ENSAYO: IRON MAN, HÉROE DEL SIGLO XXI

Escrito por Héctor Enrique Espinosa Rangel 7 de Mayo de 2008 Categorias: Ciencia FicciónEstrenos Tiempo de Lectura: 8m 13s Leido 76 veces.

El lenguaje de las disciplinas visuales resulta el más importante para el siglo que corre; ciertamente no tiene el poder, flexibilidad y precisión de los digitales y sus sucesores, pero a cambio tiene la capacidad de alcanzar el control y comunicación con las máquinas pero también con los humanos; más allá de la gran tecnología lo visual participa y es parte de las artes, y así parece demostrarlo la cinta "Ironmen, el hombre de hierro", de Jon Fraveau.
El poder del lenguaje tiene la cualidad de la conciencia, la capacidad del juicio y la crítica, como estableció muy bien el humanismo occidental del renacimiento (aunque en Asia se llegó a conceptos paralelos simultáneamente), el cine, como la forma mejor acabada del lenguaje visual, es una de las más eficaces para expresión y comunicación humana a pesar del mercantilismo de sus propietarios, y la película escrita por Avy Arad y Stan Lee es buen ejemplo.


Pero sucede que es una película de "entretenimiento", o de "acción", como seguramente será clasificada en los establecimientos de venta o renta, en realidad es una cinta que se aproxima a los clásicos de la ciencia-ficción a pesar de provenir del cómic, al cual igualmente hace un homenaje. Tony Stark en las historietas es una mala versión de Bruno Díaz (Bruce Wayne) en "Batman", la única diferencia notable con él es que padece una deficiencia cardiaca, por lo demás también es un play boy infame de la elite industrial estadounidense y un ejemplar correcto de la versión del humanismo a la estadounidense. En el cine es un ejemplar prototípico del hombre del siglo XXI y un heredero de la tradición iconográfica de la ciencia-ficción fílmica.


La imagen que va creando el triunvirato Arad-Lee-Fraveau en la película tiene deudas desde al primitivo cine de Frederick Stephany, con los hombres metálicos de "Flash Gordon", a la de Fred Bannon con su inolvidable "Comando Cody", pero para ser más cercano a las nuevas generaciones tiene una deuda enorme con el "Rocketeer" de Joe Johnston, el "Robocop" de Verhoeven y Kirshner, así como al ineludible "Exterminador" de Cameron.


Pero desde el punto de vista literario tiene una deuda enorme con las letras estadounidenses de finales del siglo XX, especialmente con escritores como Norman Mailer y Truman Capote, que trazaron las líneas de una extraña conciencia de sí y del mundo en los estadounidenses. El Stark fílmico, Robert Downey Jr., todavía pertenece al esquema de frustración social y venganza familiar establecido en las historietas, pero ha dejado atrás lo esquemático de su origen, se ha vuelto creíble, actual y humanamente identificable con nosotros en muchos aspectos.


La película devuelve al género su sentido más estricto de ciencia-ficción con su público: la relación de lo humano con la ciencia y la tecnología, algo que motivó la aparición del género en el siglo XIX y para el XXI es el pan de cada día, un hábito que pasa desapercibido porque la distancia entre las expectativas de un futuro y el avance tecnológico se ha llegado a medir en los tres meses de una generación electrónica. El caso es que Ironman, como la mayoría de los personajes de "MARVEL", aparece con el fin de la segunda guerra mundial, en el auge de la esperanza tecnológica traído por la paz de la bomba atómica.


Porque aunque parece paradójico el aparecer de la explosión en Hiroshima y Nagasaki revitalizó el interés por la tecnología en todos los países que hoy llamamos desarrollados, parte por su liga inmediata con la adquisición del poder, parte porque la fascinación de lo tecnológico parece haber crecido con la población urbana del siglo XX, con la industrialización que ligó ineludiblemente a las máquinas y su participación en lo cotidiano a la vida de todo ciudadano, pero especialmente a los jóvenes, para quienes ha trabajado siempre la pareja Lee-Arad.
A estos escritores debemos una línea editorial que siempre fue acompañada del asombro tecnológico y la fantasía científica, en sus historietas ocupaba un primer plano la descripción de la parafernalia tecnológica que acompañaba a sus personajes fantásticos, la descripción detallada del como y por qué de sus máquinas, de sus trajes, de cómo los creaban y manufacturaban. Esto es lo que Fraveau nos entrega en la película: la curiosidad de modelista con que Tony Stark enfrenta las máquinas y su creación, la experimentación paulatina y paciente con los detalles, el cómo y para qué se hace cada parte de la armadura, del armamento. Lo humano involucrado queda para después, o para el contexto dramático.
En la película destaca sobre todo el cinismo político, la inevitable intrusión de la violencia para alterar la vida individual (la de Stark, claro), pero no juega con nosotros escondiéndose atrás de la propaganda sobre el terrorismo, jamás utilizan la palabra en la cinta, se nos entrega una visión de los Estados Unidos caótica y brutal, especialmente de la ambición desmedida y las intenciones aviesas detrás de los procesos globalizadores.


Stark es víctima y partícipe de la sociedad carnívora, pero además está conciente de ello, solamente que la comodidad lo mantiene al margen (el resguardo de su protector y socio industrial Obadiah Stane (Jeff Bridges), que le mantiene feliz jugando con la tecnología mientras él explota su conocimiento en beneficio de los ‘accionistas’), pero un secuestro previsible en Afganistán (sin que se nombre a los Talibanes) los pone en alerta de cómo su propio país arma las guerras que después combate con las mismas armas. Tácitamente y sin señalar directamente a nadie, la crítica implícita al "sistema" resulta la misma que ha proliferado en las historietas de Stan Lee desde que aparecieron los primeros cómics de superhéroes durante la Segunda guerra mundial, pero esta vez llega mucho más lejos, porque aunque no hay una señalización directa a los poderes reales, la identificación con lo que está pasando en la realidad objetiva es claro, como siempre.


Solamente los lectores de historietas sabemos que detrás de esos "muñequitos" divertidos se oculta siempre la desconfianza y la crítica racionales a través de la apariencia de diversión, pero esta vez en la película, producida directamente por la empresa MARVEL sin la interferencia de intereses establecidos de Hollywood, hace de sus personajes portavoces del descontento, descubridores de que el mundo también tiene cabida para buenos propósitos y racionalidad, que no todo es caos, salvo en la política, al menos en la oficial.


Pero lo más importante es cómo Lee y Arad (también Favreau) descaran la nueva tendencia intelectual que comienza a dominar el mundo: la Sociedad del Conocimiento, el proceso de apropiarse de lo más íntimo del individuo convirtiendo la experiencia personal en patrimonio de las empresas, y lo expresa en una sola frase contundente de Obadiah a Stark: ¿De veras creíste que porque habías tenido una idea es realmente tuya? Es el retrato exacto de la Sociedad del Conocimiento en la que el rector de la UNAM dice que inevitablemente debemos entrar los universitarios del país, comenzando por la propia UNAMComo cine de aventuras es un portento de acción bien concertada, Downey Jr. Está magnífico en ese personaje que parece ser su alter ego (aunque sin tanto dinero), Gwyneth Paltrow perfecta como Virginia "Pepper" Potts, aunque mucho más bella de cómo la hemos visto antes y adentrándose cada vez más en la ciencia-ficción, como ya hizo con Capitán Sky, y Terrence Howard como el coronel James Rhodes y futuro War Machine (como en las historietas) promete buena continuidad a una historia que parece no se hará eterna en la pantalla, porque ha roto el orden original del cómic para establecer una nueva forma de narración fílmica a partir de lo que fueron dibujos; además hay que señalar aparte a Jeff Bridges que con su papel de villano recuerda su participación como una evolución maligna y extrañamente realista de Preston Tucker, que bajo la dirección de Coppola hace una denuncia más directa, basada en la anulación de uno de los grandes visionarios y creadores de tecnología del siglo XX.


Hay que creer en el lenguaje como el motor de emociones que pretendió ser siempre en la educación clásica, el discurso visual ha sido privilegiado porque en primera instancia no funciona igual que el hablado o escrito, pero cuando se tiene algo que decir se puede hacer por cualquier medio, no estamos atados a lo atávico y primitivo de lo visual, lo racional no necesariamente es como lo enseñaban los tomistas, y con directores como Fraveau o del Toro podemos esperar todavía grandes cosas.


Filmografía:"Batman". D. Tim Burton. Con: Michael Keaton, Jack Nicholson, Kim BAsinger, Michael Gough. Guión: Sam Hamm, basado en la historieta de Bob Kane. EUA. 1989"Commando Cody". D. Fred C. Bannon. Con: George wallace, Aline Towne, Roy Bancroft, William backewell. Guión: Ronald Davison. EUA. 1952."Exterminador". D. James Cameron. Con: Anold Swarzenegger, Linda Hamilton, Michael Bieh, Paul Winfield. Guión: J. Cameron y Gale Ann Hurd. EUA. 1984."Flash Gordon". D. Frederick Stephany. ConBuster Crabe, Jean Rogers, Frank Shannon, Charles Middleton. Guión: Ella O’Neill, basada en la historieta de Alex Raymond. EUA. 1936."Ironman, el hombre de hierro". (Ironman). D. Jon Fraveau. Con : Robert Downey Jr., Gwynet Paltrow, Jeff Bridges, Terrence Howard. Guión: Avi Arad, Stan Lee, adaptado por Mark Fergus y Hawk Ostby del comic de MARVEL. EUA. 2008."Robocop 2". D. Irvin Kersner. Con: Pater Séller, Belinda Bauer, John Glover, Leeza Ginons. Guión: Edward Newmeier y Michael Mner. EUA. 1990."Robocop". D. Paul Verhoeven. Con: on: Peter Weeler, Nancy Allen, Dan O’Herlihy, Ronny Cox. Guiòn: Edward Newmeier y Michasel Miner. EUA. 1987."Rocketeer". D. Joe Johnston. Con: Bill Campbell, Jennifer Connelly, Alan Arkin, Paul Sorvino. Guión: Danny Bi9llson, basado en la hsitorieta Rocketeer de Dave Stevens. EUA. 1991."Tucker, el hombre y su sueño". (Tucker, the man and his dream ). D. Francis Ford Coppola. Con: Jeff Bridges, Joan Allen, Martin Landau, Frederic Forrest. Guión: Arnold Schumann y David Seider. EUA. 1988.

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