CUENTO: JESSICA CIGARRILLO TANGO JAZZ

Publicado originalmente el 05/04/2007


Jessica, cigarrillo, tango-jazz

A Jessica

Nada más cosa de cinco o seis y uno se vuelve loco. A veces suena más fuerte, pero el jazz solamente tiene seis momentos en los cuales el volumen te asfixia, te vuelve loco y después te contagia. Jessica-tango-jazz era una mujer que siempre vivía en el número seis del jazz: estaba completamente loca, y su locura me parecía exquisita.
Olía siempre a lo que huelen las flores, olía a campo y a flores, a montañas y cielos, a noches estrellas y noches de otoño; olía y era lo mejor que podía tener, su aroma. Y yo me volvía loquito-jazziado, porque su aroma era un tanto como el olor de las flores cuando dan su más profundo tono aromático.
Ella pasaba el día en casa y jugábamos. Nos escondíamos, o simplemente pensábamos en lo menos fantástico que se volvía una fantasía a flor de piel. Fumábamos como locos y nos tirábamos en la cama. Dormíamos largas horas y a veces parecía que el tiempo se detenía. La abrazaba, besaba, sentía su rostro junto al mío, su aliento en mi aliento; cantábamos bajito, como si el mundo no existiera y fuéramos los únicos habitantes del planeta.
Estar con ella era saber que nunca estaría solo. Hablábamos de mil cosas. De lejanos planetas, de Dios, de los ángeles, de la política y el arte, de los animales en extinción, de los dibujos animados, de los animales animados, de los animados cantantes de la época, del jazz, del tango, de todo. Hablábamos, nunca nos callábamos.
Recordar era lo más importante para nosotros. Recordábamos a los niños con hambre; ella insistía en traer ancianitos a la casa. Perritos abandonados, sueños de las personas tristes. Era una mujer única. Pero nuestra felicidad duró cuatro meses. En verdad que la amaba. Cómo la amaba, caray. Hasta me dolía el alma. El corazón me daba vueltas. Parecía una nausea que me iba a matar. Pero era ella. Jessica, Jessica, Jessica baila un tango en mi imaginación, dibuja, fotografía, actúa.
Hoy la sueño tan lejana, tan arriba, como entre nubes. Acaricio tu pelo y me enredo en él; siento tus manos recorrer mis orejas, tus labios besar mis labios. Dibujo mil veces tu sonrisa en mi mente; dibujo tus labios, tus manos, tus dientes. Imagino tu olor, Jessica, me repito tu nombre. Jessica, te imagino lejana. Jessica, no sé si el amor existe. Jessica, Jessica. En el principio fue Jessica, y ella se volvió el sonido y las cosas y los sueños y las apariciones en la noche.
No te escapes Jessica, no te escapes y me dejes en este oscuro cuarto. Te pedí que me quitaras el miedo al mundo. Me prometiste abrazos, besos, caricias. Me prometiste que alejarías la soledad. No te muevas de donde estás que contigo todo es más fácil. He de aprender a no tenerte o tenerte en mis sueños. Jessica se mantiene lejana, entre el suelo, el cielo y mi sueño.
Léeme de nuevo a Nietzsche, a Foucault; hablamos de Borges, de Sade, de Henry Miller. Háblame de lo que haremos juntos, de lo que haremos estando siempre juntos. Háblame de la fotografía, de la pintura, de lo que puede ser. Háblame de tu cariño, de tus sueños, de tu falta de amor; háblame del por qué no sabes estar enamorada. Jessica. Háblame, prefiero tu voz a tu silencio. Háblame de lo que desees pero háblame, no te guardes silencio.
Gritabas mi nombre. Marcos, Marcos, Marcos, Marcos. Realmente me hacías soñar. Realmente ponías mi vieja memoria a grabar tus movimientos. Ella era hermosa, hermanos. Por mi Jessica, bohemios. Por esa maravillosa mujer que vive dentro. Levanto mi copa por ella, porque encuentre la felicidad, que sin ella, ya no tengo. Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo Jessica, porque me diste ilusiones, tal vez fallidas, pero lo hiciste.
A veces el dispositivo que se llama Jessica se construye de todas las partes que conforman su genialidad. Porque su poder es magia y estoy hechizado. Jessica al infinito, Jessica jazz, Jessica tango, Jessica, tango y jazz. Camino entre nubes de humos porque en este cuarto se han fumado tantos cigarrillos que podrían llenar un estadio de fútbol. Y es que entre Jessica y un balón de futbol, no hay comparación, porque aunque el fútbol me apasiona, no hay como Jessica.
Jessica, te dedico mis pensamientos, mis momentos, mis ilusiones, mi imaginación, toda mi mente. Sé mi diosa, mi sueño fugaz, la loca espera de saber que no vuelves. Te dedico mi vida. Sé mi musa. Jessica, en este laberinto, confundido con el universo, el libro se abre para mostrar que entre sus páginas, posiblemente podrías ser un ser imaginario que se levanta entre letras e ideas, y su tejido es la ficción. Jessica, ¿por qué significas tanto? Jessica, esta es mi mujer sencilla, amada, sin sentido, desequilibrada. Silenciosa, apasionada, sensible, ingrata.
Porque cuando Borges y Cortázar pensaron en Ariadna, Arianna, Ariana, pensaron que había echado su hilo para el Minotauro redimido. Pero el Minotauro se escapó, y ella te has vuelto tú, y yo me he transformado en aquel ser. ¿Hasta cuándo se levantará del Polvo aquel que guarda mi alma? Porque espero en él, pero ahora, mi musa se ha transformado en Jessica, que transforma mi alma.
Me acerqué y lloré y supe que mi camino se había acabado, y solamente estaba a mi lado Jessica. ¿Será que he repetido muchas veces tu nombre? ¿Acaso debí guardar silencio sobre tu identidad? ¿No era mi deber decirles cómo te llamabas? En fin, en fin, en fin. Aun no, y ya lo sabes.
Te cuento el final de las novelas. Leemos a todos los autores que te imaginas. En una palabra, vivimos. Estás tan viva, que el amargo mundo se ve tan gris en medio de tus ojos, y no sé si lloras, pero al menos descubro que en medio de la nada hay luz y se parece al agua que brota del desierto.
Me cansé de repetir tu nombre; me cansé de ti, porque me cansabas. Me enseñaste que la vida es estar cansado pero satisfecho. Y sentía que estabas conmigo, que me mostrabas otros ojos y con esos ojos yo podía ver mundos distintos. ¡Oh, querida! ¿A quién más le cantaré si solamente tú me puedes escuchar? No me inspires y ya me has inspirado. Y cuando quiero sentir que he ganado, tú sabes hacer que lo sienta, aunque el único que pierde soy yo.
Me faltan las notas al pie de páginas. Me faltan todas, y eso que he citado los libros de Foucault, Borges, Cortázar, la Biblia, pero es que ella se enoja. Me dice que por qué no pienso sin tanto autor. Me regaña, me enseña que todos los pensamientos son de todos. Caray, eso no es un ensayo, pero con Jessica sabe a gloria.
Libros, laberintos, ojos que no ven, sadismo, cigarros, guerra, el Quijote, te beso, hay luz en mis ojos; tu sonrisa. No sé qué más nombrar.
No te vayas pronto, quédate conmigo.
Pd. Hoy, cuando desperté, supe que había soñado a Jessica. Entré a Internet y no estaba, nadie la había visto. No existía. Entonces me quedé con un triste beso y su infinita ausencia.
Cuernavaca, Morelos, México
26 de octubre de 2006

Jessica…

Sé que no estás, pero voy a hacer de cuenta que sí estas y hablaré contigo. No quiero que lo tomes como un nivel máximo de soledad, simplemente que me gusta hablar contigo.
No sé, igual y estás dormida o estás en el baño o simplemente estás ausente, visitando algún bar, trabajando, teniendo sexo, o cualquier otra cosa; de todo eso, hay una infinita posibilidad de que hagas todo lo que te estoy platicando o nada o alguna de esas cosas o…
Bueno, hace dos días vi la película de La mosca, bastante buena, al menos me parece que es buena. Cronenberg comienza a gustarme, sus deformidades, sus cuestiones éticas, pensar en una ética de las deformidades, vaya, sería genial. Me gusta tanto la película, y tenía tanto que no la veía, que me produjo pesadillas, imagina eso. No sé en qué momento abrí la puerta del closet, sin darme cuenta, y llegó un momento en que me desperté, abrí los ojos y vi tan extraña la puerta del cuarto, tan diferente, en colores, textura, tamaño, forma, y luego abro más los ojos y los dirijo a la puerta del closet, abierta, que realmente me espanté.
Sentí que había un monstruo que estaba metido en el closet; sentí que ese monstruo salía por mí. Me tardé en levantar, unos 10 minutos, tal vez 5 minutos, porque realmente sentía temor. Veía todo bien diferente. Y ya cuando me paré, vi la puerta normal y entendí que yo mismo había abierto la puerta del closet; me levanté, me fui a la cocina, y buscaba como desesperado algo de comer. Comí unas galletas saladas y pan de feria, tomé agua.
Realmente me pareció como una alucinación, un malviaje, te despiertas y ves visiones. En verdad que veía en las paredes del cuarto, la puerta, la luz, como si todo estuviera sucio, manchado de grasa o de algún líquido, y entonces sentí que todo estaba embarrado de mosca, mosca deshecha, mosca embarrada, y de hecho me costaba dormir, no podía conciliar el sueño y ya me acordé qué veía en el closet.
Sentía que en cualquier momento iba a brincar de ahí la mosca.
¿Te imaginas esta clase de plática estando juntos, viviendo juntos? No, no creas que me obsesiona la idea, simplemente que hablo o escribo contigo y la idea vuelve a mi cabeza. Me imagino que estamos en la cocina y me siento a la mesa y te cuento, normal, así sin más ni más, "Anoche tuve pesadillas; y cuando me desperté, vi todo en el cuarto embarrado de mosca".
Entonces ahí imagino que tú me miras, de forma extraña, y por tu mente pasan muchas cosas. Estamos un poco callados, aunque a punto de ir a trabajar; tú fumas y tomas café, yo solamente tomo leche deslactosada y leo un poco.
Vaya, espero pongas lo que te acabo de escribir en tu blog, y lo pongas de otra forma, y lo utilices en primera persona, que lo cuentes tú, como si te hubiera pasado a ti.
En fin.

Jessica también…

Jessica, no sé si puedas ver mi imagen, veo que tú no tienes la tuya. Tengo a Henry Miller. Estoy leyendo un poco de sus textos. Creo que voy a empezar a escribir algo como eso, sumando textos de la generación beat y un estilo de cine noir.
Entré solamente un momento. Me hubiera gustado hablar contigo. Tal vez tú eres un torbellino, yo soy más existencial. Tal vez una nausea, una angustia, sean parte de mi ser en el mundo. Es extraño como se puede ser teólogo, confiar en Dios y aun así sentirse como en una película de tintes trágicos, destinos crueles; no, no estoy deprimido, creo que la tragedia le da al hombre un sentido diferente.
Una confianza distinta, una perspectiva de Dios mucho mayor. Ante tanta tragedia, ante la visión de un héroe trágico, de un antihéroe, la confianza en Dios. Tal vez ese sentido pesimista hacia la vida sea lo que me haya hecho sentir pasión por la luz que irradias.
Por eso te digo que soy más existencial. Y sin embargo, diría Sartre, es un pesimismo exageradamente positivo, porque es un pesimismo a causa de la cruel aceptación de que el mundo es así, y entonces, algo más allá de tu voluntad te hace sentir cierta paz, confianza, amor, seguridad, y te sientes extrañamente feliz.
No, no es contradictorio. Simplemente que soy un hombre de paradojas. Sí, insisto, existencial en el más puro sentido kierkegaardiano.
Espero leas esto y hablemos al respecto. Espero no huyas por esta otra máscara de la cual también soy portador. Dirían Kierkegaard y Nietzsche, a veces, solamente con máscaras se le puede hablar a las personas, porque lo más puro de uno se encuentra en peligro.
Pero ante tu luz, ante lo que irradias, no siento peligro y por eso no me da miedo mostrarte mi rostro. De los muchos, el que siento más mío.

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