (Las palabras y las cosas, Michel Foucault, pag. 375)
¿Se está planteando una desaparición real de hombres reales, existentes? Por supuesto que no. Lo que se plantea es la desaparición de toda una construcción del saber humano, y sería la construcción llamada hombre. Aquí, Foucault está siguiendo a Nietzsche. Y si se encuentra siguiendo las huellas de Nietzsche, entonces lo que vemos aquí es la desaparición del hombre para darle paso al superhombre. Pero, ¿qué es el superhombre?, entonces hacemos uso de las palabras de Deleuze.
¿Qué es el superhombre? Es el compuesto formal de las fuerzas en el hombre con esas nuevas fuerzas. Es la forma que deriva de una nueva relación de fuerzas. El hombre tiene a liberar en él la vida, el trabajo y el lenguaje. (…) Es el hombre cargado del ser del lenguaje (Gilles Deleuze, Ibid. pag. 169, 170)
¿A qué se refiere Deleuze con las fuerzas en el hombre y las nuevas fuerzas? A la relación de fuerzas que habitan en el hombre con las fuerzas del afuera. “Las fuerzas en el hombre entran en relación con fuerzas del afuera, las del silicio que toma su revancha sobre el carbono, las de los componentes genéticos que toman su revancha sobre el organismo, las de los enunciados agramaticales que toman su revancha sobre el significante.” (Gilles Deleuze, Ibid. pag. 169) El superhombre es el compuesto entre ambas fuerzas. Una posible síntesis.
Nuestro camino viene desde la muerte de Dios, luego la muerte del hombre para que nazca el superhombre. Y así,
Como diría Foucault, el superhombre es mucho menos que la desaparición de los hombres existentes, y mucho más que el cambio de un concepto: es el advenimiento de una nueva forma, ni Dios ni el hombre, de la que cabe esperar que no sea peor que las dos precedentes (Gilles Deleuze, Ibid. pag. 170)
Con esto, ¿podemos pensar que esa nueva forma de hombre, ese superhombre, sea el nuevo ánthropos de Sartori? ¿O es que estos tres filósofos se refieren a otra cosa mucho muy diferente de la que habla Sartori? ¿Es que se queda en pura idea y texto el superhombre? ¿O es muy corta la visión de Sartori?
Las cuatro ideas que ya hemos planteado anteriormente, nos están afirmando que sí existe una nueva forma de hombre, uno que comprende el mundo de diferente manera cuando ha entrado en relación con la tecnología. La máquina construye una nueva forma de patrón mental que va a estructurar de una nueva forma, también, nuestro lenguaje, y si en Sartori, el lenguaje es instrumento del pensar, entonces todo nuestro pensamiento deviene en otro pensamiento, haciendo abstracción de nosotros mismos, y nosotros devenimos en otros. Esta forma en que nos pensamos de otras formas (invención de nosotros mismos por medios tecnológicos), nos hace entender nuestro mundo de muy diversas maneras, maneras casi infinitas; nuestras construcciones mentales se vuelven ilimitadas. “Ahora ya no se trataría de la elevación al infinito, ni de la finitud, sino de un finito-ilimitado, si denominamos así toda situación de fuerza en la que un número finito de componentes produce una diversidad prácticamente ilimitada de combinaciones” (Deleuze, Ibid. pag. 169) Por eso dijimos “casi infinitas”, porque no llegamos a construcciones mentales infinitas, sino como dice Deleuze, “una diversidad prácticamente ilimitada de combinaciones”; nuestro pensamiento, entonces, varía ilimitadamente.
El mundo adquiere otros matices. Nuestro estar en el mundo se vuelve de otra forma. Pero no debemos pensar que todo es completamente en cuanto a la máquina. Somos nosotros los que estamos en constante invención de las máquinas, la tecnología, que nos dará esos giros ilimitados que nos hacen devenir en otros a nosotros mismos. “La computadora ha cambiado no sólo el arte, sino también nuestro modo de relacionarnos con el mundo”, y relacionarnos con nosotros mismos (aun cuando se escuche repetitivo, es importante remarcar el hecho de esa transformación en nuestra propia naturaleza).
Pero todo es metafórico, y lo que venimos tratando es una gran metáfora que se utiliza como herramienta para comprender una realidad que posiblemente nos está asfixiando.
Veamos a San Agustín, en su libro Confesiones. El capítulo III lleva por título, “La presencia de Dios desborda todas las cosas”. San Agustín se pregunta,
¿Contiénente, acaso, el cielo y la tierra por el hecho de que los llenas? O ¿no será, más bien, que los llenas y hasta sobra, porque no te abarcan? Y ¿dónde derramas lo que, una vez llenos cielo y tierra, queda de ti?
¿Es que no tienes necesidad de ser contenido por criatura alguna tú, que contienes todas las cosas, puesto que las que llenas, las llenas conteniéndolas? No son, por supuesto, los vasos llenos de ti los que te dan consistencia, ya que, aunque se rompan, tú no te derramas. Y cuando te derramas sobre nosotros, no te caes tú, sino que nos levantas a nosotros, no te desparramas sino que nos recoges.
Mas todas aquellas cosas que llenas, llénaslas todas con todo tu ser. O ¿es que, como no pueden abarcarte todas todo entero contienen una parte de ti y contienen la misma parte todas a la vez? O ¿contienen una parte cada una, las más grandes una mayor y una más pequeña las más pequeñas? Pero ¿acaso hay en ti una parte más grande y otra más chica? O ¿estás todo en todas partes, sin que ninguna cosa te contenga todo entero? (San Agustín, Confesiones, Cap. III, pag. 2)
Lo que plantea San Agustín es la omnipresencia de Dios. Un Dios que lo abarca todo y que nunca se vacía ni nunca se desparrama. Es algo similar a lo que se plantea en el Libro del Tao, y en el Bhagavad-Gita.
En el libro del Tao dice, “Se usa sin que se consuma” (VI), y en el Bhagavad-Gita se muestra, “Aunque el vasto océano siempre está lleno de agua, no obstante siempre se sigue llenando con mucha más agua, especialmente durante la estación lluviosa. Pero el océano permanece igual, estable; no se agita, ni rebasa el límite de su borde. Eso también es cierto en el caso de una persona fija en el estaco de conciencia de Krsna”. Cualquiera preguntaría, ¿qué tiene que ver todo lo que se ha planteado con estas afirmaciones religiosas?
Aquí utilizaremos la idea de un Dios que se contiene, que habita todas las cosas sin desparramarse; de alguien que tiene conciencia de Dios y permanece como el océano; de algo que se usa y jamás se consume; para comprender la realidad virtual. Pero antes, ¿qué es lo virtual?
Según leemos, lo virtual es aquello que no tiene una existencia real, que es apariencia pura; se presenta a los sentidos como real, sin serlo; tiene posibilidades de llegar a ser, pero no contiene esencia (Revista La tempestad, no. 27, año 2002, ”Lo real y lo virtual”) Y en este caso, la realidad virtual es una realidad alterna, generada por medios electrónicos.
El ciberespacio es ese no-lugar (no-lugar para mostrar, no precisamente un sitio que no se ubica en ningún lugar, sino un sitio que se encuentra en otro lugar, un lugar o mundo dentro de todos los mundos infinitamente posibles) donde se percibe todo como si fuera real. Lo ficticio, en este caso, es hablar de realidad virtual, porque se supone que la realidad es algo que es, en cambio, lo virtual es algo que no es. La realidad virtual es algo que es y no es al mismo tiempo. Pero esta definición no es correcta del todo, porque “Definir lo “virtual” es complicado, pues aun no se ha podido definir completamente lo “real”” (La tempestad, Ibid.)
La realidad virtual, que habita en el ciberespacio, podría tener su profecía cumplida en lo que pronuncio Nietzsche “De cómo el “mundo verdadero” se volvió fábula” (Nietzsche, El ocaso de los ídolos, pag. 55). El mundo verdadero, lo que se creía era un mundo verdadero, un mundo habitado por el hombre verdadero, con la tecnología que nos permite adentrarnos al mundo virtual, se ha vuelto fábula, y esa fábula, como vimos en los textos religiosos, ha llenado nuestra vida (“Las tecnologías electrónicas han modificado nuestras formas de vivir y de entender el mundo”, como recordamos). Contrario al Dios que nunca se “desparrama”, o al océano que siempre se llena y nunca se sale de sus límites, la realidad virtual nos llena completamente y se desborda. Pero, ¿cómo nos llena y se desborda? La realidad virtual no es contenida por el cielo y la tierra, como diría San Agustín sobre el Dios que no pueden contener el cielo y la tierra (“¿estás todo en todas partes, sin que ninguna cosa te contenga todo entero?”), sino que la realidad virtual llega a contener al cielo y a la tierra, pero en este caso estaríamos hablando de una simulación del cielo y de la tierra, de los mares y de los animales; dice Baudrillard que “Disimular es fingir no tener lo que se tiene. Simular es fingir tener lo que no se tiene. Lo uno remite a una presencia, lo otro a una ausencia” (Jean Baudrillard, Cultura y simulacro, pag. 12); es una simulación porque no son los verdaderos cielo, tierra, mares y animales, pero esta simulación que se encuentra en la realidad virtual contenida en el ciberespacio es el “mundo verdadero hecho fábula”. Y así, la simulación es crear la sensación de que el mundo virtual se encuentra en todas partes.
Pero, volvemos a decir, todo es metáfora. Borges nos dice “El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales” (Borges, La Biblioteca de Babel), y Foucault señala, sobre esa misma Biblioteca, que otros llaman Universo, “En La biblioteca de Babel todo lo que puede ser dicho ha sido ya dicho: uno puede encontrar en ella todos los lenguajes concebidos, imaginados, incluso los lenguajes concebibles, imaginables; todo ha sido pronunciado…” (Foucault, El lenguaje al infinito). La metáfora de esta gran Biblioteca o Universo, se ve también en cuanto a Internet. Nos dice Heriberto Yépez, “Metafóricamente, escribir conectado a la red, interactuar con la internet mientras escribimos convierte a todos los que están conectados al mismo tiempo en un entramado de escrituras creándose simultáneamente. Todos, conectados a la terminal, nos convertimos en los tentáculos de un gran pulpo hiperactivo que funciona todo el día, produciendo escritura, consumiéndola, subiéndola, bajándola, enviándola, almacenándola, perdiéndola” (Heriberto Yépez, Ibid.) y volviendo a repetir el círculo hasta el infinito (un infinito borgesiano).
Desde esta perspectiva, Internet es esa Biblioteca de Babel que inventa Borges y que Foucault analiza como el lugar donde todo ha sido dicho y todos los lenguajes han sido concebidos. El lenguaje construye el pensamiento, y entonces, también la Biblioteca de Babel contiene todos los pensamientos. El Internet-Biblioteca-Universo (La biblioteca fantástica, dice Foucault en otro libro), contiene todas las páginas, todas las imágenes, todos los no-lugares que uno puede imaginar; es una variable ilimitada; es una realidad virtual hasta el infinito; es la simulación de toda la realidad (“Si es un sueño, todo el mundo está dentro de él”); los mundos posibles, las realidades paralelas, latentes, acechando, como sombras, nuestra conciencia.
Umberto Eco, en su novela La misteriosa llama de la reina Loana, habla de “Una memoria de papel”, y muestra cómo Yambó, el personaje principal, ha perdido la memoria, y tiene que recuperarla, y es precisamente a través de revistas, cuentos, periódicos, y demás textos, que vemos cómo su memoria es, efectivamente, de papel. (“El recuerdo es construcción… Recordar es reconstruir…” Umberto Eco, La misteriosa llama de la reina Loana, pag. 32). En esa misma línea, Umberto Eco va a mostrar, tanto en El superhombre de masas, como en Apocalípticos e integrados, a un Superhombre de papel, para pensarlo como la “memoria de papel”.
Reflexionemos. En la era virtual, la memoria ya no sólo es de papel, ahora es digital, está llena de imágenes virtuales-reales; el conocimiento se adquiere por medio de las visitas al ciberespacio; y en este caso, el Superhombre nietzscheano, que se encuentra más allá del bien y del mal, que es producto de la muerte de Dios y del hombre, que es una invención, una metamorfosis, una nueva forma de ser humano, que es la unión de las fuerzas que habitan al hombre y las fuerzas externas a él, en Umberto Eco es un Superhombre de papel, y en Internet es un Superhombre virtual.
Conclusión
En Heidegger, la Fenomenología significa “permitir ver lo que se muestra, tal como se muestra por sí mismo, efectivamente por sí mismo” (Heidegger, El ser y el tiempo, pag. 45). Se forma de fenómeno, que es lo que se muestra, lo que se hace patente, y de logos, que es permitir ver algo. En este caso sería, permitir ver aquello que se muestra. La verdad es la desocultación de lo que estaba oculto, mostrar lo oculto desocultándolo y mostrarlo tal como es.
Dice Lévinas que “En el rostro se presenta el ente por excelencia…El rostro… reúne… claridad y sombra” (Emmanuel Lévinas, Totalidad e infinito, pag. 272), pero también “La cara, el rostro, es el hecho de que una realidad me es opuesta…” (Emmanuel Lévinas, La huella del otro, pag. 85).
Tanto en lo que se muestra desocultándose, como en el rostro, conozco. Conocer es ver y reconocer; entender, comprender. El rostro es la identidad propia y del otro; el rostro es el otro mostrándose. Mostrando su rostro es como se muestra ante mis ojos, ante mí. Pero, ¿qué se puede decir de aquellos que utilizan el chat para conocerse?
Aquellos que chatean muestra otro rostro que se manifiesta por medio de las imágenes para mostrar y el nickname. Y es posible que no sea su rostro verdadero, sino un rostro virtual, y ya de hecho eso es. Aquellos que chatean son parte de la Generación, no X, sino @, Generación @.; pero también pueden manifestar su ser virtual en los video-juegos, que también es otra realidad virtual; los encontramos escribiendo blogs, y para los blogguers Bill Gates es su Cervantes; inventan nuevas formas de libros, nuevas páginas interminables; pero no sólo eso, aquellos que viven en el mundo de la tecnología, se les puede llamar Hombres-celulares, porque el celular es parte de todos los aditamentos de un Superhombre virtual; la anatomía de este nuevo ser humano (meta-humano) ha cambiado, y las radiografías podrían mostrar, en imagen virtual, un CD, un control de televisión, un control de video-juego, cables, USBs, pantallas, imágenes, etc. etc. etc.; como se plantea en Matrix o en Neuromante, de William Gibson, el Superhombre virtual necesita de extensiones, de cables conectados a su cabeza, para poner tener acceso al ciberespacio.
El cibernauta tiene formada su memoria de papel y de forma digital; bien podemos encontrar en sus registros de chip-mental imágenes de Leonardo Da Vinci, Picasso, Mickey Mouse, Peter Pan, futbol, Britney Spears, Robbie Williams, Chaplin, Cristo crucificado, Velázquez, Las Meninas, el Hombre Araña, Batman, Superman, Wolverine, textos de Thomas Kuhn, Foucault, Karl Popper, Borges, Cortázar, películas como The Matrix, El Cubo, El Hipercubo, Cirque du Soleil, Andy Warhol, música de The Beatles, Johnny Cash, Miles Davis, Charles “Bird” Parker, Mozart, Beethoven, Paul van Dyk, motocicletas, viajes al espacio y a otros países, pornografía, cuentos, fotografías, ropa, automóviles, escuelas, animales, documentales, y para pensar en Borges, laberintos, espejos, cosas, relojes de arena, minotauros, y si pensamos en Cortázar, jazz, cronopios, bestiarios, rayuelas, y así, podríamos enumerar todas las cosas, como en un aleph virtual que encierra todas las cosas, sin tocarse una a la otra, todas ocupando todo el espacio al mismo tiempo, apareciendo y desapareciendo de una forma ilimitada de formas infinitamente posibles.
El otro muestra su rostro desocultado por medio del chat; todos los usuarios de la red son como sombras de alteridades virtuales; viajes siderales por medio de la Red de redes, que es el Internet; se inventa el propio rostro, se muestra el rostro tal como es, aunque no sea el rostro verdadero, la verdad se va tejiendo, inventando, ficcionando, hasta que lo que se muestra se hace patente de otras formas, sin que por esto, esas otras formas sean falsas.
En la sinceridad del lenguaje se manifiesta la desocultación del ente; el cibernauta lo sabe muy bien, lo conoce, y es por eso que redime el chateo por medio de la sinceridad de su lenguaje, y de mostrar, indirectamente, su rostro, desocultar su verdadero ser por medio de letras e imágenes, y aunque la realidad virtual es ficción al infinito, variabilidad ilimitada, y el superhombre virtual es un ser infinitamente ficcionalizado, él se propone inventarse a sí mismo como si fuera una obra de arte, aun cuando corra el riesgo de borrarse como un rostro de arena que se borra a orillas del océano, y piensa que por el hecho de que chatea y navega en el ciberespacio, la realidad que vive cuando está conectado a Internet no es menos real que la realidad que vive cuando está conectado a la vida, al espacio, al mundo, a los suyos. Simplemente es que en el día vive una vida normal, real, y por las noches vive en una realidad virtual casi infinita.
Pd. Miras el monitor de tu computadora, le das “Guardar como…”; luego visitas el último sitio de Internet que tenías planeado estudiar ese día. Cierras todas las ventanas del chat, pero antes te despides de ella. Luego le das click. Cierras la sesión del msn, te desconectas y señalas la opción “Apagar el sistema…”. Te quedas por un momento sentado frente a la computadora ya sin funcionar. Te tallas los ojos y piensas que te acabas de meterte mucha heroína virtual, porque tu mente sigue funcionando a 1000 kb/seg., y las ideas aun viajan en tu cabeza en infinitum; apagas la luz y te acuestas a dormir, y poco a poco te sumerges en otra realidad virtual: tus sueños, pero esta vez a velocidad normal, la velocidad que solamente permite llevar la realidad real de tu existencia metida en el tiempo: paso a paso, siendo en este mundo un simple mortal, humano demasiado humano…
(Se enciende la pantalla, parpadea el cursor y algo o alguien escribe CONNECTING PEOPLE_ después el sistema vuelve a apagarse).
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