MICROFICCIÓN: REALIDADES DE UN CUENTO
"Fue cuando la torre de babel quedó abandonada que algunos hombres regresaron y la comenzaron a edificar como biblioteca y archivo donde está guardado todo el conocimiento hasta ahora inventado", me contaba un Nietzsche perdido en los laberintos de la locura cual si fuese un Minotauro entristecido - anotó Foucault en su libreta negra mientras reflexionaba sobre las palabras del filólogo alemán y el orden que encerraban. Luego de escribir estas últimas líneas, dejé mi cuaderno sobre la mesa y caminé hacia la salida - así comenzaba el relato que Julio Cortázar estaba escribiendo en su Olivetti Lettera 22: "Maga, mirá vos este cuentito", se escuchó decir al argentino con su profunda voz pero estaba solo en la habitación - Mario Bellatin releyó lo que estaba escribiendo en su Underwood Portatil, Modelo 1915 mientras acariciaba la cabeza de su xolozcuincle y entonces... Borges, con su bastón entre las manos y sentado en el sillón, ciego como estaba, me pidió que leyera desde el principio lo que estaba escribiendo en mi ya vieja computadora toshiba: "Fue cuando la torre de babel quedó abandonada que algunos hombres regresaron...", "Detente ahí, y borra ese principio. No es lo que vi en el aleph. Pero deja a todos esos escritores, porque fueron sus caras y sus libros y sus nombres lo que sí vi", luego proseguí leyendo - cuando dejé de leer el cuento que me habían mandado por mail lo rechacé enseguida pensando que eran saltos de tiempo ilógicos los que este joven escritor estaba haciendo y que la falta de rigor al escribir era lo que haría de este texto una verdadera pérdida de tiempo al que lo leyera" - Así fue como mi cuento nunca llegó a ser publicado, pero... - "Ya mejor me detengo aquí porque definitivamente no me gusta cómo quedó. Mejor lo reescribo", pensó Paul Auster, el personaje inventado por Paul Auster en "Ciudad de cristal", desde su escritorio, ya alejado de las páginas que lo habían retenido, ya sin ser más un personaje de ficción...
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